Bilbao - Agarra el teléfono Igor Antón como si en ese acto tan cotidiano en la era del móvil, estrujase la esperanza, que es lo último que se pierde. Abierta la puerta de diciembre, cerradas la mayoría de las plantillas, constituidas varias escuadras y perfiladas algunas concentraciones, aguarda en la sala de espera el vizcaino una llamada que le cuelga un dorsal en el pelotón para el año que viene. “Aunque cada vez está más complicado”, se sincera Igor Antón después de que su aventura en el Movistar embarrancara tras dos cursos. Desde ese momento, el ciclista de Galdakao, otrora enganche de la afición desde el naranja de Euskaltel, intenta hacerse un hueco en para la próxima campaña. “Estoy en contacto con mi agente y hay cosas que se mueven, pero no han fructificado”, explica Antón.

Una de esas ofertas tuvo que ver con el Caja Rural, pero la imposibilidad de la escuadra de alistarse al Giro revocó la opción de Igor Antón, un ciclista querido y reconocido en Italia y que hubiera servido para introducir al equipo navarro en la carrera italiana. “Esa opción, a día de hoy es imposible”, considera el corredor vizcaino, que desea enrolarse en una aventura en el extranjero, a “ser posible”, en el WorldTour. Las vacantes son escasas y el reloj apremia. “Hace dos años también me ocurrió y encontré equipo, pero está claro que la de ahora no es la mejor situación para encontrar equipo”, agrega Igor Antón, que completado un currículo más que interesante, con triunfos en el Giro de Italia y en la Vuelta a España, dice que su búsqueda de equipo “no es una cuestión de dinero; quiero algo que me seduzca para seguir”. Con esa idea, la de enlazar con el futuro a pedales, el corredor galdakoztarra, entrena “como siempre” pensado en lograr un sillín.

“Apuraré hasta el final. Sé que lo tengo difícil, que es complicado, pero bueno”. Mientras las manecillas avanzan, -“algunas veces sí que piensas que tal vez haya dado mis últimas pedaladas como profesional”, sugiere Antón-, el galdakoztarra, pensamiento positivo el suyo, no quiere caer en el desánimo y se da una prórroga. “Recuerdo que Samuel fichó hace dos años en febrero, aunque eso no es lo normal”. Él calcula que la fecha límite debería estar alrededor de las navidades, cuando el curso está a un dedo de echar a rodar. “Después de navidades será un momento clave”, cierra Igor Antón, consciente de que se le agota el tiempo.