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Juanjo Garra resiste

El alpinista catalán pasa junto al sherpa Kheshap su segunda noche cerca de los 8.000 metros de altitud en el Dhaulagiri a la espera del rescate

Juanjo Garra resisteFoto: facebook Juanjo Garra

bilbao. Juanjo Garra y el sherpa Kheshap sobreviven el jueves a la primera noche al raso a 8.000 metros en el Dhaulagiri después de romperse el catalán el tobillo en el descenso y los montañeros sabios que analizan con preocupación lo que ocurre allí arriba sostienen que es una proeza que hayan resistido. Dicen por eso que el rescate es de una urgencia extrema y se refieren a las consecuencias de otra noche a la intemperie a esa altitud con un silencio y un resoplido descorazonadores que auguran el peor de los desenlaces. Sebastián Álvaro, que coordina desde Estambul la operación de salvamento en la que desnudan su humanidad Simone Moro, Txikon, Egocheaga, Latorre, Benegas y varios sherpas, se acuesta el viernes rezando lo que sabe. La noche es tensa en Estambul, en el Campo Base del Everest donde esperan Txikon y los suyos el momento de partir hacia el Dhaulagiri en el helicóptero de Simone Moro, y en el lugar perdido de la montaña donde reponen fuerzas los tres sherpas que salieron en busca de Garra y Kheshap. Así amanecen también el sábado, tensos todos, pegados al teléfono, al satélite, a internet, lo que sea que escupa una señal de vida. El milagro ocurre de la manera más insólita: se obra con una llamada de móvil.

La recibe en el Campo Base Enrique Osiel, compañero de expedición de Juanjo Garra que se dio la vuelta camino de la cumbre porque no se sentía con fuerzas. Es Kheshap y llama desde un móvil convencional, el suyo. Qué cosas. Dice que, dentro de la gravedad de la situación, se encuentran bien. Resisten. ¿Hasta cuándo?

El rescate no encontró ayer más que trabas para que se pudiera llevar a cabo. El helicóptero de Simone Moro tardó en despegar por culpa de la lluvia y le fue imposible ir en busca de Txikon, Egocheaga, Latorre y Benegas al Campo Base del Everest, donde esperan a que las condiciones mejoren para realizar el viaje.

En su lugar, Moro se dirigió al Campo Base del Dhaulagiri y volvió a remontar la montaña como ya hizo el viernes confiando en que pudiese avistar a Garra y Kheshap. Ascendió hasta los 7.500 metros y no los vio, lo que confirma que, pese a iniciar un lento y doloroso descenso, siguen por encima de esa cota. "Entendemos que es más o menos normal porque Juanjo debe estar un poco más arriba", trata de tranquilizar Sebastián Álvaro desde Estambul.

Otro rescate El helicóptero de Moro, sin embargo, no volvió vacío de ese viaje. En el camino encontró a un alpinista de una expedición india perdido dos días antes por encima del Campo III, a unos 7.400 metros. Le echó un cable y le sacó de la montaña para dejarle a salvo en el Campo Base. Después del de hace una semana en el Everest a 7.800 metros, Sebastían Álvaro calcula que ese puede ser el segundo recate más alto realizado en toda la historia. "Son buenas noticias", dijo Álvaro desde Estambul; "porque se ha salvado una vida, pero me hubiera gustado deciros que era Juanjo quien ya se encontraba en el Campo Base".

El cocinero de la expedición al Dhaulagiri trataba ayer de empujar a los tres sherpas que rondaban el Campo III para que llegasen ayer mismo a la altura de Juanjo y Kheshap para auxiliarles, pero a última hora no se sabía nada de esa posibilidad. También se desconocía la ubicación de Dominique, el alpinista alemán que asciende al Campo III en busca de los heridos y que antes de partir aseguraba que con O2 podría subir hasta donde está Juanjo en unas doce horas. "Es un tipo bregado en rescates y en Himalaya. Espero que con él arriba la comunicación con el Campo Base sea mejor y más fluida", dice Sebastián Álvaro, que explica que Txikon, Egocheaga, Latorre y Benegas siguen a la espera en el Campo Base del Everest para partir a primera hora de hoy hacia el Dhaulagiri en el helicóptero de Simone Moro. "La idea es que les deje a 6.200 metros o más arriba para que se incorporen al trabajo de la parte superior de la montaña. Crucemos los dedos. Ojalá Juanjo aguante bien esta noche dura. Es la cuarta por encima de 7.000 metros y es mucho desgaste, pero apretemos entre todos y que cada uno haga su deber. Es decir, unos aguantar, otros dar ánimos y otros traérnoslo de vuelta a casa", desea Álvaro.