PARA cualquier deportista de élite conseguir un título mundial es lo máximo a lo que se puede aspirar. Llegar hasta él es recorrer un camino muy largo y solitario en busca de algo que está al alcance de muy pocos. La rivalidad existente es máxima y te bates el cobre con los mejores bodyboarders de cada país en las mejores olas del mundo.
Cuando en los momentos no tan buenos en los que los resultados no llegaban para Eunate Aguirre, o que simplemente se le escapaban de la manos en decisivos últimos momentos, como por ejemplo el año pasado o hace 5 o 6 años, cuando Aritz Larrinaga y yo competíamos a ese nivel y Eunate peleaba para estar entre las 10 primeras, me acuerdo que la decíamos: "Venga Eunate, fíjate bien, eres mejor que ellas, ánimo que puedes". Está claro que Eunate se lo ha ganado gracias a la perseverancia y a la confianza en sí misma. Después de tantos años lo ha conseguido.
La verdad es que no nos podemos quejar de la cantera que se esta creando. En muchas playas vascas tenemos grandes bodyboarders: Aritz, Antonio Ortiz, Alex Uranga, Beñat Elosua y más, son bodyboarders que ahora mismo podrían estar peleando por ser campeones mundiales. Y también tenemos cantera, jóvenes prometedores como Alex Odriozola, Xabier Urrestilla, Andoni Inzaga, Gorka Diez y Pablo Zabala, entre otros. Firmes candidatos a campeones mundiales. Esto ocurre porque saben que pueden, como pude yo o ha podido Eunate.
El gran problema es que la repercusión que causa este deporte es mínima. No hay patrocinadores y las empresas apuestan más por otros deportes. ¡Ojalá las cosas cambien!
En mi caso, tanto mis patrocinadores como organizaciones vascas me dejaron totalmente de lado. Pero eso es otra historia.