getxo - Tras dos años de parón por la falta de unas condiciones meteorológicas idóneas y ya fuera del circuito mundial de olas grandes, el Punta Galea Challenge tenía claro su objetivo: volver a sus orígenes. Así que lejos de la inflexibilidad de fechas que supone ser una parada internacional, el campeonato de surf gigante más antiguo de Europa resurgió de su propia espuma. Y lo hizo mejor que nunca. Así, su décimo segunda edición se celebró en un día perfecto, por calendario y climatología, y con olas de más de cinco metros. Cierto es que la mar comenzó lenta y remolona, pero a medida que se sucedieron las horas cogió más tamaño y se lució ante los centenares de aficionados que se agolparon en el acantilado getxotarra con paredes simultáneas y firmes, cuyas secciones se enlazaban a la perfección. Espectáculo en mayúsculas.
Porque nada quedaban de las toscas olas con bajadas picadas a las que últimamente se estaba acostumbrando, el Punta Galea Challenge que se celebró ayer volvió a ser el espectáculo que le llevó al circuito mundial. Y Nic Lamb tuvo buena culpa de ello. El surfista californiano llegaba como el flamante campeón de la última edición celebrada, en 2014, y enseguida se notó que no quería bajarse de ese trono. Siempre estuvo a un nivel, o varios, por encima de sus rivales y no se achantó ante el rugido de la ola getxotarra. Fue listo, jugó sus cartas y escogió las mejores series. Fue valiente -o loco-, remó sin descanso y se lanzó a por las olas a las que nadie se atrevía soplar. Y, sobre todo, fue el más completo: con estilo, elegancia y mucho carácter. Lamb fue justo vencedor y se marchó de Punta Galea con la txapela en la cabeza, pero también con la admiración del público. El estadounidense consiguió que los centenares de aficionados que se reunieron en la tribuna getxotarra dejaran a un lado su predilección por los locales para rendirse a su surf. Les dejó sin aliento en una final que tuvo dominada en todo momento y se exhibió ante el solemne reconocimiento de los presentes.
Y es que ayer, bajo el sol del invierno vasco, fueron 24 los riders que mojaron su neopreno, pero sin duda, el favorito de la afición era Natxo González. El vizcaino hizo las delicias de los aficionados lanzándose a por las más grandes, comiendo si era necesario, y surfeando por la parte baja de la ola, esperando un hueco para meterse. Hueco que encontró. El joven surfista hizo buena su paciencia y consiguió un tubo perfecto para los jueces, una actuación que le valió un diez -la nota más alta de la competición- y el pase directo a la final del Punta Galea. Cierto es que en la manga definitiva, la última del día, Natxo poco surf pudo mostrar, puesto que la superioridad de Lamb era incuestionable; pero el vizcaino se marchó del agua entre aplausos, con el recuerdo de su ola perfecta en su mente y en la de los centenares de aficionados.
La final Cuando la luz del día amenazaba con esfumarse, los seis finalistas volvieron a saltar al agua para jugarse la txapela. Lamb no dio opción y Natxo se diluyó en sus propias opciones, pero junto a ellos también estuvieron otros cuatro surfistas que deleitaron al acantilado entero. El zarauztarra Indar Unanue presumía de su conocimiento de la ola de Punta Galea con un tercer puesto, mientras que el italiano Francisco Porcela celebraba su actual título de los prestigiosos Premios XXL con una cuarta posición. Cerro la clasificación el getxotarra Kosme Fernández, mientras que la gran revelación fue Adrián González de Valderrama.
El joven vizcaino, de apenas 20 años, fue presentado como una gran promesa del surf vasco y se marchó de Punta Galea con un meritorio segundo puesto, tras tutear a Lamb y divertirse en cinco metros de locura salada.