Bilbao - No fue la de ayer una matinal de traje y corbata en Miribilla. El preciosismo y el baloncesto de alta escuela, ese que es fluido y filoso, se quedaron esta vez en el vestuario esperando una mejor ocasión y el partido se asemejó más a una batalla de trincheras, de esas en las que la conquista de cada palmo de terreno cuesta sangre y sudor. Entendió las circunstancias el Bilbao Basket y si siete días atrás lució esmoquin y sombrero de copa para tirar de virtuosismo y asaltar brillantemente la cancha del Herbalife Gran Canaria, ayer se enfundó el traje de faena, se echó al hombro el pico y la pala, bajó al fango a ensuciarse las manos y acabó cosechando la séptima victoria de la temporada en un duelo áspero y trabado en el que fue casi siempre a remolque de un Tuenti Móvil Estudiantes honesto en el esfuerzo al que el choque se le acabó escurriendo entre los dedos en los dos minutos finales, a los que llegó con un 58-63 favorable a sus intereses merced a una acción marca de la casa de Javi Salgado: triple con tiro libre adicional.
Salvo una notable salida que cristalizó en un ilusionante 10-2, a los hombres de negro les costó ayer Dios y ayuda mantener la verticalidad. Con la línea exterior muy tocada en su línea de flotación por las bajas de Álex Mumbrú y Dairis Bertans, a Sito Alonso se le hizo muy difícil componer quintetos que ofrecieran un rendimiento sostenible en ambas canastas, lo que permitió a los de Txus Vidorreta controlar el marcador desde el segundo cuarto con ventajas que llegaron incluso hasta los diez puntos (36-46). Quizás la mayor virtud del Bilbao Basket radicó en interiorizar que debía cambiar de registro para opositar a la victoria, en entender que su arsenal ofensivo no tenía su día y que para poder aspirar a ganar debía plantear una guerra de guerrillas, cerrar a cal y canto su aro y en la parcela atacante ir recuperando terreno palmo a palmo, centímetro a centímetro. Punto a punto. Y a ello se puso, con pico y pala. Permitió únicamente 23 puntos a los colegiales en los dos últimos cuartos y con más agonía que brillantez fue limando su desventaja hasta recuperar el rebufo de su rival. Sin embargo, el tres más uno del base de Santutxu a 2:36 del final dibujaba un complicado escenario, pero una canasta de Quino Colom, un tapón vital de Marko Todorovic y dos faltas a destiempo de Estudiantes perfectamente castigadas por Raúl López y Dejan Todorovic desde la línea de tiros libres cambiaron el panorama de manera radical: 64-63 a un minuto del final. Los colegiales desaprovecharon su primera oportunidad por culpa de un resbalón de Salgado, lo mismo que le ocurrió a Colom en la otra canasta. Con 15 segundos por disputarse, Sito Alonso apostó por defender en lugar de hacer falta. Lo hizo perfecto durante 12, pero justo al final Dejan Todorovic perdió contacto con su hombre, Jaime Fernández, y este dispuso del último lanzamiento, pero su tiro lateral sin oposición impactó en el aro para regocijo del Bilbao Arena.
Encaje de piezas En otro ejercicio de supervivencia, el Bilbao Basket tuvo que hacer una vez más encaje de bolillos para sobreponerse a las ausencias, con Dejan Todorovic rozando los 30 minutos de juego y Tobias Borg aportando trece minutos de refresco y actividad defensiva desde el banquillo. Cinco jugadores acabaron en dobles dígitos en la parcela anotadora, con Raúl López especialmente incisivo en las penetraciones para finalizar o doblar pases, Latavious Williams muy activo en la segunda mitad y Dejan Todorovic mostrando aplomo y ramalazos de su incuestionable calidad. Entre todos tuvieron que tapar la mala puntería en el tiro de tres puntos (3 de 17, 18%) personificada en los dos principales fusileros, Ethan Wragge y Danilo Andjusic, que acabaron ambos con un 1 de 5.
Y eso que el arranque hizo presagiar un duelo fluido, pues el Bilbao Basket apenas necesitó tres minutos y medio de juego para colocar un 10-2 favorable a sus intereses ante un Estudiantes demasiado endeble en defensa, pero Vidorreta paró el partido, llamó a capitulo a los suyos y trabó el galope del rival. La efervescencia ofensiva de Nacho Martín sirvió para que el primer acto se cerrara con un equilibrado 19-17 y posteriormente fue Jaime Fernández el que aprovechó las grietas de la retaguardia bilbaina para penetrar una y otra vez hacia el aro sin demasiada oposición. Además, Estudiantes, con más kilos y centímetros, empezó a lucirse en el rebote ofensivo, a disponer de numerosas segundas oportunidades para mover sus dígitos, y alcanzó el ecuador del choque en ventaja (35-40).
Y poco cambiaron las cosas en la reanudación. El Bilbao Basket, fuera de ritmo, con la mente demasiado nublada y absolutamente romo en ataque, únicamente anotó un tiro libre en los primeros cinco minutos y medio de tercer cuarto. Tampoco Estudiantes encontraba aro de manera sencilla, pero se las arregló para fabricar un 36-46 que encendió todas las alarmas en Miribilla. Sito Alonso activó a Germán Gabriel para tratar de generar juego desde el poste bajo y consiguió sacar rendimiento de su apuesta, aunque fuera de manera indirecta: la atención defensiva que siempre genera el pívot fue aprovechada por sus compañeros para llegar al acto final con un 47-50 que dejaba abierta la resolución del duelo.
Los triples de Jaime Fernández y Salgado volvieron a dar aire a los colegiales, pero el Bilbao Basket se las arreglaba para no perder comba. Con 58-59, Andjusic falló un tiro para poner por delante a los suyos y el de Santutxu materializó un tres más uno que parecía tener difícil vuelta atrás. Pero siguieron empujando sin descanso los hombres de negro y acabaron encontrando premio, probablemente mayor de lo que merecieron. Es lo que tienen las dinámicas, puñeteras a las malas pero fantásticas a las buenas, las que ahora sonríen al Bilbao Basket.