YAN Palmer, socio del Colonial Country Club, tuvo el honor de dar el primer golpe en el regreso del golf profesional en el Charles Schwab Challenge, que cuenta con 148 jugadores en liza. "Hacía falta volver a una cierta normalidad después de tres meses", reconoció el veterano golfista texano, que no pudo defender el título que logró el año pasado con Jon Rahm en el Zurich Classic de Nueva Orleans, uno de los muchos torneos cancelados por culpa del covid-19. Desde las rondas de prácticas del martes en el recorrido de Fort Worth, uno de los retos para los jugadores está siendo adaptarse a las nuevas normas que van a regir para protegerse de la pandemia. Precisamente, el jugador de Barrika tuvo otra preocupación ya que el avión privado que le llevó desde Arizona no cargó su bolsa de palos ni sus equipaciones y eso alteró sus planes de preparación. "No es la primera vez que ocurre, así que ha sido algo como bienvenido de nuevo a la realidad. Hay que tomárselo con humor", apuntó Rahm, para quien en este periodo de adaptación "será inevitable que alguien cometa algún error. Estamos acostumbrados a una rutina y es normal descuidarse".

Desde la misma llegada a la casa club del Colonial CC, un cartel advierte a todo el mundo que se mueva por el recinto de la necesidad de guardar la distancia de seis pies, esos dos metros que marcan la seguridad. Nada de abrazos, choques de manos ni siquiera de puños. Hay que saludarse desde lejos y evitar el contacto cercano. Por si acaso, la estatua en honor de Ben Hogan que preside el emblemático escenario de Fort Worth, donde se disputa este torneo desde hace 75 años sin interrupción, luce una visible mascarilla en señal de lo que va a suceder en el PGA Tour en las próximas semanas en todos los campos y hasta nueva orden. Bien lo saben los jugadores y cada persona con permiso para acceder al Colonial Country Club, que tienen que pasar diariamente las obligatorias pruebas de detección del virus y que cada día ven el enorme camión medicalizado que el PGA Tour ha puesto a su disposición y aparcado a la entrada. "No voy a mentir: dolió más de lo que esperaba. El tubo llegó bastante dentro", comentó Rahm después de someterse en el laboratorio móvil al test PCR y sentir cómo el artefacto de 15 centímetros penetró en su cavidad nasofaríngea.

No va a quedar más remedio que acostumbrarse y, en busca del mejor nivel de juego, olvidar todas las incomodidades en los tees de salida, aunque "no puedes decir que va a ser normal porque no lo es". Justin Thomas, que debuta en el Charles Schwab Challenge y persigue su tercer triunfo del curso, recordó que 2020 va a ser un "año extraño para el mundo del deporte" y que "si todos queremos volver a jugar al deporte que amamos y no solo para nosotros, sino para los aficionados y telespectadores, tendremos a adaptarnos a algo que va a ser diferente y raro".

El drive de Palmer en el hoyo 1, un par 5, sirvió para anunciar el regreso del PGA Tour, que quedó interrumpido el 13 de marzo. Y a las 8.46 horas de Fort Worth, sonaron las bocinas en el campo no para anunciar alguna emergencia climática, sino para que el juego se detuviera y los golfistas, allá donde estuvieran, guardaran un minuto de silencio por el asesinato de George Floyd. Este mismo gesto se repetirá en cada una de las vueltas del Charles Schwab Challenge. No hay muchos jugadores afroamericanos en el circuito, pero el PGA Tour "se compromete a amplificar las voces y los esfuerzos para terminar con los problemas sistémicos de las injusticias sociales y raciales", según su comisionado Jay Monahan.

Los jugadores del turno de mañana lograron las mejores vueltas y entre ellos destacó Justin Rose. El inglés, ganador del torneo en 2018, era el líder al cierre de esta edición con siete golpes bajo par después de sacarle otros tantos birdies al campo. Por la tarde, el calor apretó de lo lindo y Jon Rahm, acompañado por Rory McIlroy y Brooks Koepka, arrancó con dos birdies y luego un bogey en el 4. Mediada su vuelta de regreso a la competición, el de Barrika marchaba con dos golpes bajo par tras dejar el sello de su calidad en el hoyo 8 cuando embocó su segundo golpe desde fuera de green, un gran chip que sacó de entre los arboles y desde unos doce metros. Nadie aplaudió porque no hay público en Fort Worth, pero la motivación de luchar contra los mejores ha vuelto al golf.

Justin Rose arranca como líder y Jon Rahm muestra sus credenciales en un día en el que los jugadores lucieron su calidad sin público