Y por qué no azul? Doce años atrás esta pregunta tapiaba a modo de epílogo un cruce de artículos de opinión que cruzaron José María Salanueva, presidente de la Federación Navarra de Pelota entonces, e Iñigo Urreaga, realizador del programa Frontón, en un diario, tribuna de papel en la que Salanueva defendía con ahínco que el color de los frontones debía mantenerse blanco mientras que Urreaga argumentaba a favor del verde. "En aquellas cartas que cruzamos acabé lanzando la idea de que el verde no estaba mal, pero que la elección bien podía haber sido el azul", descerraja el realizador donostiarra del archivo de la memoria. La pregunta de Urreaga quedó sin respuesta durante varios años en los que los frontones tiñeron sus paredes de verde para mejorar el contraste de la pared con la pelota blanca -cuando eran blancos se jugaba con cueros negro- y convertir la especialidad en un deporte más atractivo para la televisión desde donde se popularizó hasta cumbres inopinadas quince años atrás, cuando el Ogueta de Gasteiz recibió el primer baño de color y el verde, imparable, bombeado por la mente de Fernando Lopetegi, realizador de Euskal Telebista, alcanzó incluso La Catedral, el Astelena de Eibar, el último de los grandes frontones en hincar la rodilla.
"Aquello resultó algo traumático para muchos, creían que se trataba de un sacrilegio. El tránsito del blanco al verde fue más duro que el del verde al azul, seguro", certifica Urreaga, que doce años después de aquella propuesta a dos tintas, de cruzar pareceres en blanco y negro, en los colores de su paisaje primigenio, contemplará en la piedra del Mimetiz de Zalla, el embrión de los frontones azules, el color del futuro de la pelota. Y es que al recinto encartado se han sumado durante estos días el frontón Andra Mari de Getxo y el de Armintza. A ellos les seguirá el faro de la pelota vizcaina, el Frontón Bizkaia, el de Bilbao, que también será azul.
De alguna manera todas la hipótesis, teorías, avances o revoluciones las ha parido una pregunta que intenta encarar el porvenir. "No pretendo que el hecho de haber propuesto pintar los frontones de azul se interprete como una idea contraria a los frontones pintados de verde, simplemente creo que se trata de una aportación para mejorar la puesta en escena del producto. Es una opción. No es una imposición y no quiero que se vea como una guerra", argumenta Urreaga, convencido de que "el azul será un éxito" siempre que se cuide la iluminación "algo incluso más importante que el color en sí. La luz es fundamental. De hecho, sin luz no distinguimos los colores".
Desentraña Urreaga su apuesta zambulléndose en las entrañas del verde y el azul: "El azul necesita una pizca más que el verde porque éste lleva algo más de amarillo, pero el resultado es que con una buena luz se consigue un mejor contraste con el azul" y subraya la disertación con un ejemplo muy visual: las señales y carteles azules y blancos de tejen las autopistas. "La señal azul y blanca funciona muy bien y se emplea en todos los lugares, y evidentemente, por algo será". Sostiene el realizador guipuzcoano que el azul es un color "muy televisivo, más atractivo y muy gratificante para la vista y el contraste con la pelota blanca es muy nítido" y que incluso incide en la psicología del que lo mira. "En el tono azul que se ha empleado (un azul Ducados o Bilbao) se trata de un color más alegre que el verde de los frontones actuales, que es un tono apagado, oscuro, y si no están bien iluminados dan el aspecto de lúgubres".
Es de la misma opinión Roberto García Ariño, técnico de Asegarce, que conoce la cartografía de frontones al milímetro. "Si los ves sin luz (los frontones verdes) en ocasiones te da la sensación que estás en una cueva. El azul es más alegre. No te llevas esa impresión y la pelota se ve mejor, hay más contraste". El pensamiento de García Ariño es común en la contracancha del Mimetiz. "Se ve de cine. Es mejor que el verde. No tengo duda. Con el tiempo todos lo frontones serán azules porque simplemente se ve mejor. Es así de simple", profetiza Adolfo Agirre, botillero de Mikel Urrutikoetxea, encantado con la nueva cosmética de la piedra. Los pelotaris también parecen complacidos ante la postal azul que les rodea. "Al principio se te hace raro por la novedad, porque no estás acostumbrado pero se ve mejor, es más bonito, más luminoso", conceden Beroiz y Urrutikoetxea, los primeros en constatar el cambio. Iñigo Urreaga, sin embargo, se aleja del triunfalismo hasta la retransmisión televisiva del partido. "Entonces veremos si se ha acertado cuando se vea durante un periodo prolongado de tiempo. La emisión será de dos horas más o menos y entonces se comprobará realmente si es una mejora. Es la prueba definitiva".
Aunque la prudencia acompaña el discurso de Iñigo Urreaga, el realizador es consciente de que el azul es el color que impera en las retransmisiones deportivas por lo que su elección no se trata de un capricho. "Las canchas de tenis, el tartán de atletismo, las pistas de balonmano... tienen como denominador común el color azul porque es un color que no satura, pero que resulta muy visual para el espectador, es relajante para el ojo". Para Urreaga el frontón debe tener "en lo posible" el aspecto y la iluminación de un plató de televisión porque así el producto se vende mejor. "Se deben optimizar las condiciones para la retransmisión, pero también para el espectador que va al frontón a ver al partido. El azul está pensado tanto para las personas que están viendo el partido en directo como para los que lo siguen por televisión".
Mantiene Urreaga que un bonito envoltorio multiplica el efecto seductor del contenido. "Imagina el mismo menú de una cena pero presentado con gusto. Lo que comes es lo mismo, los sabores son iguales, pero no tienes la misma percepción. Con la pelota ocurre lo mismo. El partido puede ser mejor o peor, lo ideal es que sea bueno, pero si no lo es, al menos tiene que estar bien presentado y en azul la presentación es más atractiva". Y todo porque un día pensó en azul.