qUÉ preferís: jugar o ver la medalla?”, preguntó Xabier Pereda (Getxo, 1999) a la veintena de niños a los que da clase en la Escuela Isan de defensa personal. Imparte kata, la modalidad de kárate que consiste en llevar a cabo una secuencia de movimientos establecidos, especialidad de la que acaba de proclamarse campeón del mundo sub’21. Así que la respuesta de sus pupilos fue la más obvia y no se hizo esperar. Pereda sacó su dorada presea y a su alrededor se arremolinaron los alumnos, que dieron por terminada la clase tras tocar el premio de la mayor gesta conseguida por un karateca vizcaino.
Y es que el getxotarra llegaba al Campeonato del Mundo que se celebraba en Tenerife sin aspiraciones ni pretensiones. Con 18 años, era su primera temporada en esta categoría previa a la absoluta, así que el propio Pereda reconoce ser el primer sorprendido por su reciente éxito: “Ni me lo planteaba antes de ir, la verdad. El objetivo era hacerlo lo mejor posible e intentar subir al podio, algo que ya era muy difícil de por sí. Pero al final tuve un día muy bueno, me salió todo perfecto, hice muy buenos katas y gané”.
Pereda se plantó con autoridad en la final, donde se encontró al turco Emre Vefa Goktas, un rival al que conocía bien y contra el que nunca había caído derrotado. Y en el Campeonato del Mundo no iba a ser menos, así que el getxotarra dio lo mejor de sí y se colgó la medalla de oro con un ajustado resultado de 3-2. “Si soy sincero, no recuerdo muy bien la final. Está todo como una nebulosa, pero recuerdo que me sentí muy bien haciendo los katas, de hecho, fue el momento del campeonato en el que mejor me sentí y pensé que ganaría con un resultado más holgado. Aunque no fue así”, explica Pereda. Así pues, el vizcaino ganó por la mínima una final a la que llegó tras arrasar en gran parte de sus enfrentamientos, algo que ni él mismo esperaba. “Me tocó la liguilla menos complicada, con la mayoría de competidores europeos y los resultados del resto jugaron a mi favor, ya que eliminaron a rivales potentes. Es decir, no me paseé por el Campeonato como parece por los resultados, pero es cierto que los mejores no me tocaron en el grupo”, recuerda.
Ahora, campeón del mundo sub’21 cuando todavía le restan tres años por delante en esta categoría, parece que a Pereda se le han acabado los objetivos. Que es imposible encontrar una meta mejor a la que agarrarse para mejorar todavía más el rendimiento. Sin embargo, el getxotarra desecha ese pensamiento y, con la medalla al cuello, sonríe convencido de lo que dice: “Esto no se acaba aquí. Esto no hay que verlo como el final, sino como el principio y ahora estoy con más ganas que nunca de seguir a por los próximos objetivos”. Así, el Campeonato de España que se celebrará en Galicia en tres semanas y el Campeonato de Europa que tendrá lugar en Rusia el próximo febrero son los propósitos que Pereda se ha puesto entre ceja y ceja. De hecho, será en el torneo gallego su debut sobre el tatami como flamante campeón mundial, así que Pereda sabe que será el centro de las miradas y, lo peor, el rival a batir: “A mí esta medalla de oro no me relaja, al contrario, me pone más nervioso porque ahora la gente espera que seas bueno y que des lo mejor de ti. Ahora esperarán muchísimo más de mí que hace una semana. Entonces, yo que soy una persona muy pesimista y exigente, me sentiré más presionado, como si ganar ahora fuera una obligación”, reconoce.
Tokio 2020 “Todavía no me lo creo, no he asimilado lo que he conseguido; aunque, realmente, no ha cambiado nada”, explica Pereda. Sin embargo, ser campeón del Mundo de kata, aunque sea en la categoría sub’21, justo cuando esta modalidad ha pasado a ser deporte olímpico de prueba en los Juegos de Tokio, hace volar las ilusiones de cualquiera. Y Pereda no iba a ser menos. “Sé que 2020 queda muy cerca para mí, hay tres o cuatro karatecas muy fuertes por delante de mí en la selección estatal y, de hecho, ni siquiera es seguro que España pueda mandar un representante de kata porque solo van a ser diez competidores; pero yo lo voy a intentar. Porque que sea difícil no significa que no pueda conseguirlo”. Y, sino, que se lo digan a él, un chaval de 18 años que, contra pronóstico y sorprendiéndose hasta a sí mismo, consiguió colgarse la medalla de oro del Campeonato del Mundo, en su primer año como sub’21.