El nazismo acabó con la ikurriña que ondeaba en el mástil del hospital La Roseraie de Bidarte en 1940. El imperio de Hitler la tiró abajo y plantó su terrorífica cruz gamada. Pero hasta entonces, el hospital sirvió de refugio a miles de hombres y mujeres de todas las edades y condiciones, que como consecuencia de la Guerra civil en Euskadi emprendieron una verdadera odisea forzada, rumbo a destinos que jamás imaginaron. Fueron acogidos y asistidos por el Gobierno vasco en el centro sanitario provisional de Iparralde y en el histórico buque-hospital Habana.
Así lo ha explicado esta mañana Ana Otadui, presidenta de las Juntas Generales de Bizkaia, en la emotiva presentación de la exposición Odisea 1937, que acoge la sala de exposiciones de la cámara vizcaina en Bilbao, que supone un recorrido visual por una de las páginas menos conocidas de la Guerra Civil en Euskadi. La muestra recoge la vivencia de cientos de gudaris y civiles vascos heridos y exiliados que fueron atendidos por los servicios sanitarios del Gobierno Vasco, primero en Burdeos, en el vapor Habana habilitado como barco-hospital, y después en Bidarte, en la residencia La Roseraie, convertida en hospital para personas heridas y mutiladas de guerra.
Historias personales
Pero no es una exposición de fotografías sin más. La muestra visualiza historias personales, a través de los combatientes Manuel Arumbarrena, Ferderico Gonzaléz y de la enfermera de ambos, Gotzone Arancibia, que revelan el rostro humano del exilio, del dolor, pero también de la camaradería, la amistad y la esperanza. “Tres nombres que representan a miles de personas que vivieron una experiencia marcada por la pérdida, la resistencia y la solidaridad”, ha definido Ana Otadui para quien “es un acto de justicia rescatar del olvido a quienes lo dieron todo por la libertad y la democracia y cuyos nombres durante mucho tiempo fueron silenciados”.
Comisariada por Aitor Miñambres, director del Museo Memorial del Cinturón de Hierro de Berango, y el periodista y fotógrafo Mauro Saravia, especialista en Memoria Histórica y Derechos Humanos, la muestra presenta 40 fotografías y documentos conservados durante décadas por los dos combatientes y la enfermera Gotzone Arancibia, cedidos ahora por sus familiares para esta exposición.
Más de 1.600 gudaris, sanitarios y civiles
Por La Roseraie (un antiguo hotel-casino) pasaron más de 1.600 combatientes, sanitarios y civiles. La de Gotzone Arancibia es una de esas historias. La enfermera trabajó allí hasta la invasión de Francia por parte del ejército alemán, en la primavera de 1940, durante la Segunda Guerra mundial. En esas circunstancias, regresó a Bilbao. “No sufrió represalias pero mi ama nos contaba que tuvo que renunciar a trabajar en el hospital de Basurto o en cualquier otra institución pública porque para eso había que jurar los principios del Movimiento nacional franquista y ella no estaba dispuesta a hacerlo. A pesar de todo, consiguió empleo como enfermera en una consulta privada de un dentista, donde trabajó hasta 1945, después se dedicó a la familia”, recuerda emocionada su hija Gotzone Mezo.
Ella junto con otros cuatro de sus hermanos han acudido a la presentación de la exposición. “Con mi ama volvimos varias veces a La Roseraie, siempre se emocionaba mucho recordando aquellos tiempos. Cuando llegó tenía 17 años, como ella todos y todas estaban solos. Mi ama hizo buenas amistades allí, que han durado con el tiempo. Incluso nosotros llamábamos tías a las enfermeras que trabajaron con ella. Cuando volvió a Bilbao, le tocaron vivir también tiempos duros, le prohibieron trabajar de su profesión, pero ella siempre se negó a jurar los principios franquistas”, comenta su hija.
Un galdokostarra en La Roseraie
Manuel Arrumbarrena, natural de Galdakao, fue herido el 31 de marzo de 1937 en el frente de Otxandio y fue enviado al hospital habilitado en el local de la Sociedad El Sitio en Bilbao, donde le amputaron la parte inferior de la pierna izquierda. Meses después fue trasladado a la Roseraie, donde permaneció hasta recibir el alta el 26 de agosto de 1939, una semana antes de comenzar la Segunda Guerra mundial.
Muchos de los hombres y mujeres de la Roseraie colaboraron trabajando en fábricas y arsenales en apoyo del gobierno francés, hasta que sobrevino la derrota y la ocupación alemana del territorio. Pero a Manuel Arrumbarrena, dada su minusvalía, se le aconsejó dejar el país, intentar llegar a América o entregarse en España. Manuel decidió esto ultimo y fue detenido e internado en el campo de concentración de Miranda del Ebro. Allí permaneció hasta mediados de junio 1940, cuando fue puesto en libertad vigilada. Posteriormente, encontró trabajo como guarda en la empresa Vusa de Galdakao y mantuvo su residencia en el caserío familiar.
“Mi tío guardaba la fotografías en una habitación dentro de un sobre en una cartera y al abrirlo nos encontramos con estos documentos. Sabíamos lógicamente que había estado en el hospital de Iparralde; en 1990 la familia le volvimos a llevar allí, pero a él no le gustaba mucho hablar de aquella época”, relata su sobrino, Javier Arrumbarrena.
De Erandio a Lapurdi
Federico González Santiago era un tipógrafo de oficio natural de Erandio. Fue herido por una bala que le entró por la muñeca izquierda, pasó por el antebrazo y salió por el codo. Conservó la extremidad, pero colgando por ello, en las fotos en las que aparece se tuerce un poco su cuerpo para no mostrar el brazo. En el momento que ocurrió la desgracia fue trasladado con urgencia al hospital de Basurto, replegado a Santander y, a continuación, a Asturias. Consiguió hacerse a la mar en una frágil embarcación junto a seis personas más, siendo rescatados a la deriva por un pesquero francés que les llevó hasta el puerto de Arcachón. De allí, fue enviado al histórico buque Habana que hizo las veces de centro sanitario de urgencia y de allí internado en La Roseraie.
Cuando comenzó la Segunda Guerra mundial, entró como trabajador en una fábrica de dinamita cercana a Burdeos, hasta la derrota francesa a manos de la Alemania nazi.
En esta situación, decidió entregarse a los franquistas. Fue detenido e internado en Miranda del Ebro, dos días después fue puesto en libertad vigilada.
Esta interesante exposición se puede ver hasta el 29 de septiembre en la sala de la Juntas Generales de Bizkaia, en la calle Hurtado de Amezaga nº 6, con entrada gratuita.