Siguiendo el camino de dos grupos históricos que volvieron al estudio de grabación con éxito, como Blur en 2023, y después The Cure, el año pasado, ahora le toca el turno a Pulp, una de las mejoras bandas de los años 90 del siglo XX. Los de Jarvis Cocker publican More (Rough Trade Records/Popstock) tras su última reunión para los directos de 2023 y 24 años después de su última grabación. Este octavo disco de los de Sheffield, que presentarán en vivo en el Bilbao BBK Live en julio, tiene el sonido identificable de siempre, canciones sólidas y letras muy íntimas en clave de una madurez que reniega de la nostalgia. “Es lo mejor que podemos hacer”, según Cocker.
Más de 40 años después de la formación de Pulp, en 2025 solo sobreviven su líder, compositor principal y vocalista, Cocker, la teclista Candida Doyle, el batería Nick Banks y el guitarrista Mark Weber, el último en llegar, en 1994. Y el tiempo solo ha confirmado su perdurabilidad artística con el paso de las décadas gracias a su sonido, elegante, barroco y menos identificable con el movimiento brit–pop, con el que se forraron Oasis, Blur y Suede.
Siempre reacios a su inclusión en él, en una época liderada por el laborismo de Tony Blair con cierto olor a orgullo patriótico y rancio que después desembocó en el Brexit, Pulp ofrecen ahora More; sí, más canciones 24 años después de We Have Love. Y lo hacen sin que nadie se lo haya pedido, solo porque, según aseguran, esa es la misión del creador y de un grupo de ellos cuando se juntan y ponen en común sus ideas. En su caso, canciones; y no basta con las experiencias “comunales y compartidas” de los conciertos, donde ellos siguen moviéndose con total comodidad, cara a cara, en un mundo dominado por la tecnología y la peligrosa, en su opinión, inteligencia artificial.
Amor y muerte
El fallecimiento de su bajista, Steve Mackey, de 56 años, a quien dedican las nuevas canciones, y de la madre de Cocker, junto a una relación rota del vocalista, provocaron la composición del nuevo repertorio del grupo, ya reactivado y en la carretera tras su reunión hace dos años. Durante las pruebas de sonido ensayaron y posteriormente interpretaron en vivo Hymn of the North. El tema, hecho por Cocker para que su hijo sintiera orgullo de Sheffield, urbe situada al Norte de Inglaterra, fue la primera de las canciones del disco.
“Pareció abrir las compuertas: se nos ocurrieron el resto de los temas del álbum durante la primera mitad de 2024”, explica Cocker, que ha contado con la colaboración del ‘niño bonito’ de la producción actual, James Ford (Blur, Arctic Monkeys, Fontaines D.C. y Black Contry, New Road), y con aportaciones del exmiembro de Pulp Richard Hawley –actuará en unos días en el Azkena Rock de Gasteiz–, Jason Buckle, Richard Jones y parte de la familia de Brian Eno.
Maduro y ecléctico
More, grabado “de forma rápida”, en apenas tres semanas, propone un sonido variado, dentro de la fórmula totalmente identificable de la banda y con un repertorio sólido, consistente, con peso real y vocación de presente, sin columpiarse en la nostalgia pero asentado en la madurez, con buenas melodías y letras tan incisivas y lúcidas como siempre, en este caso proyectándose hacia el interior más que al exterior. Solo en A sunset se desliza “la primera regla de la economía, la gente infeliz gastará más”.
Musicalmente, el álbum es un tobogán estilístico que se mueve entre el latido funk de Spike Island y el sencillo y convincente pop de A sunset, una despedida con bellísimos coros. Entre ambas, con recurrentes spoken words y los arreglos líricos de cuerdas omnipresentes en cortes como Tina, Background Noise o Partial Eclipse, las baladas emocionales e intensas ganan por goleada ante el remedo de sonido disco y hip hop de My Sex; el ligero tono reggae de Slow Jam; el art rock de Grown Ups; la orquestal Hymn of The North o el bailable southern soul con final gospel a lo Nick Cave de We to Have Love.
More, que se abre con Cocker cantando “nací para actuar, es una vocación, existo para esto”, rinde cuentas con sus sentimientos ante el paso del tiempo, la madurez, las muertes, las relaciones amorosas, el sexo… En un verso de Slow Jam, “pasas de ser todo lo que podías ser a ser todo lo que una vez fuiste”, se planta ante el espejo, maduro, para cantar luego en Grown Ups “no estoy envejeciendo, solo estoy madurando; la vida es demasiado corta para beber vino malo, lo que es aterrador”.
Entre fugaces revisiones del pasado y oportunidades perdidas, caso de Nina, Cocker apuesta por las segundas oportunidades y por probar “algo nuevo” –incluido en el sexo y con sentido del humor porque “se me acaba el tiempo”, canta– cuando el amor se convierte en “una muerte lenta”. También alude a la frustración de los sueños desgastados, en el caso de Farmer’s Market, aunque, finalmente, arroja luz y esperanza al cantar “tienes que tener amor”, porque “es lo único que puede salvarte y devolverte a la vida”.