Bilbao. Alex Txikon acaba de lograr un hito que está al alcance de muy pocos. En concreto, solo de él mismo y de su compañero José Manuel Fernández, los únicos que han coronado el Laila Peak en invierno. Sin embargo, el lemoarra le resta importancia a la proeza, sabe que todavía queda mucho trabajo antes de poder volver a Euskadi y recibir el mejor de los premios por su enorme hazaña: el reconocimiento de los suyos, el abrazo en casa. Antes de iniciar el regreso, atiende a DEIA desde una tienda del campo base.

¿Cómo se encuentran?

Tenemos mucho lío porque nos vamos enseguida y la verdad es que llevamos un día cargado de intensidad porque hasta el último momento no hemos descansado. Al llegar al campo base cayó una avalancha y la libramos de milagro.

¿Quién les animó a afrontar un reto de este tamaño?

Todos estamos aquí por Ramón Portillo, que ha sido el que siempre ha estado detrás de esta montaña. Es la quinta vez que viene aquí y si hemos venido es por él.

¿Qué le llamó la atención del Laila Peak?

Es una montaña muy estética, sobre todo desde la perspectiva en la que estamos nosotros. Yo me acuerdo cuando vine por primera vez a la zona en 2004, al Gondogoro, un collado que está a más de 5.000 metros. Al bajar desde ahí, vas viendo el Laila Peak, y desde aquella vez la montaña me dejó sin palabras.

¿Arriba es tan bonita?

Para nada. Cuando estas allí, arriba del todo, o estas escalando, no pensábamos en nada. Menos con el día que hizo, sobre todo con ese viento. Fue muy duro.

¿Qué fue lo peor?

La dureza que tiene el clima este te consume. Hemos estado un mes aquí, bajo cero. Luego hay que tener en cuenta la humedad porque hay mucha nieve y no te quitas el frío de encima. Se hace pesado. Todo eso mezclado con que ya llevamos un mes aquí y le sumamos que el primer ataque fueron cinco días y luego este otros cuatro... Estamos un poco flaquitos pero nos encontramos bien.

Mentalmente se hace duro subir en estas condiciones.

Es todo un poco en general, cuando vienes a la expedición estás animoso, pero el invierno te desgasta antes y el esfuerzo psicológico es muy duro. Tienes que estar mentalizado. Pensaba que solo íbamos a hacer el primer intento pero luego nos animamos y salió un segundo.

¿Qué pasó en el primer ataque a la cima?

Ahí me equivoqué yo. Iba abriendo y me fui muy a la derecha. Llegamos a un callejón sin salida.

Se quedaron a menos de 100 metros, ¿no se les ocurrió intentarlo?

No, eran las tres de la tarde y hay cosas que no se pueden hacer. Lo que tiene el invierno es eso, hace muchísimo frío, no puedes atar bien las cuerdas, todo el rato entre 20 y 30 grados bajo cero... cualquier despiste lo pagas caro.

Después de no conseguirlo a la primera, ¿pensasteis en abandonar?

Sí. La primera vez subimos Juanjo, Ramón, José y yo. Nos tiramos cinco días arriba y la bajada fue una pesadilla, con un tiempo horrible y mucho viento. Se escaló la torre, se hicieron cuatro rápeles y fue muy duro. Eso te mina la moral.

¿Cómo fue el ataque definitivo al Laila Peak?

Salimos el sábado hacia el campo I y al llegar decidimos dormir ahí. Al día siguiente, fuimos al campo II, con muchísima nieve y hubo que abrir huella. El lunes nos levantamos a las 4.30 horas. Un día muy malo, sobre todo en la zona alta que pega mucho el viento. A las cuatro de la tarde se llegó arriba y a las ocho estábamos ya en el campo II otra vez. Hicimos toda la bajada del Laila prácticamente a oscuras, sin apenas ver nada.

El descenso sin luz tuvo que ser muy peligroso.

Cuando subimos arriba pusimos unas banderas para marcar un poco el camino porque pierdes las referencias y la visibilidad. Tuvimos un poco de suerte porque cualquier percance, una cuerda que se te atasca, cualquier error… Estuvimos muy al límite todo el día.

¿Qué es lo que se necesita para llevar a cabo este tipo de retos?

Venir con la alegría que venimos. Ademas de nosotros cuatro, estaban Sebastián Álvaro y otros técnicos que vinieron, David Pérez y Mariano Izquierdo. Todos con motivación e ilusión. La clave es venir con buenos amigos que te apoyen siempre.

¿Cómo se sienten después de haber hecho historia en el mundo del alpinismo?

No se, todavía no hemos asimilado las cosas. Según vayan pasando los días nos iremos dando cuenta. Ahora mismo hay que preparar todo y estamos aquí con todo el jaleo.

¿Tiene el mente algún próximo reto?

El siguiente objetivo es meternos a la cama, que mañana toca caminar siete horas hasta Hushe. Eso e intentar disfrutar de ese descenso y del día.