Son innumerables los tesoros ocultos que guarda Bilbao. Muchos edificios que son auténticas joyas arquitectónicas, rincones con encanto o impactantes esculturas pasan desapercibidas para el vecino de a pie, que absorto en sus pensamientos mientras camina apresuradamente junto a ellos sin prestarles la atención que merecen. Y tienen que ser otras personas llegadas de lugares lejanos quienes nos abren los ojos para que apreciemos la belleza de lo que tenemos a nuestro alrededor. Algo así ocurre con Euskararen Etxea. Inaugurado hace ahora 20 años, el centro de interpretación de la lengua vasca, ubicado en una plazoleta del barrio de San Inazio, en la periferia de la ciudad, es un gran desconocido para la mayor parte de la ciudadanía bilbaina. Sin embargo, su labor divulgativa en favor del euskera ha sido reconocida por el Consejo de Europa, que le ha concedido el Premio Museo 2025. Y además, aspira a llevarse el Gordo, el galardón al Museo Europeo del año (EMYA), al estar entre los 42 centros finalistas.
Puesta en marcha hace dos décadas por el Gobierno vasco, el Ayuntamiento de Bilbao y la Diputación Foral de Bizkaia, Euskararen Etxea es gestionada a día de hoy por Azkue Fundazioa. El 21 de febrero de 2023, en coincidencia con el Día Internacional de la Lengua Materna, fue reinaugurada tras una profunda transformación y la introducción de nuevos elementos interactivos, que le han hecho merecedora del reconocimiento del organismo continental. La directora gerente del centro, Iurdana Acasuso, asegura que el premio supone “una alegría y un orgullo, pues lo que ha puesto en valor la Comisión de Cultura del Consejo de Europa es que nuestro proyecto refleja el espíritu y los valores europeos de defensa de los derechos, democracia, convivencia, de puente entre culturas, de diversidad… Ese es un mensaje muy importante para nosotros”. Pero, además, confía en que se traduzca en un espaldarazo en la misión de darse a conocer entre la población vasca para, de algún modo, ser profeta en su tierra: “Creemos que es un escaparate que nos va a colocar, sabiendo que es difícil competir con otros grandes museos que tenemos en Bizkaia y en toda Euskal Herria. No deja de ser una carta de presentación que habla de la excelencia y del buen hacer que aquí se lleva a cabo”.
Apunta Acasuso que cada vez son más los turistas foráneos que, de paso por Bilbao, se acercan a Euskararen Etxea, atraídos por saber más de este idioma de origen misterioso: “Muchos de ellos vienen de países en los que la convivencia entre lenguas es bastante habitual y tienen esa sensibilidad”. Con todo, el grueso de los cerca de las 10.000 personas que pasan anualmente por la sede de la plaza Agoitz –según datos de los primeros doce meses tras su reinauguración– son estudiantes de Primaria, ESO o Bachillerato que, además de visitar el centro de interpretación, tienen a continuación la oportunidad de trabajar los conocimientos adquiridos en este recorrido en un taller adaptado a cada nivel académico.
Hace unos días, un grupo de chicas y chicos del Instituto Ibaizabal de Secundaria, del barrio de Abusu, se aventuraron en esta travesía por el euskera. La introducción a este viaje se tradujo en un puesta en contexto de la dimensión basada en datos de un idioma que, con mayor o menor dificultad, son capaces de hablar 1.240.433 personas, un 46,30% de la población de Euskal Herria. “Les ofrecemos más de 600 indicadores sobre la vitalidad del euskera recogidos de múltiples fuentes”, explica Acasuso, quien destaca la evolución experimentada en las últimas décadas: “En 1991, la mayor cantidad de euskaldunes eran mayores de 65 años. Ahora, este mayor porcentaje de vascoparlantes se concentran entre los 16 y los 14 años”. También se fija en el volumen de libros publicados en euskera. “En 1981 solo fueron 30; en 2017, fueron 1.834”.
Con esta base se pasa a la Infinity Room, uno de los espacios más espectaculares del centro. Los espejos que cubren las paredes de la sala multiplican exponencialmente la sensación de amplitud para “expresar lo ilimitado del euskera”. Tres grandes campanas, con dispositivos audiovisuales en su interior, permiten al visitante sumergirse de lleno en aspectos que moldean la lengua, como la comunidad, la transmisión o la diversidad, recopilando en este último casos voces de los múltiples euskalkis que conviven en Euskal Herria.
En una estancia contigua, bajo el lema Hizkuntzen hizkuntza (idioma de idiomas), los alumnos disfrutaron abriendo cajones de los que salían, por escrito y en formato audio, palabras del euskera procedentes de otras lenguas. Más de uno se sorprendió cuando comprobó que txoko proviene del vocablo árabe zoco, aplicado normalmente a los mercados. Y sonrío al ver en el interior del cajón un representación, con muñecos y piezas de Lego, de una tradicional sociedad gastronómica.
A continuación, emprendieron un recorrido cronológico hasta nuestros días por los grandes hitos del euskera, empezando con un imaginario guiño a la leyenda de la Torre de Babel para seguir por la célebre Mano de Irulegi o la publicación en 1545 de Linguae Vasconum Primitiae, el primer libro en euskera, obra de Bernart Etxepare. Pero también pudieron hacer un viaje interior hacia su relación con este idioma, respondiendo a una encuesta en la que con un hilo iban entrelazando respuestas y tejiendo su trayecto vital como euskaldunes.
GRISSOM AL HABLA
En el tramo final llega el momento de las historias personales. Así, pulsando en diferentes pantallas se pueden escuchar testimonios de personas enamoradas del euskera. Las hay vascas, pero también japonesas, finlandesas, andaluzas, como la presentadora de televisión Reyes Prados o estadounidenses, como el actor William Petersen, que dio vida en la serie CSI al supevisor Grissom. Al lado, otros paneles muestran al visitante imágenes de diferentes situaciones ante las que este debe sonreír o permanecer serio para determinar si son o no de su gusto. La cámara capta esas reacciones y, en base a ellas, el sistema denominado Irritruk imprime un bertso que hace referencia a esas preferencias.
El colofón festivo a esta singladura es un karaoke en el que, en una pantalla gigante, se muestra la letra de Munduari begiratzeko modu bat, el poema escrito por Kirmen Uribe al que Mikel Urdangarin puso música. El mismo poema que, en la recepción, da la bienvenida al visitante. Principio y fin de una experiencia que fue muy del gusto del alumnado del Instituto Ibaizabal. “Esperaba algo más aburrido, pero ha sido muy divertido y se aprende mucho. Lo recomiendo”, expresaba con sinceridad Ane. Elvira Fernández, su profesa de euskera, se mostraba encantada con el interés mostrado por los jóvenes alumnos: “Queríamos que vieran que el euskera no es algo teórico, sino algo en lo que el protagonismo lo tenemos cada persona. Su futuro del euskera está en nuestras manos y aquí hemos visto que es algo práctico que vemos en la música, en los medios de comunicación, en los youtubers, en Nueva York o en Japón...”.
En una línea similar se manifestaba la directora gerente de Euskara Etxea y de Azkue Fundazioa: “Somos conscientes de que para muchas chicas y chicos, el euskera es la lengua de la escuela, con todo lo que conlleva de carga, esfuerzo, sacrificio y de no vivir la lengua como algo natural en su día a día. Lo que intentamos hacer es romper esas barreras. Queremos hacer del euskera algo divertido, vivo, válido… Lo que buscamos es que cuando nuestros visitantes salgan por la puerta, se lleven la sensación de que algo pueden hacer por el euskera, porque el euskera también les va a aportar algo a ellos”.
En estas fechas de propósitos de cara a un nuevo año que puede ser inolvidable para Euskararen Etxea si, haya por el mes de mayo, es designado como Museo Europeo de 2025, el equipo del centro tiene los suyos y son ambiciosos: “Llegar más y más lejos”. Así, tienen la mirada puesta en la diáspora. “Queremos establecer puentes con todas esas comunidades que están interesadas por el euskera y la cultura vasca. Para ello, hemos digitalizado toda la exposición y estamos trabajando en la posibilidad de ofrecer visitas guiadas virtuales”, desvela Acasuso. Y es que ya lo reclamaba hace cinco siglos Etxepare en el antes citado Linguae vasconum primitiae: “Euskara, jalgi hadi mundura”. Euskera, sal al mundo.