AÚN me queda mucho por aprender”, dice Jon Ander Albisu (Ataun, 06-V-1990). Lo declara mientras observa cómo en el Astelena de Eibar Iñaki Artola se prueba. Él solo. “Iñaki parece que lleva mucho tiempo en esto y no hace ni un año que debutó”, comenta el bulldozer de Ataun. Tiene una media sonrisa el pelotari guipuzcoano mientras juguetea con los tacos de la mano derecha. Él es el mayor del dueto. Él es el veterano de la pareja. Un manista ya consolidado en la élite desde hace cursos, aunque no alcance todavía ni los veinticinco años. Además, en su hoja de ruta deportiva, se suman las loas y los halagos a una cuenta de resultados bastante importante: en casi cinco años como profesional -los cumple en julio- suma cuatro campeonatos de Parejas de Primera, tres semifinales, una final y una txapela en Segunda, con Mikel Olaetxea. “No me puedo quejar”, certifica.
Casualmente, mientras observa La Catedral, con ese sabor añejo que tiene el frontis y su parte baja desnuda, sin colchón, evoca el instante en el que saltó por primera vez al Parejas de Primera. Fue en su descorche, cuando aún se gestionaba en Segunda. Fue allí, en el verde eibartarra, en la última jornada de la liguilla de cuartos de final del torneo de 2012. Día clave. Día D. Patxi Ruiz, lesionado, cedió su hueco al ataundarra, quien junto a Oinatz Bengoetxea solo necesitaba hacer diez tantos para clasificarse para semifinales. Xala y Barriola expusieron el precipicio. Vietnam en Eibar. 22-8. Irujo y Merino II, a semifinales. “He cambiado mucho desde entonces. Entré por la lesión de Ruiz poco después de debutar. Salía nervioso, agarrotado, sin poder dar lo mío. A medida de que pasan los años, te sientes más confiado. Antes perdía más pelota. Ahora se ha visto que pierdo dos o tres en partidos en los que antes erraba el doble, o más”, explica el pelotari guipuzcoano, cuyo rodaje y consagración viene de mano de Pablo Berasaluze. El destino de ambos se une de modo inexorable en los libros de historia. Forman parte de un dueto especial. Tres cursos consecutivos y una final, fallida por la lesión del vizcaino, les contemplan. Una pena. “Es diferente jugar con Pablo y jugar con Iñaki. Pablo tiene mucha experiencia y daba mucha tranquilidad a la hora de jugar y afrontar los partidos. Se nota su experiencia. En el caso de Artola, es un debutante, pero ha demostrado que juega como un veterano”, concreta Albisu, cuya evolución está siendo exagerada.
En los primeros compases de sus dos primeros cursos en la élite ya se conocían sus habilidades y sus yerros: zaguero potente, de capacidad física, pero con cierta tendencia a las escapadas. Pero se cosió los fallos. “Desde que debuté he ido hacia arriba y he seguido creciendo. Tengo que seguir en esta línea. Estoy aprendiendo a no perder pelota, a ponerme bien en la cancha y no salir tan nervioso”, manifiesta y agrega que “estoy jugando bien y es buena señal. Los resultados demuestran que las cosas están saliendo bien. Aún me queda por aprender, pero siento que voy para arriba, que sigo aprendiendo”. Trabaja mucho junto a Rubén Beloki, zaguero legendario y técnico de Asegarce, y Anizeto Lazkano. “Siempre me decían que tenía que colocarme bien, no darle a todas las pelotas, que tenía que recoger atrás y darle delante. Estamos metiendo muchas horas de entrenamiento y se ve en la cancha. Ahora, salgo más confiado”, manifiesta Albisu.
Se mece en las semifinales el ataundarra junto a Iñaki Artola, un pelotari en evolución, y argumenta que por ahora los objetivos personales siguen siendo los mismos a pesar de acumular kilómetros de campeonatos pasados: “Hacer lo mío”. “Tenemos que apostar por dar nuestro nivel”, remacha Albisu. Veterano. Y joven.