Quién es este tío y por qué tira así?”. Cameron Jackson, jugador de la universidad de Wofford, respondió así cuando los periodistas le cuestionaron durante el último torneo final de la NCAA qué pensó la primera vez que vio jugar a su compañero Fletcher Magee (13-XI-1996, Orlando), actual escolta del Monbus Obradoiro que horas antes había batido el récord histórico de triples anotados en la NCAA, dejándolo en 509, tras su excelente 7 de 12 en el triunfo en primera ronda de la modestísima institución de South Carolina ante Seton Hall. “Ahora, evidentemente, lo entiendo todo. Desde fuera parecen malos tiros, pero los practica infinidad de veces”, añadía Jackson. Su compañero Matthew Pegram iba más allá al narrar el triple con el que superó la plusmarca que anteriormente ostentaba Travis Bader con 504, un lanzamiento lateral justo delante de su banquillo: “Yo estaba allí sentado y puedo asegurar que cuando cogió el balón y se elevó sus pies apuntaban directamente hacia mí en lugar de hacia el aro. Honestamente, mi primer pensamiento en muchos de sus lanzamientos solía ser que eran malos, pero cuando la bola estaba en el aire te dabas cuenta de que iban a entrar”.

Magee, que juega con el número 3 no por su jugada favorita sino por su pasión por Allen Iverson, es un triplista alejado de los cánones ortodoxos, pero notablemente efectivo tal y como demuestra el hecho de que en sus cuatro cursos en la NCAA jamás bajó del 41% de acierto a pesar de tener que asumir muchos lanzamientos. Lo que en muchos jugadores parecerían tiros forzados en él son naturales, fruto de muchísimas horas de ensayo. Tiros con el cuerpo desequilibrado, de medio lado, buscando el contacto con el defensor? El triplista del Obradoiro (en su debut ante el Barcelona metió tres de los cinco que lanzó para un total de 14 puntos, pero ante el Zaragoza hizo un 0 de 3) creció obsesionado con la NBA (no fue elegido en el último draft y no pudo hacerse un hueco en los Milwaukee Bucks, franquicia con la que jugó la Summer League) y pronto supo que ante su falta de atleticismo y corta estatura (1,93 metros) solo el tiro podía catapultarle al profesionalismo, por lo que lo practicó de forma obsesiva.

Sus padres relataron al portal de Internet The Athletic que en el instituto, tras fallar un tiro libre en un partido, se pasó horas y horas, hasta la medianoche, practicando en una canasta de su barrio hasta que los vecinos se quejaron por el ruido de la bola. ¿Qué hizo el chaval? Subió a casa, cogió los cojines del sofá, los colocó debajo del aro para amortiguar el impacto de la bola y siguió a lo suyo. De esa época también se recuerda una noche en la que fue al gimnasio del instituto a practicar los triples y al no poder encender las luces del gimnasio se pasó dos horas tirando con la ayuda de un par de velas. Al irse se le olvidó apagarlas y el día siguiente un trozo del parqué apareció quemado.

En la modestísima universidad de Wooford se convirtió en el referente anotador desde su primer curso y en los dos últimos, en los que promedió 22,1 y 20,3 puntos respectivamente, fue elegido el mejor jugador de la Southern Conference. Su gran rendimiento en el triunfo ante Seton Hall en la primera ronda del March Madness (era la 21ª victoria seguida de los Terriers y la primera de la historia de la universidad en el torneo final de la NCAA) hizo que incluso saltaran a escena comparaciones con el Stephen Curry que en 2008 llevó a la también modesta Davidson hasta la antesala de la Final Four a triplazo limpio, pero en el duelo de la siguiente ronda ante la poderosa Kentucky el sueño de Wofford tocó a su fin y Magee, paradójicamente, acabó su periplo universitario con un horrendo 0 de 12 en triples. “Me preparé como siempre y tiré como siempre, pero esta vez no entraron. Siento que he dejado a todo mi equipo tirado”, lamentó un jugador al que el Bilbao Basket deberá atar en corto hoy porque, como ha demostrado en anteriores ocasiones, si entra en racha puede anotar desde cualquier distancia y en cualquier postura imaginable.