bilbao - Pregunta el vecino en el ascensor. "Oyes, ¿a ti no te da miedo salir en bici por la carretera?". El vecino va al quinto. Tiene tiempo para insistir ante la primera respuesta. "Es que con las cosas que pasan, yo no me atrevería". Y el ascensor sube despacito mientras el perro olisquea la rueda. Insiste. "Pero claro, no vas a dejar de hacer cada cosa que suponga algo de riesgo porque al final no saldríamos de casa". No sale al rellano sin añadir: "Pero algo se podrá hacer para que andar en bicicleta no sea tan peligroso, ¿no?".

Para dar respuesta a la pregunta del vecino se concentraron ayer en Bilbao, primero frente a la Diputación de Bizkaia y luego ante el Ayuntamiento, dos centenares de cicloturistas para reclamar medidas que eviten el goteo continuo de víctimas ciclistas en la carretera. La última, hace una semana, aún se encuentra en el hospital tras ser atropellado por un coche que se dio a la fuga. "Pero los accidentes, de mayor o menor gravedad, ocurren casi a diario", reclamaron. "Algo hay que hacer". Eso pedían ayer. Soluciones a un problema cuya magnitud va en aumento porque al igual que cada vez hay más coches en la carretera, el fenómeno cicloturista se expande a una velocidad de vértigo. Así que basta que salgan cuatro rayos de sol para que las carreteras vizcainas se llenen de bicicletas. Y que se encuentren con los coches. Y que surja el problema de la convivencia. "Esa convivencia es inevitable. Nos tenemos que entender sí o sí. Y lo ideal sería hacerlo con respeto mutuo, sobre la base de la educación", reflexiona Oskar Moreno, miembro de Erandioko T. E., una de las sociedades que dicta a sus cicloturistas normas de respeto hacia los demás usuarios de la carretera. "Lo que ocurre es que lo del respeto entre ciclistas y conductores es un camino larguísimo que hay que emprender", prosigue Moreno; "por lo que mientras caminamos hacia esa forma ideal de convivencia, sí que pensamos que las instituciones pueden tomar medidas para intentar enderezar esta situación insostenible". Entre lo que propone el colectivo cicloturista se encuentran medidas como plagar la carretera de señales que recuerden la distancia mínima de seguridad de 1,50 metros en los adelantamiento y el control necesario para que esa normativa se cumpla; o campañas en los medios de comunicación que incidan en ese aspecto y recuerde el respeto necesario entre los usuarios de la carretera; que se tenga en cuenta la opinión de los cicloturistas en las reformas de vías y en los nuevos proyectos; que se limite la velocidad a 30 kilómetros por hora en los núcleos urbanos y en las carreteras que los crucen; o que se pruebe con medidas como la línea roja que separa arcén y vía para comprobar su efectividad. "Esas cosas se pueden empezar a hacer mientras aprendemos a respetarnos", proclaman.