LA final de la Copa fue el reflejo exacto de lo que ha venido ocurriendo durante toda la temporada. El Real Betis es mucho toro para cualquier equipo de la LEB Oro, también para el Bilbao Basket, por mucho que la clasificación diga que uno es primero y el otro segundo. Pero también dice que hay cinco victorias de distancia entre los dos y que los sevillanos llevan con el de ayer 19 victorias consecutivas. Se pensaba que una final podía igualar las cosas, que a un partido todo podía pasar, pero sucedió lo previsible porque los dos equipos variaron muy poco su comportamiento respecto al que viene ofreciendo en la competición liguera. El Real Betis salió decidido a imponer su elevadísimo listón físico y ahí el Bilbao Basket, por mucho que su intención fuera esa, no llega porque el perfil de su plantilla es otro.

Los andaluces se aplicaron desde el inicio a impedir que Schreiner y Salgado pudieran llevar el ritmo del partido, con constantes dos contra uno, incluso muy cerca de la línea de medio campo, y como el equipo bilbaino no tiene más generadores de juego que sus dos bases, el ataque de los hombres de negro quedó limitado a tirar triples. Tanto que sus diez primeros lanzamientos a canasta fueron triples. El acierto inicial les llevó hasta un 4-12, pero fue un espejismo y a la vez su condena. Sin poner la pelota cerca del aro, sin ser agresivos, los vizcainos se lo pusieron muy fácil a la defensa del Betis, que tenía menos espacio que proteger y solo tenía que esperar a que los porcentajes de tiro del Bilbao Basket cayeran para hacer crecer su juego y empezar a marcar diferencias.

Los cinco triples de los de Álex Mumbrú en el primer cuarto fueron tres en el segundo y los ocho del primer tiempo fueron ninguno en el tercer parcial y solo dos en el cuarto, el último de ellos uno lejano a tablero de Jaylon Brown cuando el partido ya estaba perdido. En realidad, llevaba así muchos minutos, desde el tramo final del tercer cuarto cuando el Real Betis abrió una brecha enorme de quince puntos por su amplitud de recursos y porque cada jugador que estaba en el campo sabía dónde podía lograr sus ventajas.

En el Bilbao Basket, los dos cincos volvieron a pasar desapercibidos, como ocurrió en el partido de la primera vuelta, porque los pívots del Real Betis son muy grandes y llegan muy arriba. En el cuerpo a cuerpo, ni Lammers ni un desaparecido Larsen pudieron con Stainbrook y en la batalla aérea también el poderoso Olomuyiwa se hizo notar. Almazan y Bropleh también rondaban el poste bajo para crear desequilibrios ante una defensa sin la contundencia requerida. Las rotaciones de Mumbrú no dieron resultado porque algunos jugadores no salieron del tono gris que les acompaña desde hace varias semanas, no dieron el paso adelante necesario para competir en una final y así era difícil contener a un rival que avanzaba como un rodillo. Al final, el Real Betis anduvo en sus números ofensivos habituales y el Bilbao Basket, en los suyos. Con un 31% de acierto en los triples, es muy difícil ganar, sobre todo si ese es un aspecto esencial en el juego que quiere hacer el conjunto vizcaino y enfrente hay una defensa que no concede dos oportunidades.

dos niveles La impresión que dejó el partido es que se enfrentaba un equipo con mucha pinta de ACB y otro que se parece mucho más a aquellos con los que se mide cada semana. El desequilibrio que se apuntaba antes de la final quedó reflejado en la cancha, aunque el Bilbao Basket trató de impedirlo agarrado a Brown, a una defensa en zona que incomodó al inicio del último cuarto al Real Betis y a la movilidad que ofrecieron juntos Cruz y Demetrio, algo que no suele ser habitual en los esquemas de Mumbrú. Cuando el equipo bilbaino quiso creer en la victoria, el Real Betis y su público ya la estaban celebrando.

Así que la tercera oportunidad de ganar la Copa de la LEB Oro tampoco pudo ser posible y el Bilbao Basket tendrá que esperar para meter otro trofeo en sus vitrinas. Lo que queda a partir de ahora es mejorar para afrontar la lucha por el play-off, en la que hay más igualdad que entre los dos finalistas de ayer. Resulta perentorio que varios jugadores se sumen a la causa porque si Mumbrú quiere seguir manteniendo su manera de llevar la plantilla va a necesitar que le respondan a esa confianza porque de lo contrario el rendimiento global va a seguir sufriendo altibajos. En una final y contra un equipo que está haciendo historia en la LEB Oro, se pagan. Esta página ya está escrita. El Real Betis es mejor y lo demostró.