Duración: 40 minutos; 16:42, de juego real.

Saques: 5 de Oinatz Bengoetxea.

Pelotazos: Se cruzaron un total de 354 pelotazos a buena.

Tantos en juego: 2 de Titín, 4 de Oinatz y 5 de Barriola.

Errores: 4 de Titín, 1 de Oinatz, 2 de Barriola y 4 de Zubieta.

Marcador: 1-0, 1-1, 2-2, 2-6, 3-6, 3-11, 4-11, 4-17, 5-17 y 5-22.

Incidencias: Buena entrada en el Atano III de Donostia.

bilbao. "Jugar con Abel es una gozada, juega mucho más de lo que se ve desde fuera. Te cubre todos los huecos y así es muy fácil jugar porque estás muy tranquilo". Es la reflexión inmediata de Oinatz Bengoetxea tras alcanzar la final del Ciudad de San Sebastián en un Atano III rendido a la magia de los fabulosos leitzarras, que caminan hacia la leyenda de la imbatibilidad, después de que se sacudieran la escasa resistencia de Titín, recortado y sin foco, y Zubieta, que no le cogió la temperatura al partido, en un ejercicio sublime. Es un placer para los sentidos asistir a la puesta en escena de una pareja que mezcla como nadie, que juega con semejante complicidad, que ni tan siquiera deportistas que comparten árbol genealógico y lazos de sangre pueden igualar. En alguna vida pretérita, Oinatz y Abel debieron compartir placenta porque su vínculo traspasa lo físico y accede a la esfera de lo telepático, donde las palabras no son necesarias porque la comunicación es mental. Dicen que lo gemelos manejan esa lengua inaccesible para el resto de los humanos. Es posible que sea cierto. Un palpito, una corazonada, una simple intuición, activan los mecanismos de un diálogo invisible que nadie entiende pero que, sin embargo, trasciende. Oinatz y Abel deben hablar ese extraordinario idioma.

El eléctrico delantero no necesita retrovisor porque sabe de la omnipresencia de Barriola, un zaguero majestuoso, con el don de la ubicuidad y la sabiduría de los hombres centenarios. Barriola es un visionario capaz de anticiparse a las jugadas, no sólo porque las presiente, sino también porque sus piernas de siete leguas son capaces de recorrer cada centímetro de la cancha para apagar cualquier incendio. Se encumbró en un trono dorado Abel en un tanto extraordinario de punta a punta. Repelió con la volea y con sus piernas tejidas a medias con músculos de sprinter y fondista, los enormes latigazos de Zubieta a las catacumbas, que abrió el duelo con un rebote. Defendió Barriola el tanto desde lo más profundo, donde anida el alma, y después de soportar semejante tortura en la trinchera se descolgó con una majestuosa alcanzada en el txoko para después cruzar la pelota al ancho. Todo eso y mucho más es Abel.

El episodio, puro delicattessen, caviar Beluga, reflejó la jerarquía de Barriola sobre la escena. Su actuación, sobresaliente bajo cualquier mirada, desencadenó una avalancha que sepultó a Titín III y Zubieta, lejísimos de su mejor versión. Al riojano, Oinatz le pintó la cara en los cuadros alegres impulsado por el trampolín de Barriola, un superhéroe con camiseta de pelotari. Su vuelo, supersónico, dejó en los huesos a Augusto, desenfocado, y a Zubieta, intermitente hasta el desplome ante el titánico Abel, plenamente reconocible tras su grave lesión de rodilla, tanto que gestionó el partido a un ritmo prodigioso. Suficiente para dislocar sin piedad a sus rivales, rebajadísimos, y para comunicarse sin mover los labios. El poder de los gemelos.

Con Ibai, también en Elgoibar La gran actuación de Ibai Zabala en la segunda parte del estelar disputado ayer en Elgoibar, impulsó a Bengoetxea VI para obtener el triunfo ante Titín III y Laskurain por un agónico 22-21 después de que el riojano y el guipuzcoano dominaran en la primera parte del duelo. Sin embargo, emergió la figura del berriztarra Ibai Zabala que logró sumar siete tantos y anuló a Titín cargando el juego sobre Laskurain.