Alejo Stivel, pionero de la introducción del rock en las masas adolescentes de finales de los 70 al frente de Tequila, sigue en la carretera con su Muy Vivo Tour, gira que le acerca este viernes a Bilbao, al Kafe Antzokia, desde las 22.00 horas. “Están siendo conciertos apoteósicos y muy divertidos”, asegura el argentino en esta entrevista, en la que, con un repertorio propio y de su antiguo grupo, sigue fiel al rock´n´roll, esa música que se lleva en el alma y se baila con el cuerpo. “La esencia no ha cambiado, me subo al escenario y lo paso pipa viendo a la gente divirtiéndose. Lo del Antzokia será una fiesta que no van a olvidar”, apostilla.
Vuelve a los escenarios, y muy vivo.
Sí, he nombrado a estos conciertos Muy Vivo Tour tras publicar un libro autobiográfico, Yo debería estar muerto. Como no lo estoy... (risas). No estoy solo vivo, sino muy vivo, no soy un holograma. Estoy muy contento de tocar en Bilbao, una ciudad con una gran tradición de rock, y especialmente en el Antzokia, un lugar ya mítico. Voy con la exigencia de darlo todo porque allí hay un público muy entendido.
¿Qué banda trae?
Es espectacular, está muy por encima de mis posibilidades. Está un guitarrista veinteañero Javi Quintana, que acaba de empezar pero toca como un demonio, y también Mauro Nieto (teclado), Manuel del Campo (guitarra), Monterroso (batería) y Álex Serra (bajo). Me apoyan tanto como el público, ambos me hacen un sandwich fabuloso que me da una energía increíble. Queda mal que lo diga yo, pero los conciertos están siendo apoteósicos y muy divertidos (risas). Dejémonos de falsa modestia.
¿Recupera a Tequila?
Sí, canto clásicos del grupo y temas de mis discos en solitario y de Yo era un animal. Este tema lo he regrabado con Sabina recientemente y ahora digo que todavía sigo siendo un animal. El repertorio es un compendio de grandes canciones que me llevan en volandas. Camina solo.
¿Sonará ‘Ya soy mayor’, de Tequila?
No, estoy muy mayor para cantar Ya soy mayor. Esa la hicimos en la última gira de Tequila. Es muy emotiva, pero el repertorio actual es mucho más cañero.
Han pasado casi ocho años de su último disco. Ritmo pausado ¿no?
No tanto, hago conciertos, escribí el libro, he producido un disco para Rosa León que todavía no ha salido… Tengo la cabeza siempre ocupada en algo, y varios proyectos que me callo para no gafarlos.
¿Y componer canciones?
También lo hago, pero es una actividad que requiere aislamiento y concentración. Me cuesta encontrarlo. Tengo mil ideas, frases y melodías en el móvil, pero luego hay que sentarse. En cualquier momento me pongo (risas).
Dado como está el negocio, se editan discos para salir a la carretera.
Iré sacando canciones y cuando hay varios, haré un disco. Eso sí, hay que adaptarse a los tiempos.
¿Es ‘old school’?
No me he adaptado mucho al presente y tampoco soy muy old school. Soy de los de Alice Cooper: “school out forever” (risas)
Tuvo una larga etapa tras Tequila en la que se volcó en la producción.
Fueron más de 20 años en los que solo produje, unos 250 discos de todo tipo y color. Es una actividad bastante creativa y diferente a componer y cantar en directo, ya que trabajas para otra gente. Me sentí muy satisfecho creativamente y sentí que no era un trabajo menor al de compositor e intérprete. Fue primordial y me aportó mucho, dinero también.
Especialmente los de La Oreja de Van Gogh y ‘19 días y 500 noches’, de Sabina.
Sí, sí… y algunos más, no tan notorios, como M–Clan, con quien hice tres discos, El Canto del Loco, uno de Carlos Núñez, que vendió más de 200.000 copias…
Todo lo que tocaba se convertía en oro.
Bueno… al menos en estaño; otros en oro y plata. Y alguno en hojalata.
A ver, la leyenda urbana dice que usted firmaba pero la producción la hacía su equipo.
No es así. Un arquitecto famoso como Frank Ghery tiene un equipo pero él plantea el trabajo, hace esquemas y diseños, y luego delega partes del desarrollo antes de chequearlo todo y ser el responsable absoluto del Guggenheim. Yo trabajaba de manera parecida: planteaba la dirección del disco, elegía el repertorio, trabajaba canciones y letras… Al arrancar a grabar tenía especialistas en instrumentos concretos y voces, y luego supervisaba todo. A ellos los formé yo. Y yo no tenía que estar mientras se cantaba, que los cantantes son unos pesados, pero lo coordinaba todo al final de cada jornada y tomaba decisiones. Ese equipo me permitió hacer tantos discos.
Levantó una gran polvareda, similar a la actual con el cambio de vocalista, cuando dijo que La Oreja de Van Gogh no tocó en su debut, sino músicos profesionales.
Eso ha sucedido a veces con algún músico concreto, que iba por detrás de la banda y se le sustituía. Pero la primera vez que fue así, completo, fue con ellos. No tenían nivel instrumental aunque componían canciones con mucho sentido comunicativo y muy comerciales que se veía que conectarían con un gran público. Hubiese sido una pena que lo grabaran ellos, no habría tenido el mismo resultado. Yo lo tuve claro, le dije a la compañía que el disco no se podía grabar con ellos, que sería tirar las canciones a la basura porque no iba a sonar. Les propuse que trabajaran los temas durante un año, tocando esas 12 canciones todos los días, o grabarlo con otros músicos. La compañía dijo que había que sacar el disco en un mes y el grupo dijo que lo hiciera mi equipo. Estuvieron en la grabación y aprendieron mucho allí. Luego, aprendieron a tocar.
Volvamos al libro, ¿cómo escribe una autobiografía un tipo que dice no tener memoria?
Eso me pregunto yo. Llegué a la memoria a través de la emoción, al revivir los momentos, situándome en aquel tiempo. Esa fue la campanada que llamó a la memoria. Pensando no lo habría podido hacer.
‘Era un animal’, ‘Yo debería estar muerto’… Sabe cómo venderse ¿eh?
En Tequila me encargaba de los títulos. Ahí están Viva Tequila!, que venía de la película !Viva Zapata!, o Matrícula de honor… Es mío también el Sin enchufe, de M–Clan, que alude a los unplugged de la época y también a que carecían de padrinos. Y ahora llega Muy Vivo Tour.
El título de ‘Rock and Roll’ de Tequila fue más sencillo.
Sí, pero cuando salió buscaba vender un concepto, era puro marketing, ya que no había rock en España. Era una declaración de principios, es lo que hacíamos: rock and roll. No éramos cantautores ni hacíamos pop. Parece un título muy sencillo, pero en la época fue clave.
Canta “no me arrepiento de nada”. ¿Ni en esa época juvenil de locura y desenfreno?
Mira, arrepentirse no sirve de nada, pasó lo que pasó y no se puede cambiar ya. Es una pérdida de tiempo y energía. Hubo cosas buenas y malas, geniales y horrendas, pero no quiero perder energía e ilusión mirando hacia atrás.
¿Que usted y Ariel Rot sigan vivos es cuestión de suerte?
En parte, sí, y también de haber sabido parar a tiempo con ciertos estilos de vida y elegir la vida sobre otras cosas. Julián Infante (guitarrista de Tequila) eligió su destino, tenía muy claro cuál iba a ser su final y fue dueño de él. Era muy listo y lo sabía. Otros optamos por cambiar.
¿Cómo ve y vive el rock camino de los 70 años?
Todo cambia, el mundo, el planeta, la sociedad, la gente… Las cosas son así, de una manera, solo un rato. Y con el rock, igual, y tu relación con él. La esencia no ha cambiado, me subo al escenario y lo paso pipa viendo a la gente divirtiéndose. Lo del Antzokia será una fiesta que no olvidarán, y lo van a pasar bomba. Lo pensaba a los 18 y ahora, igual.
¿En el escenario se siente como aquel chaval flacucho y melenudo que no paraba de bailar?
Con melena ya no, todo lo demás igual (risas). Me da miedo ponerme una peluca y que se me caiga.
La última vez que hablamos cerramos hablando de Messi. ¿Lo hacemos ahora de Simeone y de su abrazo con Milei?
Es un currante del fútbol que ha hecho algo fabuloso con el Atlético, al que ha dado un orgullo dormido o aplacado; primero como jugador y luego como entrenador. Pero la verdad es que me siento avergonzado de su encuentro con Milei, un personaje que está destrozando lo poco que quedaba de la Argentina. Es el remate final. Va todo maravilloso para él, que se está haciendo rico. Trump ya lo era, pero este viene de la clase media y vivía humildemente. Ahora, está acumulando fortuna muy rápido.