LUCIO Redivo no se va a asustar por el desafío que supone debutar en la Liga Endesa. El nuevo jugador del RETAbet Bilbao Basket está acostumbrado a la presión desde muy joven, no en vano su ciudad natal, Bahía Blanca, está considerada la cuna del baloncesto en Argentina, un lugar donde, incluso, el fútbol no inunda todas las conversaciones y se juega al baloncesto organizado desde hace un siglo. Desde los años 60 y 70, cuando reinaba Pablo Alberto Cabrera, conocido como Mandrake por sus mágicas habilidades con el balón, la localidad costera con el Atlántico ha tenido este deporte entre sus preferencias, un poco a la manera de lo que ocurre en Badalona, y son muchos los entendidos. Rara es la persona que no tiene un familiar o alguien cercano que haya jugado al baloncesto y por eso esa pasión se ha contagiado de generación en generación.
En Bahía Blanca, una ciudad que ronda los 300.000 habitantes, son más de veinte clubes los que disponen de cancha homologada con todas sus ocupaciones y llegaron a juntar a casi 1.500 personas jugando al baloncesto al mismo tiempo. Y los más veteranos aficionados presumen de la victoria que una selección de jugadores locales logró ante la Yugoslavia campeona del mundo en 1971. Eso fue un 3 de julio, festejado desde entonces como el día del baloncesto bahiense. Y más, este deporte fue una vía de escape mental durante la dictadura argentina que se cebó especialmente en Bahía Blanca.
Redivo ha tenido en quien fijarse y de quién aprender porque es fácil pensar que en Bahía Blanca pegas una patada y sale un jugador o un futuro entrenador. El actual seleccionador argentino, Sergio Hernández, es bahiense, lo mismo que Francisco García, que llevó a Venezuela a los Juegos de Río. De allí son Atilio José Fruet y José Ignacio De Lizaso, coetáneos de Mandrake en una época dorada; los hermanos Manu y Sebas Ginobili, ahora entrenador del Bahía Basket, el club en el que completó su formación el nuevo hombre de negro y que nació por el empeño de Juan Pepe Sánchez, otro bahiense ilustre cuando el Estudiantes, la referencia de la ciudad al más alto nivel, empezó a acumular problemas.
De Bahía Blanca son también los hermanos Pancho, que aún juega allí con 39 años, y Juani Jasen; Juan Alberto Espil, que también jugó en el Bilbao Basket; Alejandro Montecchia, uno de los campeones olímpicos con la generación dorada y ahora entrenador ayudante de Sebas Ginobili; Nico Richotti, cuyo padre Marcelo es otra de las figuras históricas de Bahía Blanca; Hernán Montenegro...
Todos ellos han jugado en la ACB y puede servir de referencia a Lucio Redivo en su estreno en una competición dura. Y también puede fijarse en otros jugadores de un físico similar al suyo como Facu Campazzo, Fede Van Lacke, Paolo Quinteros o Diego García que se las han apañado para tener un protagonismo prolongado en la Liga Endesa. Bahía Blanca ha sido, sobre todo, cuna de jugadores exteriores con descaro y mucho instinto para la anotación. Y el juego del nuevo escolta del Bilbao Basket es de los que engancha y llega al espectador, pero está por ver que pueda encontrar confianza y minutos para desarrollarlo.
Redivo tendrá oportunidad en dos competiciones y de su carácter y determinación, algo que destacan sus mentores en el Bahía Basket, se puede esperar todo porque cada vez que le han dado una oportunidad la ha agarrado con fuerza. “Cuando era niño todos me decían que por la altura, porque era bajito, no iba a poder jugar. Todo eso me motivó”, proclama como lema de vida un tipo al que algunos sitúan como uno de los futuros pilares de la selección albiceleste.
Los aficionados de Bahía Blanca estarán muy pendientes de Lucio Redivo, uno de sus ídolos, mientras asisten al crecimiento de otros jugadores como Facundo Corvalán, Máximo Fjellerup o Juan Pablo Vaulet que pronto darán el salto a la Liga Endesa o a la NBA. Porque en la ciudad también presumen de que entre los herederos de Mandrake también surgió un campeón como Manu Ginobili. El techo de Lucio Redivo quizás no es tan alto, pero nada está escrito y en el Bilbao Basket podrá buscar sus nuevos límites.