Bilbao - En la previa del duelo ante el Monbus Obradoiro, Veljko Mrsic reconoció que “si hace unas semanas nos hubiesen preguntado si estamos contentos con cerrar la primera vuelta con seis victorias, habríamos dicho que sí”. El técnico croata añadió que alcanzar los siete triunfos “estaría muy bien”, pero el Bilbao Basket no fue capaz de llegar a esa cifra tras caer en casa ante el conjunto gallego, que acumulaba siete derrotas seguidas, y volvió a demostrar que, con independencia del rival que tengan delante, los hombres de negro necesitan rendir al 100% de su capacidad para sacar resultados adelante, que en caso de cortocircuito o bajón de tensión cualquier conjunto de la Liga Endesa es capaz de tumbar su andamiaje, en absoluto sobrado de cimentación.

Finalmente, el conjunto vizcaino ha alcanzado el ecuador de la competición doméstica con esos seis triunfos que tan bien sonaban hace mes y medio, lo que implica un colchón de dos con respecto a la temida zona de descenso, actualmente ocupada por el Divina Seguros Joventut y el Betis Energía Plus. Esta primera vuelta de la Liga Endesa ha dejado claro que el lugar actual del Bilbao Basket en el ecosistema de la máxima categoría del baloncesto estatal no es otro que la pugna por abandonar la zona baja de la tabla, a ser posible sin sufrir hasta la última jornada, y que plantearse cualquier otra meta de rango superior es inviable. El conjunto vizcaino no anda sobrado de nada en cuanto a fondo de armario y en ningún momento de la temporada ha alcanzado la sostenibilidad de resultados necesaria para poner pies en polvorosa con respecto a la zona peligrosa, ni en la etapa de Carles Duran, saldada con un balance de tres triunfos y seis derrotas, ni en la de Mrsic, que acumula las mismas victorias y un duelo perdido menos.

Con la excepción de las derrotas en casa ante San Pablo Burgos en la semana en la que se llevó a cabo el relevo de inquilino en el banquillo de Miribilla y la última ante el Monbus Obradoiro, lo mejor que se puede decir de la primera vuelta de los hombres de negro es que han sabido sacar resultados ante rivales de igual o similar rango. De hecho, cinco de sus seis partidos ganados han llegado ante rivales clasificados entre la duodécima y decimoctavaposición: Delteco GBC y Betis Energía Plus a domicilio y Tecnyconta Zaragoza, Movistar Estudiantes y Joventut en casa. Será contra esos rivales, y el San Pablo Burgos, con los que pugnará a priori para evitar el descenso, por lo que la posición de partida es, cuanto menos, alentadora.

Eso sí, bien hará el Bilbao Basket en no descuidarse ni un ápice en interiorizar la nueva realidad que le toca vivir y poner todos sus esfuerzos en resolverla con la mayor eficacia posible, porque ya ha comprobado en sus carnes que necesita rozar su mejor versión para sacar partidos adelante, que cualquier rival está capacitado para amargarle la vida a la mínima que levanta el pie del acelerador o entra en uno de esos baches de concentración y bloqueo mental tan impresos a fuego en su ADN. El conjunto vizcaino ha tenido que convivir con las deficiencias estivales a la hora de tomar decisiones sobre su planificación deportiva. Disputar la Eurocup ha vuelto a ser perjudicial porque la acumulación de derrotas ha frustrado y puesto nerviosos tanto a dirigentes como jugadores y buena parte de la masa social y la confección de la plantilla ha obligado a efectuar dos cambios de cromos sobre la marcha, además del del entrenador. Juventud, exagerada falta de experiencia en el baloncesto europeo, capacidad atlética discutible, piezas en declive... La combinación ofrecía muchas dudas desde el comienzo y la realidad no ha hecho más que confirmarlas. La llegada de Devin Thomas ha ayudado a estabilizar la rotación en el puesto de pívot, el gran problema estructural del plantel, pero la lesión de Mickell Gladness, que se perderá los tres próximos partidos, volvió a dejar claro ante el Monbus Obradoiro que la estructura interior del equipo está cogida con pinzas.

También es cierto que con Thomas adaptado a la rotación y con la competición continental metida en el baúl de los recuerdos el conjunto de Mrsic había encontrado una sostenibilidad interesante, con tres triunfos seguidos en casa, dos duelos competidos hasta el final en Andorra y Canarias y hechuras defensivas más compactas. Pero la derrota del domingo ante los gallegos volvió a dejar clara la cruda realidad del Bilbao Basket, un conjunto que o bien roza el 100% de rendimiento del minuto uno al cuarenta o es tremendamente vulnerable.