Puede que las cubiertas inusualmente tétricas para un best seller desentonen con los adjetivos que se le han adjudicado como apellido: adictiva, hipnótica, absorbente... Sin embargo, no hay duda de que la saga literaria Blackwater está siendo el fenómeno editorial del verano, auspiciado por sombrillas y hamacas que invitan a sumergirse en esta historia de terror gótico sureño. Publicada originariamente en 1983 por el escritor estadounidense Michael McDowell, esta novela dividida en seis entregas era inexplicablemente desconocida en el Estado español hasta que Blackie Books la tradujo y la lanzó a comienzos de este año. Los más de 300.000 ejemplares despachados por la historia que acapara los primeros puestos entre lo más vendido en todas las librerías confirman el pelotazo de la editorial catalana.

Con tintes de realismo mágico, Blackwater sigue varias generaciones del sur profundo de Estados Unidos en una historia narrada sin adornos. A través de la familia Caskey el lector recorre el comienzo del siglo XIX, pasando por los años 20, la Gran Depresión, la Segunda Guerra Mundial... hasta acabar en 1970. Son cincuenta años en la vida de una familia de ricos terratenientes que es cualquier cosa menos corriente, con sus historias, sus alianzas y sus maquiavélicos planes para conservar el poder. La escritora Luna Miguel fue más sucinta al describirla como una “familia de mierda”, lo que “nos permite chapotear con nuestros propios dramas y al mismo tiempo salir ilesos”.

¿Pero qué hace que la familia sea tan atractiva como elemento literario en el que hurgar profundamente para meter el bisturí? “La institución de la familia es la pesadilla americana”, acertó a decir el propio escritor en una entrevista concedida a Douglas E. Winter para un libro en el que incluyó testimonios de los autores de El exorcista o Psycho. Esta apreciación se realizó mucho antes de que Succession, serie de HBO que sigue los pasos de la familia Roy tras la muerte del patriarca, corroborara que es válido para otros géneros. “Las relaciones con la familia son verticales. Tratas con gente, o mucho más joven que tú, o mucho más mayor. Y las relaciones verticales son mucho más intensas que las horizontales. Además, la familia es como una viga pegada a ti que no se va nunca. Por eso yo escribo sobre las familias”, apostilló McDowell en la entrevista concedida en 1985.

Pero las claves que explican el triunfo de Blackwater van más allá: la publicación por entregas, la viralización en redes sociales, la vigencia del tratamiento o, sencillamente, la capacidad para transmitir que la venganza es posible. “Yo escribo para la gente que ahora va a las librerías. Pero si te leen ahora te van a leer dentro de cien años. Si gustas, gustas”, afirmó el autor con una seguridad pasmosa. No ha podido comprobar que es cierto, porque Michael McDowell falleció en 1999, a los 49 años, por enfermedad causada por el VIH. “Soy un escritor comercial y estoy orgulloso de serlo. La única razón posible para leer es por placer. Se puede decir que es para aprender o lo que sea, pero en el fondo ese no es el asunto. Y sé que con mis libros la gente siente placer”, apostilló.

Una historia, seis libros

Michael McDowell, considerado por Stephen King el mejor escritor de literatura popular, escribió Blackwater hace ya cuatro décadas con la expresa solicitud de que se editara en seis partes diferenciadas y se publicara una al mes. Técnicamente la saga no es tal, sino que los seis tomos atienden a una misma historia. No obstante, el autor se las ingenia para emplear el denominado cliffhanger como recurso, lo que consiste en colocar a uno de los personajes principales de la historia en una situación extrema al final de un capítulo o parte de la historia. Aunque fue un éxito total desde su primer lanzamiento, McDowell no firmó sus libros –por instancias de su editor, quien pensaba que su militancia en una asociación LGTBI, así como su homosexualidad, podría perjudicar las ventas–, hasta 1985.

A pesar de haber sido guionista de películas tan populares como Beetlejuice o Pesadilla antes de Navidad, de Tim Burton, el autor era relativamente desconocido en Europa, hasta que se recuperó en 2022. Primero fue en Francia y luego en Italia, con un éxito sin precedentes que se saldó con más de 2 millones de ejemplares vendidos. Con semejante evidencia, la editorial catalana Blackie Books se lanzó, pero no al vacío, publicando el 7 de febrero La riada. Posteriormente le siguieron El dique (21 de febrero), La casa (6 de marzo), La guerra (20 de marzo), La fortuna (3 de abril) y, finalmente, Lluvia (17 de abril). Las publicaciones se llevaron a cabo con un lapso de 15 días, acortando los intervalos pero respetando la apuesta del autor por resurgir el género folletinesco.

Ambiente sureño

La historia, ambientada en Alabama, arranca con los Caskey intentando recomponerse de los estragos que ha causado la riada del río Blackwater en Perdido. Liderados por Mary Love, la incontestable matriarca, y Oscar, su obediente hijo, la familia trabaja por recomponerse y salvaguardar su fortuna. Pero no cuentan con la aparición de la misteriosa Elinor Dammert, una joven hermosa pero parca en palabras con un único objetivo: acercarse a los Caskey cueste lo que cueste. Con este inicio, en el que se entretejen elementos sobrenaturales y de terror en el característico ambiente húmedo y bochornoso de la zona, se relata una historia en el que las mujeres llevan la batuta mientras los personajes masculinos son una excusa más en el transcurrir de la narración.

Las referencias literarias halladas en la narración pueden ser tan variadas como el corpus que atesore cada lector. El periodista Robert Shaplen describió Blackwater como un cruce entre Alejandro Dumas y H. P. Lovecraft, al mismo tiempo que entre Gabriel García Marquez y Stephen King. Este último calificó a McDowell de “fascinante, aterrador, simplemente genial. El mejor de todos nosotros”. Su amistad fue tal que Tabitha Jane Spruce, esposa King, terminó de escribir Voces del silencio (2006), obra inconclusa de McDowell, a quien no solo fascinaba crear atmósferas terroríficas, sino reivindicar la venganza: “Yo lo único que hago cuando alguien me ha jodido es decirle adiós. No puedes hacer nada más. Pero en los libros sí funciona porque tú lo controlas... Y como eso no es posible en la vida real, resulta tan placentero leer un acto de venganza que sale bien”.

Viral en Tik Tok

Jan Martí, editor de Blackie Books, ha reconocido en alguna ocasión que redes sociales como TikTok han propiciado la gran difusión de la saga. “Han ayudado a que el público joven se acerque a esta novela”, apunta el editor, quien concreta que Blackwater está conectando con un espectro de público muy heterogéneo, desde lectores clásicos “acostumbrados a las sagas familiares” hasta un sector que aprecia más la novela “desde un punto de vista literario”. De hecho, considera que este fenómeno va más allá de las ventas: “Es un éxito que no se mide solo en el número de ejemplares, sino en la comunidad de lectores que se está creando”.

En ese sentido, destaca que uno de los factores que hace que la narración no haya perdido vigencia es que ya fuera rompedora para la época en la que se escribió, al estar narrada a través de mujeres. “McDowell era abiertamente gay y liberal y eso se nota mucho en Blackwater”, apunta Martí. En ese sentido, asevera que la conciencia feminista de la novela se hace “sin problemas” aunque es sensible hacia los estereotipos de género, con personajes que representan “todo lo contrario a la imagen de ama de casa de la época”. En suma, la saga lo tiene todo para justificar el éxito desde su publicación y su posterior boom este verano.