EL play-off está formado por capítulos independientes. Intercambios de golpes y puestas en escena cambiantes por parte de los dos bandos. Cada partido es una nueva película. El encuentro de ayer entre el Bilbao Basket y el Palencia fue muy diferente al del viernes, tanto en el desarrollo como en su desenlace. Lo que no cambió fue la banda sonora que ambientó el partido. Ese clima creado por la afición que trató de apoyar a los suyos en una jornada que acabó con un postre amargo. El efecto Miribilla volvió a ser invocado y la marea negra respondió con creces. 8.400 espectadores hicieron acto de presencia en las gradas del Bilbao Arena y sus gritos se escucharon durante gran parte de los cuarenta minutos. La mala noticia fue que la fiesta no pudo ser redonda. El resultado no acompañó esta vez y el Palencia salió victorioso. Algo que no acalló a la gente que despidió a los suyos con gritos de ánimo antes de los dos cruciales partidos de la semana que viene.

Lo que funciona es mejor no tocarlo. En el club bilbaino encontraron la fórmula del éxito en el primer encuentro. Generaron un ambiente propicio para motivar a los aficionados y crear una pequeña chispa para desatar un infierno que estaba con muchas ganas de estallar. La hoja de ruta del primer partido volvió a repetirse. Aplaudidores, grandes efectos de luces y sonido y la presencia de exjugadores en el videomarcador con mensajes de ánimo a su antiguo equipo. Esta vez fueron Dairis Bertans, Fred Weis y Kostas Vasiliadis los que afirmaron con contundencia que era la hora de volver. Tres jugadores que llegaron de fuera y se convirtieron, como ocurrió con muchos otros, en bilbainos de corazón.

Pero esta vez la poderosa puesta en escena diseñada por los aficionados y respondida por los hombres de negro no intimidó al Palencia. Los visitantes salieron preparados y esta vez no encajaron un contundente parcial de inicio. Todo lo contrario. Los palentinos salieron con más fuerza y crearon las primeras dudas en el equipo. Ese dubitativo arranque también creo dudas entre los asistentes. Quedó claro que esta vez tampoco sería un paseo militar, que el Bilbao Basket debería dar un paso adelante para volver a reengancharse a un partido que estaba lejos de jugarse en el campo de batalla deseado. La afición, consciente de ello, quiso apretar. Pero solo fue aliento esperanzador y no esta vez no sirvió para ejercer de reacción. El Palencia consiguió abstraerse de todo lo que ocurría fuera del parqué y mantuvo su nivel.

críticas a los árbitros Una de las claves de la victoria visitante estuvo en el nivel de dureza con el que planteó el choque. Los defensores del Palencia se emplearon al fondo y utilizaron mucho los contactos. Eso, unido a un arbitraje permisivo, convirtió los ánimos de los aficionados en severas críticas al colectivo arbitral. Varias decisiones polémicas encendieron al público y el sonido de aire dominó el ambiente. Aunque ese enfado rápido pasó a convertirse en esperanza con el amago de remontada del Bilbao Basket. Los pupilos de Álex Mumbru empezaron a recortar distancias y el público empezó a soñar. Sin embargo, ayer era un día en el que las cosas estaban destinadas a salir mal y el Palencia volvió a poner pies en polvorosa.

Ahora, la serie se traslada a Palencia y la marea negra prepara un desembrco en el feudo palentino. Lo hacen con la sensación de haber disfrutado de dos grandes partidos en el Bilbao Arena, dos jornadas en las que el equipo volvió a trasladarle a ese escenario de las grandes citas. Resultado aparte, la gente disfrutó. Pero a pesar de haberse divertido, el deseo del aficionado es que la próximo encuentro como local del Bilbao Basket sea en una hipotética Final Four o, yendo más allá, en la Liga Endesa.