El británico de origen armenio Aram Mouradian realizó la primera exposición individual con las obras ya de espíritu surrealista de Max Ernest en 1926 en su galería parisina. La muestra se convirtió en todo un acontecimiento para la época y artista y galerista mantuvieron desde entonces una relación de amistad y admiración mutua. Fruto de esa pasión por el trabajo de Ernst, Mouradian conformó una importante colección privada con piezas que el creador alemán realizó principalmente entre 1922 y 1998. Un periodo de tiempo, que en el que la obra de Ernst evolucionó desde las propuestas del dadaísmo a la experimentación e investigación vinculadas a las teorías surrealistas surgidas en París en 1924.
La colección particular fue heredada por su actual propietario, nieto del prestigioso galerista inglés y está compuesta fundamentalmente por las que éste compró directamente al artista y también a terceros y conservó para sí mismo.
Ahora, 54 obras de Ernst de esta colección se pueden ver en el Museo de Bellas Artes de Bilbao dentro del programa La Obra invitada, que patrocina la Fundación Banco Santander. En esta ocasión, permanecerán durante un periodo más largo en Bilbao gracias a que han sido prestadas al museo por cinco años. De momento, se expone una veintena de ellas y a partir de mayo, llegará el resto, que se encuentra en estos momentos en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. El depósito incluye 14 pinturas, 6 dibujos y las 34 fototipias que conforman la célebre carpeta Histoire naturelle.
Novedades teóricas y técnicas
Max Ernst (Brühl, Alemania, 1891-París, 1976) es una de las figuras destacadas del arte contemporáneo, clave en el origen y desarrollo del movimiento surrealista. Artista impredecible, siempre siguió la línea de la experimentación, en la que, partiendo de un interés inicial por el dadaísmo, evolucionó hacia las propuestas más transgresoras formuladas por el surrealismo, buceando en los misterios del subconsciente.
Fue en el surrealismo donde el artista alemán pudo aportar novedades teóricas, técnicas y creativas que hoy son consideradas fundamentales para el desarrollo del arte del siglo XX, según ha explicado Miriam Alzuri, conservadora de Arte Moderno y Contemporáneo del museo, que ha sido la que ha planteado el recorrido expositivo con el objetivo de poner de relieve la originalidad creativa de Ernst. A él le debemos el Frottage (frotar sobre un objeto para transferir su textura en el soporte) o el Grattege (raspar pigmentos secos encima de maderas o lienzos). También el Dripping o goteo, que después desarrollaría Jackson Pollock.
Entre las obras que Mouradian adquirió a Ernst en 1927 y ahora se exponen en Bilbao se encuentran los dibujos La Belle jardinière, Dos niños en una habitación atravesada (1923) y El hombre (1923), y las pinturas Dos muchachas en bonitas poses (1924), un bellísimo cuadro con el que arranca la exposición, Jaula y pájaros (1924), las manos con pájars (1925), Jeunes gens piétinant leur mère (1927), Pequeño monumento a los pájaros (1927), El bosque y sol azul (1927), Bosque-espinas (1927) o Flores escamas (1928).
Autodidacta
Max Ernst (Brühl, Alemania, 1891-París, 1976) fue pintor, escultor y autor de influyentes trabajos en el mundo del collage y la obra gráfica, Según ha explicado Georges Sebbag, considerado uno de los grandes expertos en el movimiento surrealista, fue un artista de formación autodidacta. Estudió arte, filosofía, literatura y psiquiatría en la Universidad de Bonn e inició su carrera artística en la primera década del siglo XX interesado por los lenguajes del expresionismo y el cubismo. Tras la Primera Guerra Mundial -en la que combatió-, se vinculó al grupo dadaísta de Colonia y mantuvo contacto con los de Berlín, Zúrich y París. En esa época, realizó sus primeros collages y fotomontajes, que pudieron verse en 1921 en la librería parisina Au Sans Pareil, propiedad de André Breton y Simone Kahn. En 1922 se instaló en París y en 1938 abandonó el grupo surrealista y se trasladó a Saint-Martin d’Ardèche, localidad al norte de Aviñón, con la pintora surrealista inglesa nacionalizada mexicana Leonora Carrington.
Tres años después, iniciada ya la Segunda Guerra Mundial, se instaló en Estados Unidos donde contrajo matrimonio con la coleccionista y mecenas neoyorkina Peggy Guggenheim. Después, residiría unos años en Arizona con la artista surrealista estadounidense Dorothea Tanning. “En 1953 regresó a París, ya convertido en una figura de renombre internacional”, según Georges Sebbag.
Obsesionado con los pájaros y los bosques
Ernst estaba obsesionado con los pájaros. “El día que nació su hermana se murió su periquito, siempre pensó que se había reencarnado en su hermana”, explica el historiador.
Confuso por el incidente, empezó a relacionar aves y personas y esto se ve en sus cuadros, a menudo con cruces de pájaros y humanos.
Los bosques, densos, oscuros y misteriosos, también son protagonistas de muchas de sus creaciones. Son testigos de sus miedos infantiles.
La exposición está distribuida en cuatro salas en el renovado edificio antiguo del museo y ha sido presentada esta mañana por Elixabete Etxanobe, diputada general de la Diputación Foral de Bizkaia y presidenta del Patronato del Museo de Bellas Artes de Bilbao, Borja Baselga, director de la Fundación Banco Santander, Georges Sebbag, escritor e historiador del Surrealismo y Miriam Alzuri, conservadora de Arte Moderno y Contemporáneo. Se puede ver hasta el 30 de junio.