¿Qué tal se encuentra después de haberse perdido el Giro por culpa de un positivo por coronavirus?
—Bien. En cuanto me dieron el visto bueno pude empezar a entrenar otra vez. Es cierto que llevamos dos semanas con muy mal tiempo por casa, pero he cogido mucho el coche estos días y espero llegar bien a la Vuelta.
El coche como aliado para evitar la lluvia.
—Eso es. A Gorka (Izagirre) y a mí nos ha tocado analizar casi a diario los pronósticos meteorológicos y movernos a zonas en las que no anunciaran agua. Hemos estado en Puente la Reina, en Labastida, en Vitoria€
Le preguntaba para empezar por el cambio de planes en su calendario.
—Fue una pena perderme el Giro, porque estaba todo preparado. Había pasado una semana entrenado en altura con el equipo. Y dar positivo supuso una faena. Tuve que estar cinco días sin tocar la bici y espero ahora que aquel descanso me haya venido incluso bien, unido a estas última fase de entrenamientos.
Cuatro días después del positivo, dio negativo en una segunda prueba. ¿Han hablado sobre qué pudo suceder?
—Nos queda esa duda. Sí hubo un día en el que tuve fiebre y dolor de cabeza. Pero en ese segundo test, el del resultado negativo, tampoco se me detectaron anticuerpos€ Raquel (Ortolano), la doctora del equipo, me ha comentado que el de la primera prueba pudo ser un falso positivo. Y que también existe la posibilidad de que la segunda prueba me la hiciera en una fase ya muy final de la enfermedad, dando negativo en cuanto al virus y también en cuanto a anticuerpos. Es complicado, porque dicen que esto de los anticuerpos varía mucho: a algunos no les aparecen nunca, a otros de inmediato, a otros a los dos días, a otros pasado un mes€
Su última referencia en competición es la Tirreno-Adriático. ¿Qué tal se encontró allí?
—La verdad es que las sensaciones fueron buenas. Tenía una etapa bastante marcada, porque podía ajustarse a mis características, con final en una cota de dos kilómetros. Terminé en la quinta plaza (ganó Van der Poel), siendo segundo en el esprint del pelotón. Pienso que cogí un buen punto para el Giro, y que los entrenamientos posteriores en altura sirvieron para completar una buena preparación.
Supongo que estará siguiendo el Giro por televisión. ¿Ha detectado alguna etapa en la que sienta que habría podido intentarlo?
—No especialmente. Cuando supe que no corría el Giro, aún faltaban cinco días para la primera etapa y no había estudiado al detalle el libro de ruta. Sí me dijo Iván Velasco (integrante del staff del Astana) que la segunda ya me podía venir muy bien, la que ganó Ulissi. Sobre el papel, la idea inicial para mí era ayudar a Jakob Fugslang e intentar aprovechar también alguna oportunidad que se presentase.
¿Y cuál va a ser su rol en la Vuelta?
—No lo hemos hablado aún. Después de una temporada tan rara, celebrada de forma tan comprimida, supongo que iremos viendo sobre la marcha cómo estamos todos y que, en base a ello, nos irán pidiendo cosas.
¿Este libro de ruta sí se lo ha 'empollado'?
—No, todavía tampoco (risas). Sé que las dos primeras etapas son aquí, en casa, y que subimos dos puertos míticos de Euskal Herria como Arrate y San Miguel de Aralar. A ver si podemos ayudar en sus rampas a Vlasov o a Ion Izagirre.
No cree que sean jornadas para usted...
—No lo creo, no. Ya las habrá mejores. Muchas veces suele ser mejor esperar tu momento, ya en una fase más avanzada de la carrera. Vendrán etapas propicias para la fuga, o para intentarlo de lejos, o para esprintar en un pelotón reducido€ Hasta entonces, será mejor ayudar al equipo en todo lo que me ordenen y levantar un poco el pie en cuanto se pueda.
El año pasado, en la Vuelta, logró dos segundas plazas. ¿Alguna espina especialmente clavada?
—Te diría que la de la etapa de Igualada. Creo que me confié en exceso. Me sentía muy muy fuerte. Y en realidad no sabía quién era Niklas Arndt, un tío rapidísimo. Llegamos doce al esprint y me pasó por encima, cogiéndome por sorpresa. Días después, en Bilbao, hice segundo detrás de Gilbert. Pero a ese sí que le conocía (risas). Es uno de los mejores clasicómanos del mundo. Me dio pena no poder coronar la subida final un par de segundos más cerca suyo, porque en el descenso habríamos tenido opciones de cogerle. A ver si este año podemos mejorar.
Eso sería sinónimo de victoria.
—Sí, pero de un pelotón de 180 tíos solo gana uno. Levantar los brazos siempre resulta muy difícil. Y más en este nivel. El año pasado habría firmado de antemano las dos segundas plazas que conseguí. Y, si me preguntas ahora de cara a esta Vuelta, posiblemente te las firmaría también.
En 2019 se presentó en la salida de Torrevieja con dos triunfos en el zurrón, en la Vuelta a Madrid y la Vuelta a Burgos. Esta temporada, aún no ha estrenado el casillero.
—Yo estoy muy contento con mi año. En la Provence me vi bien para empezar. Y luego se paró todo justo cuando estaba al 100% para la Itzulia. Posteriormente, después del confinamiento, las sensaciones siguieron siendo muy positivas, tanto en Burgos como en el Trittico Lombardo (segundo tras Gorka Izagirre) y en la Milán-San Remo. Aquí fui séptimo. Y, aunque no haya ganado este año, una séptima plaza en San Remo también vale mucho. Además, no todo son resultados. La temporada me está sirviendo igualmente para saber qué carreras me pueden venir bien.
Sus características apuntarían a las Ardenas. Pero tiene toda la pinta de que la 'Clasicissima' le tocó la fibra.
—A la Milán-San Remo fui con cierto miedo, porque nunca había disputado una carrera de 300 kilómetros. Pero ahora pienso que puede tratarse de una prueba que me venga bien. Puedo hacer un buen papel en ella, preparándola un poco más y yendo con las ideas un poco más claras. ¿Las Ardenas? Sí, claro que me gustaría probar en la Amstel y en otras clásicas. Hace dos semanas, cuando volví a los entrenamientos, en el equipo pensaron en llevarme a la propia Amstel. Pero otro año tendrá que ser, porque la carrera se suspendió.
¿Siente que ahora la gente en el pelotón tiene más en cuenta a Alex Aranburu?
—Algo sí que noto, sí. Recuerdo que, en una carrera posterior a Burgos, creo que el Trittico Lombardo, vinieron de algún equipo a pedir que trabajáramos. "Tirad vosotros, que tenéis a Aranburu", decían. La gente se fija más en mí y sabe que algo de peligro tengo, un cambio en el que también ha influido haber fichado por el Astana. Siento más respeto en el pelotón.
El año pasado firmó por dos años con el equipo kazajo, cuando su representante le recomendaba suscribir solo uno y optar a un mejor contrato haciendo méritos sobre la bicicleta en 2020. ¿Se arrepiente de su decisión, visto el rendimiento que está ofreciendo?
—No, para nada. Tener dos años firmados me ha dado la tranquilidad necesaria para centrarme solo en entrenar y no andar agobiado. Creo que ha sido un acierto. En un año tan raro como este, la gente que termina contrato ahora ha estado nerviosa, con mucha presión. Como te decía, yo he podido trabajar más tranquilo, y esto supone una ayuda de cara al rendimiento, porque puedes limitarte a dar pedales sin pensar más allá. En el equipo están contentos conmigo.
Se han leído y escuchado rumores acerca de problemas en el Astana. Aunque Vinokourov los ha desmentido esta semana. ¿Seguirá en la estructura en 2021?
—Sí. Tendré contrato en vigor y el equipo ya está planificando la próxima temporada con renovaciones y fichajes. Es cierto que, cuando la temporada se detuvo, en primavera, nos recortaron los salarios. Pero las carreras se han reanudado y parece que aquella situación ya ha quedado superada.
Ciclistas locales. La Vuelta arrancará mañana en Irun con once corredores vascos en la salida. Diez de ellos habían sido incluidos en las preselecciones de sus respectivos equipos, sumándose finalmente a la nómina Ion Izagirre. El menor de los hermanos ormaiztegiarras se ha recuperado de las fracturas (clavícula y tercer metacarpiano derecho) que se produjo en el pasado Tour a raíz de una caída en la undécima etapa, y podrá ser de la partida. Estos últimos días ha podido desarrollar entrenamientos de calidad a orillas del Mediterráneo, a donde viajó buscando buen tiempo, y el Astana le ha incluido en una alineación con cuatro ciclistas vascos. Con idéntica representación euskaldun cuenta el Caja Rural. Eso sí, sin un Jon Irisarri que figura como suplente en el ocho de la escuadra navarra. Movistar, Mitchelton-Scott y Total Direct Énergie, con un corredor euskaldun cada equipo, contribuyen a completar la lista.
"Tirad los del Astana, que lleváis a Aranburu', nos han llegado a decir. Ya saben que algo de peligro tengo"
"A diferencia del año pasado, llego a la Vuelta sin victorias, pero la séptima plaza de San Remo vale mucho"