Bilbao - El Bilbao Basket sigue subido a la cresta de la ola y no tiene la más mínima intención de bajarse de ella. Alguien tendrá que empujar a los hombres de negro para descabalgarles de ese estado de gracia en el que se encuentran inmersos y ese alguien no será ni el Barcelona ni el Real Madrid ni el Valencia Basket, rivales de alta alcurnia que han pasado por el Bilbao Arena en el último mes para abandonar el pabellón con la rodilla hincada en el suelo y la bandera blanca ondeando sobre sus cabezas. Una de dos, o el conjunto que lidera desde el banquillo Sito Alonso no conoce límites o simplemente los desprecia semana tras semana, dando constantemente saltos mortales hacia adelante sin importar el rango del rival ni las circunstancias. El conjunto vizcaino suma ya doce victorias en su casillero -las mismas que logró durante toda la pasada temporada- y la próxima jornada, la última de la primera vuelta, se jugará en la cancha del líder, el Unicaja de Málaga, ser cabeza de serie en el sorteo de Copa... e incluso, ya en plan bilbainada elevada al cubo, el liderato de la Liga Endesa.
Los hombres de negro volvieron a hacer gala ayer de esa fe en sí mismos y en sus posibilidades que les ha otorgado el trabajo diario. En un choque que se movió en márgenes estrechos y en el que ambos contendientes mostraron dientes de sierra en su rendimiento, los anfitriones acabaron dando buena cuenta de una escuadra dirigida por Velimir Perasovic que tenía la posibilidad de sellar su billete copero en caso de triunfo. Los locales controlaron casi siempre el marcador a partir de los compases finales del primer cuarto e incluso gozaron de un par de ocasiones para fabricar un final de encuentro desahogado, pero la agonía pasó también ayer por Miribilla, aunque últimamente el Bilbao Basket se desenvuelve con aplomo y soltura en estas situaciones taquicárdicas. El 78-71 a 2:09 del final era un magnífico tesoro, pero entre pérdidas, malos ataques y tiros libres fallados la situación mutó a un inquietante 79-77 a 19 segundos del final con balón para el conjunto visitante. Pero este Valencia Basket ha perdido instinto asesino. En la siguiente jugada, los colegiados castigaron con falta un bloqueo de Aguilar y Raúl López no perdonó esta vez desde la línea de castigo. Romain Sato aportó algo de pimienta al choque con un triple a la desesperada (81-80), pero Colom viajó a la zona de tiros libres con un segundo en el reloj, metió el primero, tiró a fallar el segundo como reza el manual en estos casos y ya no hubo tiempo para nada más que no fueran las celebraciones de una afición que últimamente se ha acostumbrado a ellas, a abandonar el infierno con una sonrisa de oreja a oreja.
El encuentro careció quizás del brillo y de la sensación de perfección de propuestas anteriores de los hombres de negro, pero estos volvieron a demostrar que han aprendido a desenvolverse con acierto en cualquier circunstancia. El Valencia Basket, irregular por definición, les hizo daño en varias fases de la contienda con diferentes propuestas, sobre todo con una defensa zonal en el tercer cuarto cuando los locales amagaron con coger vuelo con un 59-46 tras un soberano parcial de 13-2 en la apertura del tercer cuarto, pero de todo salieron vivos los de Sito Alonso sin necesidad de individualidades excelsas, tirando de bloque y de variedad de recursos. Eso sí, remarcable fue el partidazo protagonizado por el joven Tobias Borg, brillante en el lanzamiento desde la línea de 6,75, el rendimiento sostenido de Álex Mumbrú a la hora de ofrecer soluciones ofensivas -acabó con 21 puntos- o el protagonismo de Latavious Williams en casi todo lo que aconteció sobre la cancha en los diez minutos finales, en los que firmó cinco puntos y seis rebotes, la mitad de ellos ofensivos, además de rebosar actividad en ambas canastas.
Brillan los ataques El duelo de ayer arrancó con los ataques imponiéndose a las defensas y bajo ese patrón fue el Valencia Basket el conjunto que entró al choque con mejor pie. Pese al acierto exterior de Mumbrú y Colom, los de Perasovic aprovecharon la efervescencia anotadora de su tridente de bases (Nedovic, Van Rossom y Vives) para abrir las primeras rentas, pero el Bilbao Basket no solo mantuvo la verticalidad, sino que cerró el primer cuarto en ventaja (29-27) gracias a la atinada muñeca de Borg y Raúl López. Con su canasta mejor resguardada, los anfitriones empezaron a parecerse más a sí mismos. El 39-32 supuso una buena oportunidad de fabricar un buen colchón para sus intereses, pero dos perdidas de balón de Colom, otros tantos tiros libres errados por el base andorrano y varios fallos de los Todorovic debajo del aro despertaron a un Valencia Basket que llegó muy vivo al descanso gracias a un triple sobre la bocina de Lucic que colocaba el 46-44.
En la reanudación, dos triples del enchufadísimo Borg supusieron la rampa de despegue que permitió a los de Sito Alonso arrancar el tercer acto con un parcial de 13-2 para colocar en tres minutos un fantástico marcador de 59-46, pero los locales no fueron capaces de poner pies en polvorosa de manera definitiva. Perasovic apostó por una defensa zonal que atascó a los bilbainos, quienes no solo encajaron otro 2-13 sino vieron cómo el Valencia Basket llegaba incluso a recuperar el control del luminoso antes de que Andjusic colocara el 65-64 al término del tercer cuarto. Quedaba claro que el encuentro iba a distar muy poco de un cara o cruz y que los detalles iban a tener vital importancia. Van Rossom llegó a empatar el partido merced a un triple, pero Mumbrú respondió desde la línea de 6,75 y cinco puntos seguidos de Colom volvieron a distanciar a los locales (75-69 a 3:54 del final). Sato trató de ejercer de pilar taronja, pero Williams recogió el guante en el otro bando y colocó el 78-71 a poco más de dos minutos del final. El cuadro local quiso pero no pudo evitar el final no apto para cardiacos, pero al menos este curso su parroquia sabe que al equipo no le tiembla el pulso en apremiantes circunstancias. Ayer no fue una excepción, sino otra demostración de que este Bilbao Basket no tiene límites.