bilbao - Entre las bestias del sprint del Mundial de Pekín, un atleta ha podido pasar desapercibido, pese a que sus rasgos se alejan del estereotipo de los corredores que dominan las pruebas más cortas y, desde luego, no permiten adivinar su origen. En las series y en las semifinales de 200 metros compartió carrera con Justin Gatlin un chaval de 16 años y 1,87 metros llamado Abdul Hakim Sani Brown que podría ser de cualquier lugar del África anglosajona, pero es de Japón. Su padre es ghanés y su madre, nipona, y él está considerado la gran esperanza de la velocidad asiática, ahora que la estrella de su compatriota Yoshihide Kiryu, de 19 años, se ha apagado un poco.

Sani Brown llegó al Mundial con una marca de 20.34 y en las series corrió en 20.35, lo cual es muy destacable en un atleta tan joven. “Nunca me pongo nervioso”, asegura un chico que se proclamó hace poco más de un mes en Cali campeón del mundo junior de 100 y 200 metros, algo que no había logrado desde que hace una década lo hiciera el británico Harry Aikines. Era la primera vez que competía fuera de Japón y sus marcas en la ciudad colombiana de 10.28 y 20.34 anuncian a un corredor con un futuro espléndido que, cuando solo tenía 10 años, fue dirigido hacia el atletismo por su madre Akiko, antigua velocista, “ya que no era bueno para los deportes de equipo”.

Nacido en Fukuoka y formado en la elistista Josai High School de Tokio de la mano de Takahiko Yamamura, Abdul Hakim Sani Brown ha ido progresando en sus marcas de una manera evidente al mismo tiempo que pule detalles, sobre todo en relación con su puesta en acción. A veces se retarda, algo nada extraño en alguien que confiesa que su mayor afición es dormir, algo a lo que se entrega “durante 12 o 13 horas al día”. Cuando no duerme, realiza cinco entrenamientos a la semana o escucha rap y hip-hop. Su objetivo es clasificarse para los Juegos de Río, donde llegará con 17 años. Pero su meta realmente estará en 2020, en Tokio, donde quizás pueda disputarse los podios de la velocidad con Trayvon Bromell y André De Grasse, los medallistas de bronce en los 100 metros del Mundial.