BARCELONA: Valdés; Dani Alves, Piqué, Mascherano (Min. 77: Puyol), Jordi Alba; Busquets, Xavi, Iniesta; Villa (Min. 75: Alexis Sánchez), Messi y Pedro (Min. 83: Adriano).

MILAN: Abbiati; Abate, Zapata, Mexes, Constant; Flamini (Min. 75: Bojan), Ambrosini (Min. 60: Muntari), Montolivo; Niang (Min. 60: Robinho), Boateng, y El Shaarawy.

Goles: 1-0: Min. 5; Messi por la escuadra rodeado de seis rivales. 2-0: Min. 39; Messi desde el borde del área a pase de Iniesta. 3-0: Min. 55; Villa a pase de Xavi. 4-0: m. 90; Alba culmina un contragolpe llevado por Messi y Xavi.

Árbitro: Viktor Kassai (Hungría). Mostró tarjetas amarillas a Boateng, Flamini y Abate, por el Milan, y a Pedro, por el Barça.

Incidencias: Camp Nou, más de 90.000 espectadores. Lleno.

bilbao. Probablemente sea el mejor equipo de la historia, una generación de talentos llamada a marcar una época con el embrujo de un fútbol preciosista y seductor y la eficacia descomunal de Leo Messi. La cuestión era, ¿hasta cuando? Demasiadas voces, los elucubradores de salón que ya especulaban con la caída de los dioses al mínimo desfallecimiento han quedado en evidencia. Porque ha pasado todo lo contrario. El Barça fascinante necesitaba jalonar su blasón con una remontada espectacular, un partido épico que deje constancia para el futuro que sobre todo eran humanos, tuvieron sus debilidades y la suficiente determinación para enmendar el mal paso dado en Milan, donde un desconocido Barça perdió por 2-0 con toda ley.

Desde entonces, además, el equipo blaugrana tuvo tiempo de alimentar las dudas perdiendo dos duelos frente al Real Madrid. De Messi también se especuló demasiado. Llegado el momento, la Pulga recobró su tronío con dos goles fantásticos que allanaron la victoria del equipo catalán.

El primero, engatillando el balón en el balcón del área rodeado de seis jugadores milanistas. El segundo sobre una distancia similar y tras un gesto de complicidad con Iniesta.

Si en el partido de ida el Milan pudo enjaular a Messi hasta reducirle a la nada, ayer fue imposible, entre otras razones por una brillante maniobra táctica. Messi se escoró sobre el flanco izquierdo, lo cual obligó al Milan a vigilarle con menos efectivos so pena de dejar vacío mucho espacio en la zona central del ataque barcelonista. Con esta variante, el Barça tuvo más opciones para maniobrar con su juego de toque. Fundamental fue también que a los cinco minutos cayera el primer gol, lo cual descargó el partido de agobios y prisas. Y también el factor suerte, porque un instante antes del segundo tanto local un error de Mascherano permitió a Niang presentarse solo ante la portería de Valdés. El delantero francés del Milan estrelló el balón en la cepa del poste, llenando de miedo el coliseo azulgrana.

tenso final David Silva tuvo la ocasión de rehabilitarse con el tercer gol a los diez minutos de reanudarse el partido. Gritó y lo celebró como si fuera el primero de su vida.

Pero superado el marcador de la ida, la tensión se adueñó del Camp Nou. Se mascaba la ansiedad. Languidecía el tiempo. Massimiliano Allegri rearmó al Milan dando entrada a Robinho y Bojan. El hijo pródigo del Barça casi la arma gorda. Penetró por la izquierda, dejó sentado a Alves y a su centro llegó franco al exjugador del Madrid, pero también apareció raudo Jordi Alba, que metió su bota y evitó un gol cantado. El 3-1. La eliminación del Barça cuando tocaba la orilla. Jordi Alba marcó el cuarto al contragolpe y se cubrió de gloria para siempre.