Bilbao - Cada partido era un maratón para Sylvain Brefel. Interminables viajes y casi diez horas en la carretera como peaje. Era el precio de llevar su pasión a otro nivel. El guardaespaldas de Toulose realizó una apuesta hace cinco años. Decidió realizar un sacrificio enorme y viajar todas las semanas desde su ciudad hasta Euskadi para poder jugar a pala con los mejores. No tardó en consagrarse y en convertirse en uno de los mejores de su demarcación. Sin embargo, ese capítulo de su vida llegó a su fin el viernes pasado. No poder pasar tiempo con su familia pesó demasiado y Brefel decidió acabar con una experiencia que le hizo tremendamente feliz. Entre lágrimas y bajo el caluroso aplauso de un público que siempre le mostró su cariño, realizó su último saque como profesional.

El otro día puso fin a cinco años en Innpala. ¿Cómo se sintió?

-Fue un poco raro. Era la sensación de que el sueño se acababa, pero todo lo bueno tiene un final. Estoy muy contento por haber jugado un partido de despedida delante de este público que me ha dado mucha felicidad y que me han dado siempre la bienvenida con todo su corazón. Puedo decir que aquí tengo otra familia.

¿Qué reacciones le llegaron después de comunicar su retirada profesional?

-He recibido muchos mensajes de gente preguntándome por qué acababa y que estaban tristes por ello. Pero siempre les he dicho que tienen que no tienen que estarlo ya que estoy contento. Seguiré en la pelota, pero lo haré de otra manera y no descarto volver algún día. Es un poco triste, pero como he dicho todo lo bueno tiene un final.

¿Le costó tomar la decisión de dejar la pala profesional?

-Es la decisión más complicada que he tomado en toda mi vida. La pelota es mi vida y terminar con esta carrera, jugando con los mejores, es difícil. La cosa es que soy pelotari, pero al mismo tiempo también soy padre.

El corazón contra la cabeza.

-Exactamente eso mismo. Al final he pasado una gran parte de mi vida aquí, pero también estoy contento de hacer la otra parte de mi vida al otro lado de la frontera.

¿En su retirada influyen las horas que tiene que pasar en el coche cada vez que viene a jugar un partido?

-Todo el mundo me pregunta eso, pero si te gusta tanto la pelota, si es una pasión, las horas no cuentan. Lo que cuenta es la familia y por ella es por lo que acabo, no por los kilómetros que tenía que hacer. No estoy cansado, me gusta mi vida de andar siempre corriendo de un lado para otro, de hacer siempre muchas cosas. Los kilómetros son duros, pero dejar a mi hijo es mucho más duro.

Sarna con gusto no pica.

-La ida es muy fácil porque vas para jugar. Lo complicado es la vuelta.

Sobre todo si pierde.

-Eso es, cuando pierdo más. En estos cinco años cuando he perdido un partido, he vuelto directo sin comer nada. Cuando gano me quedo un poco. Las vueltas son lo más complicado y también son peligrosas porque son a altas horas de la noche.

¿Con qué momento se queda de su carrera deportiva?

-Me quedo con la gente que he encontrado. Al final lo que se va quedar en mi cabeza es las amistades que he hechos aquí. Por eso no me quedo con una victoria si no con la gente de la empresa y con todo el público. Aunque Josu Urquijo y Pablo Fusto son dos personas a las que tengo que agradecer muchísimo, al igual que a mi familia, que sin ellos no soy nada.

¿Qué le han aportado estas dos figuras?

-Gracias a Pablo estoy jugando aquí, fue el que le habló a José Ramón Garai de mí. Luego, Josu empezó siendo un compañero, luego fue mi jefe, poco a poco se convirtió en un amigo y al final en un hermano. Me da mucha pena dejar a Josu porque he encontrado a un hombre mágico, que se ha convertido en un hermano.

Pone por delante las amistades antes que los éxitos personales.

-Eso es. La aventura humana ha sido más importante que la trayectoria deportiva. Me voy con una sonrisa. Eso sí, también he sido campeón del mundo (risas).

En lo deportivo, ¿está satisfecho con su palmarés?

-Por supuesto, he conseguido muchas victorias desde que estoy aquí. Por ejemplo, la Copa del Mundo de Anglet o el Mundial de Barcelona. También gané el Mundial profesional con Fusto, que es el más complicado de ganar. Me voy muy tranquilo.

¿Le queda alguna espina?

-Ninguna. Por eso ha sido también mucho más fácil para mí partir.

¿Volverá a jugar algún día en el Bizkaia?

-No sabemos lo que pasará. Quizás juegue el Open, quizás algún día juegue en el Bizkaia? pero por el momento quiero ocuparme de mi hijo y pasar tiempo con el. Era el momento más bonito para salir. Campeón del mundo, 35 años? era perfecto. Pero lo dicho. Volveré y ganaré.

“Seguiré en la pelota, pero lo haré de otra manera y no descarto volver algún día”

“La aventura humana ha sido más importante que la trayectoria deportiva. Me voy con una sonrisa”