BILBAO. "Tenemos que salir más concentrados". Álex Mumbrú fue absolutamente certero y conciso cuando al término del encuentro del miércoles se le preguntó sobre lo acontecido en el Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid, donde el Gescrap Bizkaia echó por tierra su imagen de equipo en crecimiento, de bloque que iba recuperando el carácter granítico del tramo final del pasado curso, para volver a ser infiel a sus líneas maestras, a los rasgos que le convierten en peligroso. Durante los dos primeros cuartos, los hombres de negro no pusieron, ni por asomo, el nivel de intensidad requerido por una cita de semejante calibre y fueron arrollados por un Real Madrid que olió la sangre y no dudó a la hora de meter el dedo en la llaga. "La clave ha estado en que en la primera parte no hemos salido todo lo bien que quisiéramos, ellos se han escapado y luego ha sido muy difícil volver al partido. En el tercer y último cuarto nos hemos puesto a seis o siete puntos, pero no ha sido suficiente", destacó el alero catalán, antes de añadir que "cuando nos hemos acercado en el marcador hemos fallado un par de contraataques y varios tiros y ellos al final han metido, incluso dos bolas que han quedado muertas, y nos han devuelto el parcial. El equipo ha demostrado que estaba ahí y yo creo que la diferencia final ha sido demasiado exagerada, pero ahora viene otro partido de Liga y luego el de Euroliga y todo puede pasar".

Tanto desde el propio vestuario como desde la grada del Bilbao Arena se había celebrado el paso al frente dado por los de Fotis Katsikaris en la parcela defensiva en el último mes. Los agujeros en la retaguardia habían sido una de las principales taras de los bilbainos en su dubitativo arranque de temporada y parecía que ese mal se había solucionado, aunque lo visto ayer en Madrid hace renacer las dudas a este respecto. El Gescrap Bizkaia ingresó en el partido demasiado blando y el veloz Madrid de Pablo Laso pudo jugar a placer, cimentando una ventaja de 18 puntos que es muy complicado que un conjunto de su nivel, experiencia y talento deje escapar. Cierto es que los visitantes llegaron a colocarse a solo cuatro puntos (69-65) a 6:50 del final de la contienda, pero el terreno perdido obligó a jugar muchos minutos a contracorriente y al final el Gescrap Bizkaia acabó pagando el desgaste físico y mental, volvió a equivocar el rumbo en los minutos finales y acabó perdiendo por 18 puntos, encajando un average en contra que complica hasta el límite su futuro en la Euroliga y le deja sin margen de error de cara a las tres comparecencias restantes.

Con otras dos citas contra el conjunto merengue en los próximos cinco días (el domingo en Liga Endesa y el próximo miércoles en Euroliga), tanto Fotis Katsikaris como los jugadores tendrán que demostrar que la lección ha quedado aprendida, que los errores han sido corregidos y que las enseñanzas obtenidas tienen reflejo en una recuperación del ADN perdido. Aaron Jackson y Raúl López tendrán que comparecer mucho más intensos y evitar que Sergio Rodríguez y Sergio Llull jueguen tan liberados como el miércoles, Josh Fisher deberá ser utilizado en labores de intendencia y los sistemas que salgan de la pizarra del técnico griego deberán evitar que los blancos metan balones fáciles a sus cincos además de diseñar ataques eficaces para que el Real Madrid no pueda correr rápidos contraataques tras capturar el rebote defensivo, algo que se ha convertido en especialidad de la casa desde la llegada de Pablo Laso.

Remontadas Los malos arranques de partido no son novedad cuando se habla del Gescrap Bizkaia, al que esta temporada se le han visto demasiadas veces las costuras defensivas en los primeros cuartos. Esta realidad se ha mantenido incluso en la reciente racha de victorias, ya que en las visitas al Blancos de Rueda Valladolid y al Blusens Monbus los hombres de negro empezaron encajando demasiados puntos y dolorosos parciales para, a continuación, remontar después del descanso. Estos despistes son corregibles ante equipos modestos, sobre los que los de Katsikaris pueden imponer su experiencia y calidad cuando ponen su maquinaria a pleno rendimiento, pero no ante un rival del tamaño del Real Madrid. Para ganar en canchas como la del equipo de Laso hay que jugar los 40 minutos con todos los sentidos activados, algo que los bilbainos no hicieron el pasado miércoles. Este domingo tienen la oportunidad de demostrar que han aprendido de los errores cometidos.