El Museo de Bellas Artes de Bilbao da su bienvenida a la intensa fantasía y al sutil pero apasionado trazo en grafito de Max Ernst (1891-1976). En febrero llegó una pequeña avanzadilla de la obra de este artista, figura clave en las transiciones culturales vividas en la Europa de los llamados locos años veinte, seriamente influenciados y sugestionados por la devastadora Primera Guerra Mundial.
Aquella primera colección mixta de Ernst –expuesta en las salas adosadas a la entrada, a la derecha– ya deja a las claras cuáles son las costuras sobre las que este retratista de mundos imaginarios e imaginados fabricó su particular universo, puerta de entrada para otros muchos a esas energías creativas que han pasado a la historia con nombres tan escuchados como incomprendidos como son el dadaísmo y el surrealismo.
Esta antología que esta misma semana llegaba a Bilbao es la famosa Histoire naturelle. En realidad, es una fotocopia de la colección original. Mejor dicho: una fototipia de las 34 láminas firmadas por Max Ernst en 1926 en París. La visión comercial del marchante que organizó aquella exposición se tradujo en una tirada limitada de 306 ejemplares de aquella carpeta. La número 3 es la que ahora se expone en Bilbao.
Esta antología que cuelga en la sala 17 es el mejor remate a las pinturas y dibujos de este completo y complejo artista alemán expuestos ya desde febrero. Un muestrario superlativo y muy descriptivo de Ernst que vuelve a poner a Bilbao y al Bellas Artes en la picota dada la escasa presencia de este artista en otros museos: dos obras en el Reina Sofía y cuatro en el Thyssen-Bornemisza. Una relevancia en el panorama museístico que ganará en dimensión espacial y temporal con la ampliación de la pinacoteca. Y es que, tal y como ha avanzado Miguel Zugaza, director del Museo, gracias a la alianza con la Fundación Mouradian (propietaria) esta minuciosa y libre interpretación de paisajes, animales, objetos, vegetales, personas… permanecerá durante 5 años en Bilbao cuando reabra sus puertas.
El propio Zugaza no se cerró a poder estirar en el tiempo esa complicidad. El artista lo merece. Y motivos hay. De hecho, sobre el papel ya se trabaja en las posibles combinaciones entre las obras de Ernst y los fondos del Bellas Artes. Incluso se lanzó a avanzar una de esas ideas que ya revolotean en el ambiente. Por ejemplo, su acoplamiento con las trayectorias surrealistas de artistas más cercanos como Nicolás de Lekuona y Carlos Rivera, admiradores ambos del artista alemán y de su intuición para fabular y soñar sobre el lienzo. Otra de las invitaciones que a buen seguro darán consistencia en ese futuro próximo a esa entente culturel tendrá un protagonista especial del que Zugaza no dudó en presumir: dos series litográficas únicas que se conservan en Bilbao que revisitan contemporáneamente la vocación del conocimiento de la naturaleza que dejó escrita Plinio el viejo en el año 72 y que sirvió de inspiración para Ernst.
¿Qué es el 'frottage'?
La serie Histoire naturelle reproduce por medio de fototipia 34 de los primeros dibujos que Max Ernst realizó utilizando la técnica del frottage. Se trata de un procedimiento –cuya invención se atribuye al propio Ernst y al azar– que surgió cuando el artista frotó con un lápiz sobre un papel los nudos y rendijas de las tablas de madera del suelo de la habitación donde estaba alojado. Luego probó con otras superficies rugosas y el resultado le convenció. Era lo que buscaba en su transición artística. Era absurdo –uno de los principios del dadaísmo– y al mismo tiempo estimulante porque animaba al artista y también al espectador a explorar la realidad más allá de la razón, tal y como manda el surrealismo.
La obra invitada. Son 14 pinturas, cuatro dibujos, dos frottages y 34 fototipias que proceden de la colección original del galerista Aram Mouradian. Junto con el préstamo temporal de una escultura y material documental, conforman una edición excepcional del programa ‘La obra invitada’. La muestra estará hasta el 30 de septiembre, aunque ya se ha llegado a un acuerdo para integrarla durante cinco años en el Bellas Artes cuando el Museo reabra ampliado sus puertas.
“Surgieron de esta manera aleatoria y experimental cerca de cien dibujos con composiciones y asociaciones enigmáticas que, agrupadas bajo el sugerente título del portfolio, evocan organismos animales, vegetales o minerales que proceden de la imaginación y la extrañeza de lo onírico”, ilustraba Miriam Albizuri, conservadora de Arte Moderno y Contemporáneo en el Bellas Artes. Manchas y sombras que estimulan la fantasía, ahora en Bilbao.