Bilbao - Dice la cultura popular en uno de sus dichos que “correr es de cobardes”. Es una máxima a revisar. No hay duda. Se demostró ayer en la Bilbao-Bilbao, donde el entusiasmo de un pelotón de valientes, -6.813 inscritos contabilizó la organización- se impuso al mal tiempo. Frío y lluvia se unieron y se hicieron fuertes, pero no lograron amilanar a los miles de participantes de la gran clásica cicloturista, un festejo para los apasionados del ciclismo, algo así como un autohomenaje que sabe mejor compartido. “Dadas las condiciones en las que se ha corrido la prueba, estamos muy contentos, creemos que ha sido un éxito reunir a casi 7.000 participantes”, enfatizaba Gaizka Benguria, una de las cabezas visibles de la organización, después de completar el trabajo de cuidar de cada detalle de la clásica cicloturista.
Puntual, Bilbao se despertó a las 8.00 horas inundada de miles de ciclistas dispuestos a completar los 115 kilómetros de recorrido. “La mayoría es de Bizkaia y de provincias limítrofes, pero ha venido gente de Barcelona, Madrid, Cádiz, Galicia, Asturias...”, se enorgullecían desde la organización. El cielo se desplomaba sobre los miles de ciclistas, cada vez presentes las mujeres “sobre el 15 o el 20% del total”, reunidos al calor de la prueba. En los cascos, el eco de la lluvia. Ese repiqueteo constante servía de banda sonora para una jornada donde imperó el carácter festivo. Chubasqueros, guantes, escarpines y culottes largos mandaban en el pelotón, donde lo mismo se ensillaban bicicletas de corredor, monturas adaptadas para combatir minusvalías o bicis de montaña. “El mal tiempo ha ralentizado los tiempos de la carrera porque como es lógico se toman más precauciones”, desgranaba Gaizka Benguria, feliz porque, a pesar de las circunstancias y de los numerosos pinchazos, no se produjeron incidencias reseñables. “Ha habido caídas, pero nada importante. Todas de chapa y pintura”. Así que al mal tiempo, buenas piernas.