eS el traje más rápido del mundo". La frase, acuñada en su día en la presentación del Mach 39, va camino de convertirse en una losa que no hace más que hundir la reputación de su creadora, la marca Under Armour. Este producto fue lanzado con la humilde pretensión de romper todos los récords en las pruebas de patinaje de velocidad de los Juegos Olímpicos de Sochi. Los conejillos de indias, los privilegiados en usarlo, iban a ser los miembros del equipo estadounidense, pero el as que tenían en la manga se ha vuelto en su contra y, cuando solo queda una semana para que termine la cita olímpica, han decidido esconder el traje futurista en el fondo de la maleta para salvar los muebles e intentar arañar una medalla en alguna de las cinco pruebas que restan de la disciplina.
En Estados Unidos confiaban en que el que Mach 39 sería el factor que marcaría la diferencia en los Juegos. Sobre la pista de hielo todo se reduce a la técnica y a la potencia de los patinadores, dos aspectos en los que hace tiempo que se llegó a sus límites. Las medallas, la diferencia entre el éxito y el fracaso, quedan definidas por márgenes insignificantes, por centésimas de segundo. Es por eso que un buzo revolucionario podía ser la llave que les hiciese regresar a suelo americano con varias preseas colgando del cuello.
Under Armour no escatimó en gastos para crear un traje revolucionario. Para ello contó con el apoyo de la empresa aeronáutica Lockheed Martin. Entre ambos consiguieron confeccionar una fina piel que presumía de reducir al mínimo la resistencia aerodinámica. Antes de presentar a bombo y platillo el invento, los patinadores tuvieron que pasar más de 300 horas en el túnel del viento realizando pruebas con los ingenieros. El resultado dejó boquiabierto a todo el mundillo del patinaje, en especial a sus rivales: un traje de aspecto extravagante y muy futurista.
una semana para olvidar Los Juegos de Sochi arrancaron por fin y el equipo americano, con su traje del futuro, se dio de bruces con la cruel realidad. Tras seis pruebas disputadas, lo más cerca que han estado los estadounidenses de una medalla ha sido con los séptimos puestos que han cosechado Heather Richardson en los 1.000 metros y Brian Hansen en los 1.500. ¿Qué demonios ocurría?
Al parecer, un fallo en el diseño del traje ha torpedeado las ambiciones de los patinadores yankees. Los deportistas no quedaban contentos con sus tiempos y no tardaron en cuestionar la eficacia de su nuevo equipamiento. El origen de los problemas parecía encontrarse en la parte posterior del mismo, donde cuenta con una malla de ventilación. Esta apertura en la espalda hace que el aire entre dentro del mono, pero después ese aire queda atrapado entre el traje y el cuerpo del deportista y no encuentra cómo salir.
El jueves, para la prueba de los 1.000 metros de mujeres, Heather Richardson pidió al fabricante que tapase de alguna manera esa malla y Under Armour se aplicó en ello. La solución no fue precisamente un alarde de tecnología: un parche de caucho que cerraba ese área. Richardson, actual campeona del mundo de sprint, debía ser una buena referencia para comprobar si las penurias de los americanos se debían verdaderamente a este problema en el traje, pero su séptimo puesto, lejos de los puestos a los que aspiraba, no hizo más que alimentar más la polémica. Tras la prueba, cuestionada por el apaño en la espalda, Heather masculló: "No tuvo ningún efecto, de verdad".
A partir de ese momento todo el equipo norteamericano se sumergió en el debate sobre si tenían que desechar el Mach 39 o si debían seguir confiando en sus beneficios. Para algunos quizás era mejor poder refugiarse en el fracaso de la tecnología para dar explicación a sus pobres resultados.
El presidente de la federación americana de patinaje de velocidad, Mike Plant, lanzó ayer mismo un comunicado en el que confirmaba que el COI había autorizado a sus patinadores a cambiar el traje por otro modelo de la misma marca que ya habían utilizado con mucho éxito en la Copa Mundial. "Los patinadores de velocidad no utilizarán el Mach 39 en lo que resta de Juegos Olímpicos", afirmaba Plant.
"Estamos evaluando constantemente los aspectos de la preparación y la ejecución de las carreras para ayudar a nuestros atletas a mejorar su rendimiento y maximizar en lo posible el aspecto físico y psicológico", explicaba Mike Plant, "la tarea de Under Armour es hacer mejor a todos los atletas. Están trabajando incansablemente con el equipo de Estados Unidos para asegurar que cada atleta pise el hielo con un 100% de confianza en lo que se coloca para poder entrar en el podio".
Al parecer, la decisión ha contado con la aprobación de Under Armour, aunque la marca se ha apresurado a detallar que "las rejillas no han sido el problema" y que "el Mach 39 había sido probado con éxito por los atletas, aunque no en competición". Kevin Haley, vicepresidente de la compañía, explicaba ayer que el traje que iban a utilizar como sustituto "es de total confianza, ya que se han obtenido buenos resultados con él en el pasado. Cuando estás tratando con márgenes de décimas de segundo, lo más importante es darle al patinador un traje con el que se sienta más cómodo y confiado". Ayer, en la prueba de 1.500 metros, Brian Hansen solo pudo ser séptimo... y eso que compitió con el traje viejo.
antecedente en la natación El caso del Mach 39 rescata del olvido el LZR Racer, el traje de baño diseñado por Speedo que rompió todos los récords en los Juegos de Pekín en 2008. Aquel revolucionario bañador se creó con la ayuda de la NASA y estaba comprobado que hacía más hidrodinámico al nadador y favorecía la oxigenación muscular. Sus piezas estaban soldadas con ultrasonido para disminuir la fricción. Además, repelía el agua. Se calculó que reducía cerca de un 2% el tiempo de cada nadador, por lo que no era de extrañar que en poco tiempo se batieran cien récords mundiales. No tardaron en aparecer acusaciones de dopaje tecnológico y, aunque la FINA no lo tachó como tal, amoldó la normativa puntualizando que los trajes de baño debían llevar obligatoriamente materia textil. El LZR Racer desapareció, pero en los libros quedaron sus récords.