Un viaje al pasado
Bilbao, repleto de actividad pelotazale desde que se empezara a jugar en la catedral de Santiago Euskalduna y el Deportivo, las sedes emblemáticas
HISTÓRICAMENTE se empezó a jugar a pelota en el pórtico de la catedral de Santiago en el siglo XVI", relata Jesús María Azurmendi, historiador pelotazale y autor de libros como La Pala: La dificultad hecha juego. El bilbaino conoce cada palmo de la villa donde existieron frontones. Cada esquina huele a pelota. Cada esquina sabe a leño. "Bilbao siempre ha sido una plaza palista", afirma. No en vano, desde que el Euskalduna triunfara a principios del XX, la cesta quedó desterrada a plazas como Gernika o Markina-Xemein. Pero, antes de llegar la mítica cancha, en Bilbao, desde la catedral, "que tardó cien años en construirse", nacieron multitud de emplazamientos pelotazales en la capital vizcaina. Hasta mañana. Hasta la gran inauguración del frontón Bizkaia.
Reposaban los cimientos de la catedral, "no sé con qué material jugaban, porque no había ni goma virgen, ni vulcanización de la pelota", desgrana Azurmendi, cuando el frontón Zabalbide emerge. Begoña aún no estaba bajo el dominio de la villa. Siglo XVII. Solamente disponía de frontis y una casa adosada hacía de pared izquierda. Tiempos de hierro. "En Zabalbide había festivales de mano de vez en cuando, pero la pala era lo que triunfaba", sentencia el historiador. De la cancha de Begoña salieron los grandes Begoñeses y en ella, el mayor, Begoñés I, revolucionó la pala y "la transformó en una especialidad más moderna".
Eso fue a principios del siglo XX, pero anteriormente habían surgido nuevas canchas. "Hay que destacar el frontón de la histórica Calle de La Pelota", admite Azurmendi. Y este emplazamiento no contaba con pared izquierda y "seguramente se jugara al estilo valenciano". El frontis, según ilustra el historiador pelotazale, "se llevó a El Arenal en 1790". También en el Casco Viejo, en Iturribide, estaba situado un trinkete.
Cronológicamente, en las baldosas que amarillean por el tiempo, en blanco y negro, cuando aún no existían los focos, después amanece el frontón de La Amistad. En 1865. "Lo hicieron tres amigos y el alcalde les dijo que también tenían que hacer una calle", manifiesta Azurmendi. Y coronaron su gesta con un frontón corto. "Era privado y allí realizaron festivales, y lo aprovecharon también para verbenas de socios".
Las obras enormes, como ha sido la realización del frontón Bizkaia, que Iñaki Azkuna y José Luis Bilbao descorcharán mañana, no son patrimonio único de las últimas décadas. Ocurre que en 1885, cuando el siglo XIX claudicaba, cuando los nuevos tiempos industrializados resplandecían, nace el mítico frontón de Abando. 80 metros de cancha descubierta "en el que cabían 5.500 personas". A esta grandiosa creación la siguió la cancha de Deusto (1887), "que también podía albergar 4.000 espectadores. Tenía 64 metros "pero, entonces, Deusto no formaba parte del Ayuntamiento de Bilbao".
euskalduna
El auge de la pala
"En 1895 se inauguró el frontón Euskalduna. Se empezó a jugar a xistera y a cesta punta", desvela Azurmendi. Fue el 14 de abril. Domingo de Resurrección. El emplazamiento no soportó durante mucho tiempo esas modalidades. "Bilbao es palista. A la afición pelotazale no le atraía ese tipo de especialidad", declara el escritor. Fue entonces cuando la pala voló al Olimpo bilbaino, siempre al abrigo de la cancha con nombre de astillero.
"La primera empresa la formó don Julián Fernández Unibaso y José Basaguren", desgrana Azurmendi. Hasta el año 21 corren ríos de tinta y se juega a pala en el Euskalduna. A partir de 1920, bajo la gerencia de Luis Arakistain, luce La Época Dorada de la Pala. Sin embargo, llegó la huelga, por problemas en la gerencia, y los palistas tuvieron que irse a otras plazas. Se interrumpió la actividad hasta el 23 y dos años después volvieron a emigrar a México y en el 33 a Barcelona.
Entonces llegó la destrucción. La aviación alemana, mientras la Guerra Civil tocaba Euskadi, destrozó el Euskalduna, pero con él no cayeron las ansias pelotazales. "Estaba también el frontón Campos de Sport de Ontxena", manifiesta el historiador. "Empezó su actividad en 1910 y acabó en 1918". "Luego se inauguró el del Kursaal. En 1913. Yo lo llamo el Frontón Suspiro. Tenía 42 metros y en dos meses se cerró", rememora el historiador. Esta cancha estaba situada a pocos metros del Euskalduna y no era rentable. "Después se usó como cine y como cabaret".
"En 1921 salió el Eusken Jai, que estaba en donde estaba La Esperanza. Allí jugó Mondragonés algunos partidos", analiza Azurmendi. Duró poco. En 1923 se acabó la actividad. A este hay que sumarle el de La Cervecera del Norte, de 1928, situado en la carretera que subía a Kastrexana y "donde pocos profesionales jugaron", y el de la Universidad de Deusto, que abrió su telón en 1930, cubierto parcialmente, y donde se jugaron partidos de mano.
Nuevo euskalduna
La segunda época
"En 1939 se reinauguró el frontón Euskalduna", ilumina Jesús. Con el nuevo emplazamiento, la pala resurgió. Acalladas las bombas de la Guerra, la pelota volvió a tomar forma agarrada al leño y abrazada a la cancha bilbaina. "Fue el mejor frontón de pala de la historia. El más emblemático".
Se jugaba con material bajo, porque "salía poco de frontis". Su final llegó casi veinte años después. En 1957 cayó "porque los propietarios querían tirarlo, pero apoyados en las instituciones, que lo calificaban de antro de vicio". Ese fue el fin del Euskalduna y de la segunda época de oro.
club deportivo
El tercer bastión
"En 1967 surgió el frontón del Club Deportivo", remacha Azurmendi. "Allí ha vivido la pala y la pelota en Bilbao desde entonces hasta el 31 de diciembre de 2010", aclara. Más de cuatro décadas afilando el leño. Asimismo, en el importante edificio de Alameda Rekalde, "hubo muchos festivales de mano". Por supuesto, "volvieron a probar con la cesta y no funcionó".
El devenir está en Miribilla, donde la mano y la pala tendrán un sitio en el que convivir en la capital vizcaina. "Bilbao tiene gran afición a la pala, pero seguro que la mano triunfa", concluye Azurmendi el viaje al pasado.
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