Bilbao

Aita, quiero mi cromo, no el de Messi! Le dice un niño, que desea un sobre de cromos de fútbol, a su padre con la impaciencia que siempre acompaña a esa vieja curiosidad de saber qué jugadores se esconden dentro del envoltorio, una puerta fascinante hacia los sueños que ruedan en una pelota, cuelgan de una camiseta y bordan un escudo. Ese territorio de la imaginación es imbatible. Más cuando uno es el protagonista de sus ensoñaciones, su propia figura. "¡Compra aita, compra aita!". La escena, una licencia periodística, se repite estas semanas en las calles de Santutxu, Portugalete, Leioa, Trapagaran o Amorebieta, clubes que han editado álbumes de cromos con todos los equipos que componen sus estructuras a modo de colección. "Ahora son los chavales los que se buscan en los cromos", certifica Amable Martín, presidente del Portugalete, feliz por el hallazgo que ayuda en lo económico a la entidad, pero que, sobre todo, sirve como encole social, como una bisagra entre el pueblo y el club. "Es bonito ver el trajín de los chavales, de los padres y las madres cambiándose cromos para completar el álbum del club. Los niños han tirado con fuerza de los cromos". Una idea que confirma Joseba Barrenetxea, máximo dirigente del Amorebieta "la aceptación social ha sido muy buena y los padres están encantados con la colección".

Esa misma liturgia que describe Amable Martín en los aledaños de los campos de entrenamiento del Portugalete o en la cafetería Los llanos, "donde el revuelo se multiplicaba cuando se juntaban los padres y madres", sucede en la Herriko Plaza de Amorebieta, según constata Joseba Barrenetxea, presidente de los azules. En el corazón del pueblo, en su plaza, se mezcla un trueque de cromos que ha sido una constante durante los domingos al mediodía. Una misa pagana cargada de ilusión: el cambio de cromos, un mundo fascinante, irrepetible. "Si antes querían a Messi, a Ronaldo, a Iniesta o Muniain, ahora lo que quieren es a su compañero de equipo, a los demás chavales del club y su cromo, claro", explican desde Cromogal, una empresa gallega que ofrece la posibilidad de que los clubes dispongan sus propias colecciones de cromos.

El Santutxu, que late en Mallona, está en plena campaña de cromos. Allí hormiguea el "te cambio a Mikel del cadete por Iker, del juvenil". Una frase tipo que se desliza entre el movimiento nervioso de los tacos de cromos Leioa o Trapagaran, donde sus futbolistas, al igual que los del Santutxu, Portugalete o Amorebieta posaron como estrellas para el book del equipo. "El proceso es siempre el mismo. Se pide permiso a los padres para que los chavales puedan salir y a partir de ahí una sesión fotográfica con cada uno y otra en grupo. Después se especifica la tirada y se produce", argumentan desde Cromogal. De los clubes citados, únicamente el Amorebieta optó por la autoedición, lo que abarató el precio de los sobres de cromos. "Nosotros decidimos hacerlos por nuestra cuenta. Anteriormente habíamos hecho calendarios individualizados, así que esta vez optamos por el álbum". En Amorebieta el sobre de cromos, de cinco, cuesta 0,50 euros mientras que el sobre de los jugadores del Portugalete, siete cromos por paquete, asciende a un euro.

completar la colección "Con todo, la idea es que la colección pueda completarse con 60 euros como gasto máximo", matiza Amable Martín, que invoca al carácter lúdico y sentimental del álbum, una joya para los chavales y sus padres. "No puede ser que haya jugadores que cueste salir, no es esa la idea. Además, si a alguien le falta algún cromo, llamamos a la empresa y listo". En Cromogal tienen claro que en los "sobres hay que meter todos los jugadores, sin hacer distinciones. Hablamos de colecciones para equipos modestos que son, sobre todo, un recuerdo para los chavales". De alguna forma se trata de un homenaje al propio club y al pueblo, a las personas que lo componen.

Entre cromo y cromo, -"la aceptación social ha sido muy buena", apunta Barrenetxea- la colección del Amorebieta, que engloba a 22 equipos, suma un total de 420 cromos entre los que hay sitio para jugadores "ilustres o simbólicos" a modo de enriquecimiento de la colección. "Por el momento se han finalizado unos 120 álbumes", relata el presidente zornotzarra, cuya entidad ha vendido entre "150.000 y 200.000 cromos". En Portugalete, que también maneja alrededor de 400 fichas entre sus distintos equipos, se han completado unos 500 álbumes hasta el momento. "El momento de más fervor ha pasado, pero ha sido algo muy interesante para el club y la gente sigue con la colección que despegó en febrero". Para canalizar la colección, los clubes apostaron por los bares y las tiendas de chucherías como puntos de venta, aunque las mayores ventas en Amorebieta se produjeron en su tienda oficial.

Desde los clubes sostienen que la colección de cromos ha sido un éxito en varios aspectos. Se ha ganado en cohesión social, al aproximar el pueblo al club por la propia interacción que provoca el intercambio de cromos. También ha reforzado la economía de los clubes por la generación de ingresos extras. Además la propia vida de la entidad se ha visto mejorada al patrocinar la comunicación y las relaciones entre los distintos componentes de los clubes, "no solo entre chavales de los mismas categorías". "La colección de cromos les ha unido más porque se han relacionado entre sí. Incluso los del equipo mayor están enganchados a la colección", desgrana Amable Martín sobre un hito difícilmente repetible. "Ha sido un bombazo, pero no se puede plantear todos los años porque los equipos no cambian tanto". Barrenetxea tampoco cree que la fórmula pueda prolongarse todos los cursos a pesar del éxito de una iniciativa que ha calado en el espinazo del club. "Entre los del primer equipo también hay ese pique que se crea al hacer una colección", dice Joseba Barrenetxea, al que le ha costado recolectar todos los adhesivos de una colección que requiere del trueque. "Veo la actividad como algo muy positivo. Por un lado, se propone una actividad para los menores alejada de las nuevas tecnologías, una actividad que crea sentimiento de pertenencia a una comunidad y a un deporte en concreto", sugiere Carlos Ramírez, psicólogo deportivo.

una actividad positiva ¿Pero es bueno que un niño se pueda sentir como una estrella, no puede confundirle? "Cuando se puso en marcha la colección no lo vimos de esa manera. Me parece algo positivo para los chavales", dice Martín, mientras Barrenetxea subraya que "somos clubes muy normales". Carlos Ramírez, psicólogo deportivo, tampoco detecta efectos nocivos en que los chavales sean parte de una colección de cromos, asunto reservado hasta hace poco para las luminarias. "Que exista un álbum de cromos con las categorías inferiores me parece algo muy interesante, pero son los padres, madres y entrenadores los que han de ser responsables y realistas sobre lo que el deporte aporta a sus hijos e hijas". Carlos Ramírez entiende que "la identificación de los menores con las estrellas, no tiene nada de negativo. El aprendizaje vicario, el modelado y la imitación, son parte del desarrollo humano, forman parte del desarrollo de una persona y son deseables. Otra cosa distinta es la interpretación y las proyecciones que las madres y padres hacen de los menores". Desde Cromogal lo tienen claro: ¿A quién no le hubiera gustado salir en un álbum de cromos de fútbol?".