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Buen punto de partida para crecer

Buen punto de partida para crecerEfe

ESE a que lo tuvo cerca, muy cerca,el Bilbao Basket no pudo regresar del Gran Canaria Arena con una victoria en el estreno del nuevo y peculiar curso baloncestístico, pero su puesta en escena competitiva mostró, ante un rival notablemente armado, a un equipo con amplio margen de mejora en cuanto al ensamblaje y conocimiento del medio de sus piezas pero con un punto de partida más avanzado atendiendo a lo que se había presenciado en los irregulares ensayos llevados a cabo en el periodo de preparación.

Extraer conclusiones del primer encuentro de un ejercicio nuevo puede llevar a sobrevalorar ciertos rasgos identitarios o aspectos del juego y a dejar escapar otros que pueden acabar teniendo mayor importancia a futuro, pero lo primero a destacar en el nuevo proyecto liderato por Álex Mumbrú es que, por lo visto el sábado, el carácter aguerrido y competitivo del equipo, pese al cambio de rostros, parece seguir inalterable. El Bilbao Basket tuvo que moverse en todo momento por detrás de un Herbalife Gran Canaria muy acertado en el triple y durante muchos minutos vivió haciendo la goma en el luminoso, acumulando incluso dos desventajas de catorce puntos en el tercer cuarto, pero en ningún momento se desconectó. No hubo bajada de brazos sino trabajo, búsqueda de alternativas y la necesaria fogosidad para llevar la cita a la prórroga y luchar por la victoria hasta el final.

El actual Bilbao Basket no se puede diseccionar atendiendo a las constantes vitales del pasado curso, no ya en cuanto a resultados sino en la forma de desenvolverse en los duelos, porque el cambio de piezas le obligará a moverse por sendas distintas en su manera de competir. Y como no puede ser de otra forma estando aún en el amanecer del curso, el camino a recorrer para armar un equipo que sea digno de recibir esa denominación, algo imprescindible en el libreto de Mumbrú, será todavía largo. Y tendrá muchas curvas y barreras. Sin embargo, el punto de partida presenciado en la primera jornada fue esperanzador, pues en el Gran Canaria Arena se vio un grupo humano solidario en el juego, gustoso de compartir la bola, enérgico en la caza y captura de rebotes en ambas canastas y eficaz a la hora de sumar puntos por diversas vías. A falta de que otros jugadores vayan encontrando sus mejores sensaciones, el equipo buscó con continuidad a Ondrej Balvin cerca del aro y a Arnoldas Kulboka más allá de la línea de 6,75 y dio mucho peso ejecutor a sus dos directores de juego, a un Jonathan Rousselle que debe ganar galones en su segundo año en Bilbao y a un Ludde Hakanson que fue, de lejos, el mejor de los debutantes y mostró su gran amenaza en ataque. Además, Mumbrú ya mostró variantes de pizarra al jugar minutos importantes del último cuarto con sus dos bases y sus dos pívots (Balvin y Aaron Jones) en cancha e incluso apostando por hacer coincidir a sus tres pequeños, con Jaylon Brown en la posición de alero.

Evidentemente, el aspecto del juego que más urge solucionar es la defensa. A falta de una pieza diferencial por fundamentos, energía y compromiso como Ben Lammers, que además era un factor corrector extraordinario, los hombres de negro tendrán que dar un paso al frente grupal para solidificar su retaguardia. El Gran Canaria se movió hasta el ecuador del último cuarto en porcentajes sobresalientes y en guarismos anotadores demasiado elevados (90 puntos a seis minutos del final del tiempo reglamentario) para que un equipo como el vizcaino pueda opositar a la victoria con regularidad. Muchos puntos llegaron mediante canastones, algunos en los segundos finales de la posesión, pero otros por falta de dureza o como consecuencia de personales a destiempo que regalaron tiros libres. Recién llegados como Aaron Jones o Kingsley Moses, que solo jugó cinco minutos, tienen que ayudar en este aspecto cuando se aclimaten al equipo y a la liga porque están llamados a ser piezas vitales para proteger el aro.