¿Qué es el equilibrio? El primer vistazo en el diccionario lo explica: “Estado de un cuerpo cuando fuerzas encontradas que obran en él se compensan destruyéndose mutuamente”. El equilibrio es el cero más absoluto de la naturaleza, el principio del contrapeso. El equilibrio también reside en la balanza de la diosa griega Dice, que luego tuvo versión romana y la llamaron Iustitia. En sus imágenes, la deidad porta una venda en los ojos y una espada en la mano izquierda. Habla de ponderación y de moralidad. El equilibrio también es lo que necesita el funambulista sobre el cable de metal. El equilibrio no es nada, pero lo es todo.
El equilibrio es imposible cuando José Javier Zabaleta sonríe con una mueca tímida y levanta la mirada. Contempla el frontis, alza las cejas y sabe qué está escrito en el horizonte. “Vendría a jugar todos los meses al Ogueta bien a gusto”, repite el pegador de Etxarren. Por él, echaría un colchón al suelo, un saco de dormir y se quedaría a dormir en un escenario en el que disfruta. El Ogueta es su mansión: pantuflas, batín de raso, monóculo y vaso de coñac. Su pelotazo galopa en Gasteiz, se embravece, se convierte en un puñal.
“Vendría a jugar todos los meses al Ogueta bien a gusto”
Las características de la cancha insuflan aún más poder a su ya de por sí musculosa y elegante propuesta: pelotazo largo a medio frontis, velocidad en el suelo, tortura para los rivales en los cuadros largos. No en vano, y se puede decir bien alto, es el zaguero más determinante del cuadro profesional. Y lo lleva siendo mucho tiempo –aunque existan vaivenes, como en el caso de todos los deportistas–. No hay justicia con Zabaleta. No hay piedad. Solo hay miedo. El terror a romper la baraja con dos manos privilegiadas.
La química con Ezkurdia
Pero Zabaleta no es solo pegada. Ante Unai Laso y Ander Imaz expuso química con Ezkurdia, un prodigio de solidaridad, y piernas. En julio desveló que llevaba un tiempo acumulando problemas en uno de sus tobillos que le complicaba en los entrenamientos y que por fin estaba saliendo del bache. Y es cierto: está rápido, incisivo. Este martes cubrió txoko y ancho. Todo. Alfa y omega.
Laso-Imaz 11
Ezkurdia-Zabaleta 22
Duración: 57:10 minutos de juego.
Saques: 1 de Laso (tanto 8) y 1 de Ezkurdia (tanto 15).
Pelotazos: 507 pelotazos a buena.
Tantos en juego: 4 de Laso, 9 de Ezkurdia y 3 de Zabaleta.
Errores: 8 de Laso, 1 de Imaz, 3 de Ezkurdia y 3 de Zabaleta.
Marcador: 1-0, 1-10, 2-10, 2-11, 3-11, 3-16, 6-16, 6-17, 8-17, 8-20, 11-20 y 11-22.
Incidencias: Partido correspondiente a la final del Torneo de La Blanca de la LEP.M disputado en el frontón Ogueta de Gasteiz. Buena entrada. En el primer partido, Elordi-Tolosa ganaron a Alberdi-Aranguren (18-17). En el tercero, Salaberria-Arbizu vencieron a Larrazabal-Salaverri II (18-9).
No hubo equilibrio en la final del Torneo de La Blanca este martes por la noche y se intuía desde las tablas de contracancha. Doble a sencillo para empezar a hablar. En el retrovisor, las semifinales: una versión recuperada de Unai Laso en la cita de Baiko y el poder absoluto de Joseba Ezkurdia y Zabaleta en la de Aspe. Superioridad navarra sobre el papel. Poder de Sakana. Un flash: en 2018, tras comenzar el Parejas con problemas, Ezkurdia y Zabaleta acabaron llevándose las txapelas. El zaguero ganó más regularidad desde entonces. Mucha tela.
Una tacada que rompe
Los de Aspe destrozaron la final gasteiztarra y no hubo partido. En la toma de contacto fue Unai Laso el que finalizó una apertura. Luego: un vendaval. Tacada de diez cartones. El primer tanto azul de cosecha propia fue el 1-5, un voleón de Ezkurdia por el txoko. Lo anterior: un cúmulo de yerros colorados. En el 1-3, un gancho del campeón del Manomanista que se cayó abajo. Un detalle: Ezkurdia arrancó al rincón para cazar la posible parada; en un parpadeo, Zabaleta ya estaba en el ancho. La mezcla perfecta. Sin fugas de agua: un transatlántico. No todo es atacar en la pelota.
Sin pimienta, eclipsados por el dominio del guardaespaldas de Etxarren y la agresividad del delantero de Arbizu, a Laso únicamente le quedó explorar el más difícil todavía, buscando remates lejanos y cambiar el guion con el sotamano. Spoiler: no tuvo efecto. Lo cierto es que los de Baiko no cuajaron un mal partido, pero sí que tuvieron que bailar con la más fea. Acumularon amplias distancias en contra: 1-10, 3-16, 8-20 y 11-22. El 8-18 fue un rebote de José Javier. Ezkurdia creó la oportunidad con una cortada cruzada y un amago que clavó a sus rivales. Una buena muestra de la sintonía. Unos fogonazos del errotarra y algunos regalos de los de Sakana sirvieron para maquillar el resultado.
El zaguero de Aspe ganó su cuarto cetro de La Blanca en cuatro finales. Además, se llevó el trofeo a mejor pelotari. ¿Qué es el equilibrio? Mejor no pregunten a Zabaleta.