La denuncia de Edward Snowden sobre los sistemas de espionaje masivo e indiscriminado utilizados por la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA) contra gobiernos, corporaciones y hasta sus propios ciudadanos ha pasado ya a la historia como la mayor filtración de un trabajador de los servicios de inteligencia jamás publicada. Y Laura Poitras fue la elegida para que la llevara a la gran pantalla en el documental Cityfour, con el que consiguió un premio Oscar. Años más tarde, la documentalista filmó La belleza y el dolor, en el que recogía la vida de la fotógrafa Nan Goldin y su lucha contra la multimillonaria familia Sackler, productores del fármaco OxyContin.
Por su firme compromiso con la justicia social y la defensa de los derechos y libertades ciudadanas, expresado en su obra cinematográfica, Poitras ha recogido el primero de los Mikeldi de Honor de la 66 edición del Festival Internacional de Cine Documental y Cortometraje de Bilbao, Zinebi, en el transcurso de la gala inaugural que se desarrolló en el Teatro Arriaga. El segundo de los galardones del certamen recaerá en el director de Fotografía José Luis Alcaine, que recibirá su premio honorífico el día 15 en la gala de clausura.
El poder del cine
Poitras agradeció el premio “en un momento en el que están ocurriendo tantas cosas en el mundo, en Valencia, en Gaza o en mi propio país”. "La cineasta norteamericana ha defendido la capacidad y poder del cine para “dar testimonio de la realidad y provocar cambios. Por eso intento retratar a personas que normalmente están sufriendo algún tipo de abusos, especialmente los que ejerce el imperio americano, no solamente en el país sino en todo el mundo. Quiero desmantelar el mito que existe que parece que tenemos patente de corso para invadir un país y cambiar las cosas porque lo que nosotros hacemos es mejor. Mis películas son sobre esas personas que causan problemas, sobre los que asumiendo riesgos, muestran que se puede cambiar el mundo. Hablo de esta gente que dan la alarma de que algo corrupto está pasando”.
Todo esto le ha llevado a Laura Poitras a trabajar con Edward Snowden, Julian Assange, el fundador de WikiLeaks, o la fotógrafa Nan Goldin. “Mis películas son sobre personas, pero también sobre estos sistemas”. Pero añade: “Son políticas, obviamente, pero ante todo yo hago cine, quiero que al público le guste la película y que se sienta transportado a otro lugar. El éxito para mí es cuando las ven como unas películas de cine ”.
Elecciones en Estados Unidos
La pregunta sobre lo que piensa del triunfo de Donald Trump en las elecciones de EEUU resulta inevitable. “Hay muchísima desesperación en estos momentos en mi país. Las elecciones muestran el fallo de las instituciones, tenemos un sistema bipartidista en el que grandes cantidades de dinero se destinan a las campañas electorales y a los partidos". Ha criticado además que el Partido Demócrata no apoyara en su momento al candidato Bernie Sanders, “muy populista, y sin embargo, la elite del partido no quiso apoyar su campaña, esto se lo tienen que replantear. El tema de Trump es un caso excepcional del miedo que dan las amenazas que constantemente lanza este señor. Pero cuando yo hablo en mi trabajo de política internacional también critico al partido democrática, cuando ahora ha estado Joe Biden sentado ante el genocidio de Gaza. Que el dinero de los contribuyentes vaya a la compra de armas me parece atroz”.
Para la periodista y cineasta “es evidente que Biden no debería haber presentado su candidatura por segunda vez y los demócratas deberían haber organizado la campaña electoral debidamente”.
Palestina y censura
Poitras, que ha mostrado su aprecio por la posición del Gobierno español ante Palestina, emplazó a los periodistas a “retar al poder del Estado” y corregir el “fracaso total” que estarían padeciendo desde los atentados contra las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001. Tras dar a conocer al mundo a Edward Snowden con la oscarizada Citizenfour, la cineasta Laura Poitras debutó como artista de museo con una obra estremecedora sobre el espionaje y la violencia preventiva de la CIA y el Pentágono tras el 11-S en una exposición en Nueva York.
En cuanto a la censura que han podido tener sus trabajos, considera que “cada vez las plataformas limitan más lo que quieren mostrar porque parece que no quieren hacer daño a ningún régimen. Cada vez tienen más cuidado con lo que muestran y están despolitizando las películas; las que están despolitzadas son las que tienen más vida en estas plataformas. Yo tengo la suerte, que no es lo habitual, porque normalmente quien pone el dinero es quien decide el metraje, que decido cuál es el metraje final de mis películas”.
La documentalista puso como ejemplo la película No other land, realizada por un colectivo palestino-israelí de cuatro directores, que ha obtenido un premio en Berlín “y no se va a poder estrenar en Estados Unidos”.
De todos modos, quiso acabar con un mensaje de esperanza: “Ahora hay mucha innovación. Los jóvenes están haciendo muchas cosas interesantes”.
Con motivo de su participación en el Festival Zinebi, ofrecerá coloquios tras la proyección de las dos películas programadas en el auditorio del Museo Guggenheim, La belleza y el dolor y Citizenfour.