“Me han parado por la calle para decirme que la obra les ha emocionado mucho”, confiesa la actriz bilbaina Karmele Larrinaga, que ha coprotagonizado en el Palacio Euskalduna de Bilbao 'La llamaban loca' una de las obras de más éxito de toda la Aste Nagusia. “Ha habido gente también que me ha comentado que estaba fuera y no ha podido verla. Ahora, tienen otra oportunidad”, asegura Karmele Larrinaga. El sábado día 27 y el domingo 28 de este mes el telón se volverá a levantar en Euskalduna para acoger la aclamada producción de Cid FCA Producciones y Aitato Producciones, dirigida por Gurutze Beitia con texto de Txemi Parra e idea original de Jon Marín.
¿Por qué cree que ha tenido tanto éxito este espectáculo?
Todavía me sigue parando la gente por la calle y sigo leyendo mensajes en Facebook diciéndome lo que les ha emocionado. Con La llamaban loca, el público pasa por todos los estados anímicos, alegría, tristeza, emoción... Ayer, por ejemplo, me encontré con un hombre que en su infancia conoció a Mercedes Lorenzo, o como se la conocía La loca de Arriquibar, y se ha bía emocionado mucho recordando aquellas imágenes. Es un homenaje muy respetuoso hacia ella, aunque no se cita ni siquiera su nombre en la obra.
La historia transcurre en el Bilbao de los años 70. ¿Qué se va a encontrar el público?
Es una historia de sororidad entre dos amigas, en las que también proliferan temas como la enfermedad mental, la locura de amor...Hay muchos momentos de humor, está concebida para que la gente disfrute y se ría porque está muy bien el choque entre estas dos mujeres tan diferentes, pero también de reflexión. La salud mental es un problema que nos preocupa a todos. Una mujer, al acabar la función, se le acercó a Gurutxe (Beitia) y le comentó lo mal que lo había pasado cuando murió su marido. La obra refleja lo que es la vida, como la película Sonrisas y lágrimas.
Se ve que disfruta mucho con su personaje...
Cuando me llamó Borja Elorza para ofrecerme el papel de Rosa, me hizo mucha ilusión porque el personaje tiene mil matices, te permite transitar por un montón de emociones, de estados. Es muy difícil, pero también una oportunidad muy grande para una actriz. Y parece que a la gente le ha gustado. Todavía no me han tirado tomates (bromea). Incluso ha habido que ampliar funciones, hemos hecho tres días seguidos dos funciones para intentar llegar a la mayor gente posible porque no había entradas desde hacía muchísimo tiempo, pero claro, ha sido insuficiente porque no hemos llegado a todo el público. Al final, se han buscado estos dos días extra y nos vamos a una sala más grande. Además hay mucha gente que nos ha dicho que quiere volver a verla.
¿Cómo es trabajar con Gurutxe Beitia como directora?
Cuando conoces a la directora siempre facilita muchísimo el trabajo. Además, Gurutxe tiene una sabiduría conseguida de sus muchos años en el teatro, por lo que sabe perfectamente cómo llegar, cómo emocionar y cómo dirigir. Es que puede haber unos actores estupendos, pero si no están dirigidos bien, la obra se convierte en algo horroroso.
Es la primera vez que trabaja con Gemma Martínez pero se nota mucha química en el escenario.
Era otra de las cosas que me hacía muchísima ilusión de este proyecto, poder trabajar con Gemma, a la que admiro desde hace muchísimos años. Tener la oportunidad de trabajar juntas, mano a mano en el escenario, ha sido maravilloso. Es un lujo porque esto es un toma y daca y cuando una persona te da tanto tú puedes responder y todo eso crece.
¿Cómo se enamoró del escenario?
Del teatro me enamoré yendo con mi hermano Andoni a Madrid a ver mi primer musical, Evita, con 16 años. Ahora la Gran Vía madrileña está llena de musicales, pero entonces había muy pocos. Luego me llevó muchas veces a ver musicales, revistas... Él me metió el veneno en el cuerpo. Recuerdo que me marcó mucho también Por la calle de Alcalá, que era una antología de revista en la que salían las actrices con muchas plumas. Yo soñaba con estar ahí, pero nunca pensé que se iba a convertir en una realidad. Años después empecé en Bilbao Eszena, cuando hay algo dentro, al final siempre encuentra su camino. Ahora se potencia muchísimo el teatro, el baile... Hay academias, cursos de interpretación desde la escuela, pero claro, cuando era joven esas cosas no existían. Éramos siete hermanos, de una familia obrera, y no teníamos las mismas facilidades que hay hoy en día. Pero en mi familia siempre se ha amado mucho la cultura. Mi aita, Luis Larrinaga, era un maravilloso pintor, bueno, un artista plástico que pintor se queda corto. Ahí está su escultura de Pepe Tonetti en el parque de Doña Casilda. El año que viene vamos a hacerle una exposición impresionante con motivo de los 20 años de su fallecimiento.
Empezó tarde en el mundo del teatro.
Tenía 40 años; anteriormente, me dediqué a muchas cosas, siempre me gustó trabajar de cara al público, con mi hermano Mikel en su tienda de antigüedades, hace muchos años también tuve un salón de belleza... Cuando entré en Bilbao Eszena trabajaba en cocina, luego empecé a ir a castings a Madrid y me di cuenta de que no pasaba desapercibida y eso que yo no tenía ningún tipo de preparación vocal. Entonces, decidí apostar por ello, empecé como figurante, luego me cogieron para el programa de ETB 2, Menú Stress, posteriormente, Goenkale y muchos proyectos más. Empecé a ver que ese sueño podía ser real. Fui donde mi ama y la dije que iba a dejar la cocina e iba a intentar dedicarme al teatro. Y me dijo: si hija, sí, que tu eres muy trabajadora, vales mucho y saldrás adelante. Me decidí.
En la actualidad, tiene también muchos proyectos en la televisión y en el cine...
Sí, ahora se acaba de estrenar en Movistar Plus la cuarta temporada de La Caza de Irati, la serie de misterio que tuvo mucho éxito, en la que interpreto a la sorgiña del pueblo. Y a final del año, empezaremos a rodar la tercera temporada de La Reina Roja. También tengo bolos de teatro... En este mundo tan difícil estás muerta de estrés o no tienes nada. Afortunadamente, yo no me puedo quejar.