NI coronas de flores ni tops de infarto. En la segunda jornada de música y fiesta en la montaña reinaron las sudaderas, los pantalones largos y las botas de cuero, muchas teñidas de una espesa capa de barro, consecuencia de la climatología adversa que puso punto y final a la jornada anterior.

Entre tanto abrigo destacaban algunas camisas hawaianas de inspiración vintage como las de Vanessa –así se presentó a un servidor un hombre (se identificaba como tal)– y su colega José, que se pusieron de acuerdo para lucir un look idéntico.

“Es que hoy me llamo así, vengo disfrazada”, dijo la tal Vanessa. Les acompañaban Cristina, Arantza y Leire, quienes, a pesar del mal tiempo –los mercurios apenas sobrepasaron los 20 grados a lo largo de toda la jornada– no estaban dispuestas a renunciar al glamur y pusieron un toque de color al cielo, gris plomo, con camisas, faldas y vestidos de inspiración bohemia que remataron con sombreritos de paja y maquillajes de escándalo: “Nunca hay que renunciar a la fantasía”, apuntó Leire, “al BBK se viene a pasarlo bien. La experiencia nos ha dicho que hay que vivir las cosas de manera libre, disfrazarse… Nos da igual, venimos a gozar”, apostilló la bilbaina.

Zoe, Manuel y Tinkara, en cambio, no estaban de humor para arreglarse. Aquejados por una resaca morrocotuda, este trío luso-esloveno se caló hasta las canillas la madrugada anterior y se despertaron en un camping en el que un farragoso lodazal sustituyó al bucólico césped.

“Es la primera vez que venimos y puedo decir que es uno de los mejores festivales a los que he ido, el entorno es incomparable”, se admiró Manuel. “Aunque el camping podría estar mejor…”, reconvino su comadre Zoe, quien tenía su calzado cubierto por dos bolsas de plástico, al igual que Tinkara. Esta, además, también vestía un chubasquero blanco semitransparente. Quizá el modelito más festivalero de todos era el de Manuel: chaqueta de motivos étnicos, camisa retro y una bandana morada y blanca. Vamos, una combinación de colores imposibles. “Cuando vamos de festival nos gusta arreglarnos, pero esta vez la cosa esta difícil”, dijo señalando al cielo.

Jorge, Cristina, Álex, Fran y Nico tampoco estaban por la labor. Este quinteto madrileño –que prefiere “mil veces más” un BBK que un Mad Cool, la cita musical estival de la villa y corte– prefirió primar la comodidad. Ya tendrán tiempo de lucir palmito en otra ocasión. “Ayer llevábamos una corona de flores [no me atreví a preguntar si las guirnaldas sobrevivieron al chaparrón] y siempre solemos incluir en el look alguna tontería para hacer el chorra”, concedió Fran. Eso sí, dijo que de emperiflollrase en exceso nada y, para muestra, un botón: “Yo me he pintado la cara y gracias”, añadió Álex, entre risas.

Mientras el grupo descansaba en un merendero, Nerea, Jon, Uxue, Unai y Asier pululaban cerca del escenario Nagusia, donde Melenas estaba ofreciendo un bolo. Ellos, eso sí, no tenían ni la más remota idea de quiénes eran: “La verdad es que no conocemos a casi nadie”, confesó Asier, quien lucía un maquillaje festivalero al igual que el resto del grupo. “Nos lo han hecho en la caseta de San Miguel”, apuntó Unai. Y ese era el único toque de glamur en sus looks, que, como en la mayoría de los casos, se definían por la comodidad y la utilidad. En esta ocasión, la lluvia (y los barrizales) han deslucido la alfombra verde del BBK Live. Les contaremos qué se cuece en la próxima edición.”