Duración 50 minutos de partido.

Pelotazos Se dieron 427 pelotazos a buena.

Saques 2 de Aimar Olaizola y 2 de Sebástian Gonzalez.

Tantos en juego 12 de Aimar, uno de Gonzalez y uno de Laskurain.

Errores 2 de Aimar, 3 de Oier Mendizabal, 6 de Gonzalez y 2 de Laskurain.

Marcador 7-0, 7-2, 11-2, 11-4, 12-4, 12-5, 14-5, 14-7, 19-7, 19-8, 20-8, 20-9 y 22-9.

Incidencias Buena entrada en el Labrit.

bilbao. Tal vez el ecuador de la primera fase sea muy temprano para desempolvar las calculadoras, pero lo cierto es que hay parejas que, según el resultado que obtengan en esta cuarta jornada, pueden complicarse mucho la clasificación a las semifinales. Con ese gusanillo en el estómago llegaban ayer al Labrit Aimar Olaizola y Oier Mendizabal. Los sub campeones sólo contaban una victoria de tres partidos disputados y sucumbir contra Gonzalez y Laskurain podía suponer descolgarse peligrosamente de los binomios que suman más puntos en la clasificación.

En las últimas semanas Aimar arrastraba una basurita en su conciencia. En los momentos claves más recientes ha pagado una aparente falta de tensión, de ambición. En los cuartos de final del Cuatro y Medio se dejó sorprender por el bisoño Retegi Bi y en el primer envite del Parejas empezó con mal pie. Tras una victoria y una honrosa derrota ante Irujo y Beroiz tenía el deber, la obligación, de demostrar que Oier Mendizabal y él mismo siguen formando una pareja del más alto nivel. Si alguien llegó ayer un poco tarde al graderío del Labrit se perdió el arranque del de Goizueta. Saltó a la cancha enrabietado, con una fijación insana por demostrar a sus rivales que ayer no tenían nada que hacer. Apostó por terminar los tantos por la vía rápida, sin miramientos. Si la víspera Laskurain explicaba que los primeros cinco tantos eran muy importantes, al guipuzcoano en dos minutos se le tuvo que caer el mundo encima. Nadie había roto a sudar todavía y el electrónico ya cantaba un 7-0 que casi sentenciaba el partido.

Los azules, a falta de ese instinto depredador, intentaron alargar el tanto, jugar al desgaste en vez de al pim-pam-pum. Su primer intento, tímido, salió bien y consiguieron hacer que Oier Mendizabal errase por primera vez en el partido. Pero el par de cartones que sumaron Sebástian y Aritz fueron un suspiro en el desierto. Aimar Olaizola siguió con su exhibición de ganchos. Su brazo izquierdo parece ser un resorte totalmente integrado en la cancha del Labrit, con la distancias perfectamente asimiladas. Al milímetro. Cada uno de sus ganchos era una puñalada en el estima del campeón del Cuatro y Medio. Para colmo, los intentos de Gonzalez por buscar las cosquillas al navarro eran en vano. Olaizola dio también un recital defensivo. Había que hilar tan fino como él, o más, para que no alcanzase la pelota.

Mientras Aimar maltrataba al de Azkaine a sus espaldas Laskurain y Mendizabal deambulaban sin pena ni gloria. A Laskurain le tocó sufrir algo más por aquello de las ansias de Aimar, pero tampoco tuvo que hacer frente a un Mendizabal que se fue de la cancha sin haber demostrado el talento que tiene dentro. Da la sensación de que este Oier no es el mismo que jugó la final del año pasado. Deberá estar más contundente para hacer daño el día que Aimar Olaizola no roce la perfección como ayer.

El 22-9 final de ayer devuelve a la pomada a la pareja de Asegarce, mientras que los de Aspe salen a empujones del dulce sueño en el que se habían sumergido tras las dos brillantes victorias de las anteriores jornadas. Tal vez deban buscar esa rabia que ayer mostró Aimar.