EL Bilbao Basket ha escrito otro capítulo exitoso en su historia. No ha sido una final de la ACB, ni las grandes hazañas europeas que se vivieron en un pasado reciente. Ha sido un ascenso a la Liga Endesa, pero sabe igual de bien o mejor que aquellos partidos vividos en la anterior época gloriosa del club. La victoria en la Final Four llega después de una travesía por el desierto, superando momentos críticos e incluso rozando la desaparición de la entidad. Esos malos momentos otorgan más valor a lo logrado en la tarde de ayer. Fue una muestra de la capacidad de reconstrucción del Bilbao Basket, que a pesar de haber tenido que esquivar numerosas piedras en el camino, tanto en el aspecto deportivo como administrativo, mantuvo esa ilusión por hacer grandes cosas y volvió a ver cómo Javi Salgado, historia viva del club y enlace con el anterior ascenso, levantó un trofeo que devuelve al Bilbao Arena esos tan necesarios recuerdos de felicidad.

Un año atrás, el descenso a la LEB Oro fue un momento traumático para el Bilbao Basket. Añadió más incertidumbre a la situación de un club que vivía con una espada de Damocles demasiado presente en su día a día. Fue un mazazo. Sin embargo, pocos pudieron vislumbrar un desenlace tan positivo para el equipo. El conjunto bilbaino ha aprovechado su paso por la segunda categoría estatal y ha creado un nuevo escenario que despeja muchos nubarrones en el futuro del club. En este aspecto la afición ha sido capital. Los últimos partidos vividos en Miribilla han constatado que los aficionados no abandonan a su equipo, prueba de ello es que se han registrado las mejores entradas vistas en mucho tiempo, rivalizando con aquellos partidos de Euroliga y colgando el cartel de no hay billetes. Se ha recuperado la ilusión por un equipo y el apoyo del público a pesar de no competir contra los mejores jugadores de Europa.

madurar a marchas forzadas En lo deportivo, el final de campanillas del Bilbao Basket no ha estado acompañado por un camino llano y sin obstáculos. El club se vio obligado a comenzar un proyecto prácticamente desde cero. Jugadores con experiencia en LEB y varios rookies, dirigidos por un entrenador novato, Álex Mumbrú. Además, los integrantes de la plantilla bilbaina tuvieron que convivir desde el primer día con la etiqueta de claros candidatos al ascenso. Más presión para un proyecto joven y que debía madurar a marchas forzadas para estar a la altura de las expectativa. En liga regular el Bilbao Basket vivió diferentes momentos. Pero esa montaña rusa tuvo el final esperado. Como anfitriones en Miribilla de un fin de semana para el recuerdo. Los hombres de negro han sabido jugar en casa y tras dos durísimos encuentros, el objetivo se ha cumplido.

En ese trabajo para volver a la ACB, uno de los hombres destacados ha sido Álex Mumbru. El hoy entrenador del Bilbao Basket se retiró de las canchas consumando el ascenso del que reconoce que es uno de los equipos de su vida y se quedó con esa pequeña espina. Ayer, pudo sacársela desde otro rol. El catalán ha realizado un curso intensivo esta temporada y en su primer año como primer técnico le ha tocado convivir con muchos momentos de presión. El equipo y el propio Mumbrú han ido superando exámenes paso a paso para acabar el curso con una sonrisa que no pudo tener en su adiós al baloncesto como jugador.

Acabada la temporada deportiva, el trabajo del Bilbao Basket pasa a otro escenario. Es el turno de la labor en los despachos. El billete para la ACB es una realidad y ahora toca consolidarlo. El club deberá asentarse en su todavía inestable situación económica y crear un proyecto sólido y solvente para poder afrontar el ascenso. Los tiempos pasados dan ideas de cuál puede ser el camino a seguir. Hay errores que no se pueden volver a repetir.