No, el sumo sacerdote del rock de las últimas décadas, el prestidigitador capaz de emocionar y hacer gritar a multitudes como si fueran una única persona no se ha sacado de la chistera las 83 canciones que incluye The Lost Albums (Legacy Records), los siete compactos de inéditos que se publicarán el día 27 de junio, después de que el veterano rockero estadounidense (75 años) actúe en el Reale Arena de Donostia este sábado 21 y el martes 24, con últimas entradas todavía a la venta.

Esta colección enciclopédica de canciones estaban guardadas en un cajón –“me alegro de que se puedan escuchar por fin, solo las tocaba para mí mismo y amigos íntimos”, confiesa– y abarcan 40 años de trabajo que, sin llegar a la excelencia de sus obras legendarias, sí ofrecen múltiples gemas y caminos musicales inexplorados antes por el rockero anti Trump. Este Tracks II, el hermano pequeño de la grandiosa compilación de cuatro discos de rarezas e inéditos que Springsteen publicó en 1998, abarca su trabajo desconocido desde 1983 hasta 2018.

Estaban escondidas porque su autor, después de grabarlas, mezclarlas y revisarlas, localizó “fallos” y advirtió que las narraciones que proyectaban “no tejían una imagen clara en la mente de mis fans de quién era yo y hacia adónde me dirigía” al “no encajar en mi narrativa, en mi arco creativo”, explica en el texto introductorio de la caja. Además, muchas de esas canciones no resistían la comparación con su discos originales. Esas “imperfecciones” suponen hoy “una alegría” para un Bruce que se muestra ecléctico y experimental para un rockero tradicionalista como él.

No acumula los hallazgos de Tracks –aquí no hay descartes de Born to Run, Darkness on the Edge of Town y The River–, pero sí un corpus atrevido y que, escarbando entre la abundante paja, ofrece decenas de gemas que harán las delicias de los seguidores incondicionales. No está, ni de lejos, a la altura de sus mejores himnos – Jungleland, Racing in the Street, The River, No Surrender, Thunder Road, The Promise Land, Born to Run o New York City Serenade–, pero muestra enjundia y ofrce luz a los periodos oscuros de su longeva carrera.

‘La Garaje Sessions’

Grabado en 1983, con Bruce en California, entre Nebraska y Born in the U.S.A. “Todavía me daba un poco de miedo la fama”, explica el músico, que dudaba cuál publicar de ambos discos. En ese periodo surgió este trabajo alternativo que trabajó en su estudio casero y que incluye dos claros guiños a Elvis, la preciosa Follow the Dream, todo un manual de resilencia, y Johnny Bye Bye, un tributo a Presley con cita a su muerte prematura.

Con él al frente de todos los instrumentos, muestra rocks y rockabillys sencillos y frescos como Don´t Back Down Our Love, Seven Tears y Little Girl Like You; una versión primeriza de My Hometown; caras b como Shut Out the Light; piezas sombrías folk en la órbita de Nebraska, como las hermanadas Richfield Whistle y Jim Dear, dos asesinos carne de presidio, y piezas con la carga de clásicos como la balada Sugarland o ese evidente alegato anti racista llamado The Klansman, tan de actualidad en 2025.

‘Streets of Philadelphia Sessions’

“Estaba experimentando con géneros normalmente fuera de mi terreno”, explica Bruce sobre este (gran) disco que parte de las sesiones con las que logró el Oscar grabando en su casa de New Jersey. Le acompañan miembros de “la otra banda”, la de los 90, como el guitarrista Shane Fontayne y el batería Zachery Afford, además de bases hip hop, sintetizadores y loops en temas como Blind Spot, We Fell Down o Maybe I Don´t Know You. También ofrece guiños al disco The Tunnel... en Waiting on the End of the World; bonitos medios tiempos eléctricos como One Beautiful Morning, con coros de Patti, o una versión de la conocida Secret Garden con loop y sintetizadores.

‘Faithless’

Es un trabajo que “hice por encargo para una película del Oeste” en 2004, en apenas dos semanas, siguiendo a su hija en sus competiciones ecuestres. Estancado el proyecto, ha optado por publicar esta banda sonora, que incluye los cuatro primeros instrumentales de su carrera, con música incidental y evocadora, y canciones de tono menor y escritas en primera persona que hablan de Dios, fe, oraciones, salvación y el destino. De tono emotivo, especialmente Where You Going Where You From, acústica y fronteriza, con participación en los coros de Evan y Sam, sus dos hijos, destacan la rural y de aire entre el rock y el gospel All Gods Children, y Let Me Ride, que emula la atmósfera de las Seeger Sessions; la propia Faithless y My Master´s Hand, con armónica en su crescendo.

‘Somewhere North of Nashville’

Se grabó íntegramente durante las tardes de las sesiones del infravalorado The Ghost of Tom Joad, en mayo y junio de 1995 y con un claro halo social y country con la slide de Marty Rifkin. Agrupa canciones rockeras como Repo Man, con su toque honky tonk; baladas con tintes de tristeza y estudios de personajes agudos y sobrios, alienados y desesperados por la falta de trabajo en la línea de los escritos para Nebraska en Delivery Man o Poor Side of Town; la conocida Stand on It; la curiosa Silver Mountain, que se inicia con un silbido; el lamento melódico de You´re Gonna Miss Me When I´m gone; la dulce Blue Highway, a lo Chris Isaak, y Janey Don´t Loose Heart, llevada del pop al country.

‘Inyo’

Compuesto durante “largos trayectos en coche por el acueducto de California, atravesando el condado de Inyo de camino a Yosemite o Death Valley”, este es “uno de mis favoritos”, confiesa su autor. Y de los míos, añado. Exótico en lo instrumental, a las guitarras, violines y voces se añaden todo un mariachi en canciones como Adelita, con gloriosos metales, que cuenta la historia de “las adelitas”, mujeres que jugaron un gran papel en la independencia de México, y The Last Charro, con coros de farra. Entre el recuerdo de The Ghost… y Devils & Dust, y un paisaje casi físico de desiertos, pueblos indios, inmigración, sangre, sueños perdidos y fronteras, en tierras de Juárez y San Antonio, sobresalen El jardinero, con su recuerdo a los seres queridos ausentes, la trompeta de Ciudad Juarez...

‘Twilight Hours’

Es el más marciano del lote, ya que le presenta en un registro desconocido, solo atisbado en Western Stars, de “canciones románticas perdidas en la ciudad” en “homenaje al pop estándar del cancionero estadounidense”. En su papel de crooner, a veces orquestal, se hace acompañar de algunos miembros de su banda –Max, el batería, la violinista, Patti…–, para, con la vista puesta en Glen Campbell, Jimmy Webb y Burt Bacharach, grabar, junto a Ron Aniello, temas entre Sinatra y Roy Orbison como Sunday Love; Late in the Evening; el brillante estribillo de Lonely Town; el orquestal High Sierra; un September Kisses que remite a Orbison o un Follow the Sun en el que recupera a las teclas a David Sancious, miembro de su banda en el inicio de los 70.

Te puede interesar:

‘Perfect World’

El disco más atípico del lote, el único no concebido como un trabajo conceptual y cuyo repertorio Bruce agrupó buscando “un poco de diversión, ruido y rock´n´roll”. Con piezas entre 1994 y 2011, será el más escuchado por sus fans debido al poder de I´m Not Sleeping o Idiot´s Delight, puro sonido E Street Band. En parte se debe a que varios de sus miembros están presentes en un cancionero compuesto en parte con su amigo Joe Grushecky con la aportación de Tom Morello en Another Thin Line, que narra las peleas y derrotas cotidianas de la clase trabajadora. También hay pasajes de electricidad más comedida, algunos cercanos a entrar en Wrecking Ball. Al frente, la eléctrica Rain in the River, la triste If I Could Only Be Your Lover y You Lifted Me Up, de gran melodía y letra sobre la rendición a través del amor, con coros de Patti y Steve Van Zandt.