La construcción del Museo Guggenheim Bilbao se desarrolló entre octubre de 1993 y octubre de 1997. El lugar elegido —una curva de un antiguo muelle de uso portuario e industrial— permitió recuperar la ría del Nervión para la ciudad y transformarla en un espacio dedicado a la cultura y el ocio.

La complejidad matemática de las formas curvilíneas ideadas por Frank Gehry, fallecido este pasado viernes, llevó al arquitecto a utilizar CATIA, un avanzado software procedente de la industria aeroespacial. Gracias a esta herramienta fue posible trasladar con precisión su visión al proyecto estructural y facilitar la ejecución de un edificio de geometrías tan singulares.

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¿Por qué es de titanio?

Para la envolvente exterior, Gehry optó por el titanio después de analizar distintos materiales y comprobar su resistencia y capacidad de envejecimiento en muestras expuestas en el exterior de su propio estudio. Las casi 33.000 láminas de este metal, ligeras y flexibles, generan un acabado ondulado y orgánico que cambia de tonalidad según la luz y las condiciones atmosféricas. La piedra caliza y el vidrio, también presentes en la construcción, completan un conjunto armónico que da forma a un diseño de enorme impacto visual. Hoy, el museo es un icono universal y uno de los principales símbolos de Bilbao.