LEJOS de los focos de la Primera División, lejos del reconocimiento que se profesa a las figuras de la máxima categoría, hay jugadores que, aún sin el eco mediático de las divisiones inferiores, son capaces de ponerse a la altura de estrellas de primera magnitud. En el Sestao River milita uno de esos jugadores. Se trata de Raúl Domínguez (Cayón, 1986) que, con solo once goles encajados en 24 jornadas, es hoy por hoy el portero menos goleado de todas las categorías estatales junto con el meta del Atlético de Madrid, Jan Oblak, aunque este ha disputado un encuentro menos que el cántabro en el River.
Domínguez se resta méritos -“no soy el portero menos goleado, yo diría que somos el equipo menos goleado”-, pero su buen hacer ha resultado determinante en la ascensión que ha experimentado en las últimas semanas el Sestao, un conjunto que, pese a haber perforado solo 17 veces las metas contrarias, es sexto a tres puntos del play-off de ascenso. Todo ello gracias a la muralla infranqueable que para los rivales supone la meta de Domínguez, que ha dejado su puerta a cero en trece de los 24 partidos disputados y que ahora mismo lleva imbatido 402 minutos, casi tres partidos y medio.
Sin embargo, el de Cayón no da importancia a “unas cifras que indudablemente están muy bien” y afirma que cambiaría ese dato “por haber encajado más goles pero estar más arriba” en la tabla. “Tenemos que mejorar los números en ataque para poder dar un paso más”, destaca. En este sentido, cree que este mes será “decisivo” para los intereses del River: “Los próximos partidos contra Rayo Majadahonda, Sanse, Castilla y Real Unión marcarán el final de la temporada. Son equipos a los que les gusta tener el balón y si sacamos puntos contra ellos seguro que acabaremos en la zona de arriba”.
El público de Las Llanas se ha habituado ya, tras tres temporadas, a la estampa de Domínguez vestido completamente de rosa -desvela que elige ese color para solidarizarse con los enfermos de cáncer- y ha sabido reconocer sus cualidades. Los reflejos, la habilidad en el uno contra uno y el juego con los pies son las principales virtudes de este guardameta que, no obstante, reconoce que tiene facetas por mejorar: “Me gustaría tener un mejor golpeo con la zurda, poder mejorar el blocaje y poder despejar más lejos con el puño izquierdo...” La lista de defectos que él mismo enumera casi no deja sitio para la complacencia. Es una continua lucha por mejorar. Y pese a que su objetivo sea el de evitar los goles rivales, afirma que siempre está “pensando en atacar”. “Cuantas menos veces tenga que intervenir, mejor para el equipo; pero en cuanto intervengo siempre pienso en atacar y en iniciar rápido las jugadas”, asegura
Domínguez, formado en el Cayón -donde sigue jugando su hermano gemelo como mediocentro- y en el Guarnizo de Tercera División, pasó a la cantera del Sporting, con el que llegó a debutar en Primera de la mano de Manuel Preciado -“un padre futbolístico”, según confiesa-. Llegó a Sestao hace tres temporadas. Su debut con el River, ante la Peña Sport en Las Llanas, ya supuso todo un presagio, ya que detuvo un penalti a los tres minutos permitiendo al River ganar 1-0.