“Alberto es un campeón especial”. Solo así, dice Bjarne Riis, su director en el Tinkoff, se explica su viaje maravilloso desde el hospital en el que acabó el 14 de julio cuando el Tour corría por Los Vosgos hasta lo más alto del podio de la Vuelta que acabó ayer en Santiago. Hay quien habla de milagro. Contador se destrozó la rodilla en la carrera francesa, se vio obligado a abandonar como días antes había hecho Froome y su temporada quedó en el alero. Pensó, primero, que podría recuperarse para correr la Vuelta. No quería acabar la temporada con una caída. Contador es así, luchador. Está en su ADN. Se ha caído unas cuantas veces -los problemas y conflictos inundan su biografía ciclista- y siempre se ha levantado. La última vez, esta de la Vuelta que ha ganado cuando hace un mes dudaba siquiera que pudiese correr. Los médicos no se lo pintaban bonito. Y él, pudo recordar ayer, alternó días claros y oscuros. Se ilusionaba a veces con la idea de recuperarse y pelear por la Vuelta y, otras, se desmoralizaba, qué duro el realismo, con la idea de que eso era imposible. Hubo expertos, incluso, que durante la misma Vuelta dudaron de que la rodilla fuera a soportar tanto esfuerzo. ¿Milagro? Ayer, cuando le recordaron varias de sus hazañas inverosímiles -el Giro del 2008 llegando desde la playa; esta Vuelta que empezó cojo...-, le preguntaron si había para él algo imposible. Dijo que, obviamente, sí, que muchas cosas eran inalcanzables pero que él siempre se repite los mismo: querer es poder. Tanto querer, Contador tiene en su poder seis grandes (tres Vueltas, dos Tours y un Giro), lo que le sitúa en el altar de los grandes de la historia solo por detrás, en cuanto a grandes vueltas se refiere, de Merckx (once), Hinault (10), Anquetil (9), Indurain (7) y Coppi (7).
Hace exactamente dos meses estaba en el pozo.
-La caída del Tour, sí. Desde entonces han pasado muchas cosas y he tenido muchos altibajos de moral. A veces me sentía ilusionado y otras, no tanto. Salí de eso gracias al cariño. La gente me paraba por la calle y me animaba desde los coches cuando entrenaba.
¿Creía en usted, en que podía ganar la Vuelta?
-Hace un mes no soñaba ni con estar en la Vuelta porque pese a que cuando me caí pensaba que podía llegar, que había tiempo suficiente para recuperarse, luego todo se fue torciendo. Y hubo un momento en el que las cosas estaban tan mal que pensé que todo se había acabado.
¿Por qué se empeñó? ¿Qué le empujó?
-En este tipo de situaciones siempre me recuerdo a mí mismo una frase: querer es poder. Durante la Vuelta bastante gente experta, médicos y demás, veía imposible que pudiese recuperarme totalmente para luchar por ganar. Lo he hecho, pero estas cosas no las puede hacer uno solo. Siempre me he rodeado del mejor equipo. Ellos me han permitido llegar hasta aquí.
A la Vuelta llegó con muchas dudas y usted mismo se descartaba para luchar por ganar. Luego, sus palabras han despertado recelos.
-Los primeros días me costaba mucho entrar delante. Libré gracias al trabajo del equipo. No tuve un buen día hasta la segunda semana. En la etapa de Valdelinares -el día del primer ataque del madrileño con el que no soltó a Quintana y a Purito, pero sí a Valverde y a Froome- tuve por primera vez buenas sensaciones. Hasta entonces... Me salvó el equipo. Valdelinares fue un punto de inflexión porque me sentí bien. Luego llegó la contrarreloj de Borja, las cosas fueron mejor y empecé a pensar que, por qué no, se podía ganar la Vuelta.
Parece un milagro. Ya ganó un Giro para el que le llamaron cuando estaba en la playa, ahora esto... ¿Hay algo imposible para usted?
Por supuesto que hay cosas imposibles, pero en este caso las circunstancias que me he encontrado me han ayudado a ganar. Además, las grandes vueltas son una cuestión de recuperación. No hace falta llegar al cien por cien para poder ganarlas, sino recuperar bien de un día para otro y esa es mi virtud.
¿Qué tiene pensado para el próximo año?
Es pronto aún para pensar en eso. Pero es seguro que mi dedicación va a ser la misma: bici de principio a fin, y solo bici. También tengo un sueño, que es correr las tres grandes en una misma temporada. El corazón y la ilusión me piden que lo haga, pero la cabeza me frena y me dice que ese reto es mejor que ni me lo plantee.
¿Por el esfuerzo que requiere?
Por eso y porque en el ciclismo todo gira en torno al Tour. Sacrificarme de esa manera sabiendo que solo se valora lo que hagas en el Tour me hace pensar que es implanteable. Ya digo que es algo que me gustaría hacer, pero la cabeza no piensa lo mismo.
Ha ganado tres Vueltas y las tres tienen algo de especial.
No me puedo decantar por ninguna. Todas son especiales. La primera, porque pude completar la triple corona. La segunda, porque después de estar suspendido el hecho de volver y ganar era muy importante. Y esta, por las circunstancias, porque por lo de la pierna nadie pensaba que pudiera estar ahí.
¿También es especial esta porque le ha ganado a Froome?
Ganar a los mejores es lo que gusta.