UNA jauría de pitbulls hambrientos recorrían el estómago de Ibon Larrinaga (Romo, 1991) cuando regresaba de competir en Marbella ante Jozsef Ajtai el pasado abril. El vizcaino triunfó. Se rumoreaban su nombre y la posibilidad de que pudiera pelear por un título. “Tenía pocos K.O. Así que, en teoría, era más asequible para los rivales, porque fuera de casa a los puntos tienes que hacer mucho más. Estaba preparado para dar un paso adelante”, desgrana el getxotarra. Así fue. Llamaron de Francia. Georges Leroy, invicto (11-0), campeón júnior de la WBC en el supergallo, esperaba en sus dominios. La Rochelle era el camino a seguir por Ibon y el equipo de MGZ. “Necesitaba ese plus para trabajar al cien por cien. Necesitaba sentirme obligado”, sostiene Larrinaga. Pura Vida afirma, además, que “fui para demostrar que valía. Saqué todo lo que tenía dentro y salió bien. Era la motivación extra que necesitaba. Siempre había estado a la sombra de Kerman, un pegador absoluto, y Jonfer, que había estado en la selección de España y tiene ese talento innato, y quería ver que valía ese sufrimiento diario”. ¡Bingo! El cinturón viajó a Romo. Se calmaron los animales de su tripa a base de kilos de ambición.

Antes, el camino de vuelta de Málaga rumió un cambio de timón en la carrera de Larrinaga. “Después de mis primeras cuatro o cinco peleas tenía ganas de enfrentarme a rivales más duros. Me había vuelto un poco amarrategi porque quería ganar los combates, pero el público paga su entrada. Por no perder la condición de invicto, ganaba justo el combate. Me di cuenta de que quería enfrentarme a un adversario de nivel para ver mi valía”, destaca el vizcaino, quien añade que “a este deporte le entregas mucho: sesiones de mañana y tarde, control de la alimentación diario... Es tiempo que quitas a todo lo demás. Llegó la opción de ir a Francia y ni me lo pensé”. Esas reflexiones trajeron una vuelta de tuerca en el planteamiento de Ibon. “Al principio, quería hacer las cosas bonitas y técnicas y recibir pocos golpes. Ahora, tiendo a meter manos más duras, manos de poder. La mejor defensa es un buen ataque. Si ese fallo que provoca una finta, una rotativa o un paso lateral, lo contestas duro, hace que el rival se piense dos veces las cosas. Mi boxeo sigue siendo dinámico, pero mi intención es ir a hacer más daño”, remacha. Por ello, ha cambiado su plan y hace más trabajo de fuerza: intensidad para ganar dinamita y carrera para mantener la resistencia. “En aquel instante, pensaba que no podía ser que me levantara temprano a correr, me esforzara en la comida, entrenara y quitase tanto tiempo a la pareja, la familia y los amigos. Hay que valorar lo que este deporte te da y te quita. Por eso quería probarme. Ver quién era. La victoria me recompensó y me da fuerzas”, agrega.

Tras el paso por la lona de La Rochelle, Larrinaga recibió el aprendizaje de “pelear fuera de casa”. “Noté que puedo salir e ir a comérmelo todo. Estoy preparado para pelear fuera”, manifiesta. “Era mi primer pelea a diez asaltos. Fíjese, los mexicanos dicen que la verdadera pelea se ve a partir del séptimo. Ahí nacen las carencias y el cansancio. Las manos hacen daño y se ven los fallos. A esa pelea iba sin apenas preparación y me vi bien. Llegué muy bien al décimo. Me noté bien de ritmo. Salí reforzado mentalmente”, remata el vizcaino, quien añade que “el cinturón supone, más que materialmente, lo que he crecido como boxeador. Sirve para demostrarme a mí mismo lo que valgo. Tenía claro que iba a ganar, pero otra cosa es llegar y que te tiren”.

El título le hizo un hueco en las listas oficiales de la Unión Europea y Europa. La pista de despegue. “Espero hacer una defensa en diciembre. Si sale bien, puedo aspirar a algo más. No me pongo límites. Lo que llegue, ya llegará. Iré a por todo”, argumenta. “Cuando fui a Francia, Txutxi -promotor y entrenador- me hizo una promesa: si triunfaba, defendería el cinturón en Bilbao y después iríamos a por cosas más grandes. Gané y él siempre cumple sus promesas. Quiero un rival duro”, afina.

Su primer test llegará el sábado en el frontón Txikito de Gallarta. Será ante Reynaldo Flaco Cajina (14-43-5) a cuatro asaltos. El supergallo de Romo define que “no es un fuera de serie ni muy técnico, pero ha noqueado a un campeón de la Unión Europea y al actual de Europa -Abigail Medina-. Quiero probarme ante un púgil peligroso, pelear con tranquilidad y, si sale antes del límite, genial”.

Larrinaga llegará a la cita después de una semana en Kiev junto al equipo de Oleg Yefimovich, que llamó a Ibon para preparar la eliminatoria mundial contra Scott Quigg. “Que me llamen para ir a Ucrania y medirme a un posible campeón del mundo, es positivo”, declara y finaliza que “estar de tú a tú con un púgil de su talla me da ganas de seguir creciendo”.

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