El arqueólogo naútico José Casabán abordará a finales de este verano la búsqueda del pecio del galeón San Bartolomé, hundido frente a la barra de Mundaka en noviembre de 1597. Tras las campañas anteriores, en las que se emplearon magnetómetros, lanzas de agua y varillas, esta vez el instrumento utilizado será un perfilador de fondos de origen sueco que permitirá dibujar el relieve de la zona estudiada. “Encontrarlo supondría un hito, podríamos descifrar algo muy poco conocido: el modo de construcción de los grandes galeones de la armada del siglo XVI”, asegura el investigador del Institute of Nautical Archaeology (INA) y la Universidad de Texas A&M. El San Bartolomé fue armado en Deusto, junto a otros cinco buques de la misma clase.

Construido con madera de roble de Bizkaia, encordado seguramente con esparto de Calatayud y cosido por clavos de hierro local, el San Bartolomé se hundió en la barra de Mundaka, frente la iglesia de Santa María, la tarde del tormentoso 13 de noviembre de 1597. Sus cañones tronaron pidiendo auxilio, pero el temporal solo permitió que lo alcanzará una pinaza que pudo rescatar a 40 personas de entre las 400, entre marineros y soldados, que llevaba a bordo.

El galeón, botado en noviembre de 1589 en la ría de Bilbao, había iniciado su última singladura el 18 de octubre de 1597 en A Coruña, formando parte de una flota destinada a invadir Inglaterra haciendo tierra en Faltmouth. Una tormenta sacudió la armada a poco más de 150 kilómetros del litoral británico. La tradición decía que el San Bartolomé no pudo regresar. Sin embargo, ahora se sabe que el piloto, el cántabro Pantaleón González, condujo la embarcación, medio desarbolada, hasta las cercanías de A Coruña. El viento sur lo empujó hasta Ortigueira. Fondeó en la boca de la ría de Viveiro. Rompió la cadena del ancla y desapareció de la costa gallega. Apareció dos días después ante los ojos del alcalde de Bermeo, Martín de Vaquera, encallado en la barra de Mundaka.

Destinado a conquistar Inglaterra, el San Bartolomé había navegado hasta Lisboa para participar en un fallido ataque al puerto francés de Brest, navegó después con la flota que proyectó un desembarcó en Flamouth y, por fin, se desencuadernó víctima de una sucesión de temporales y la ola izquierda más famosa del mundo del surf. Desaparecieron 360 personas de las que se recuperaron 280 cuerpos que siguen, a día de hoy, enterrados en un lugar desconocido.

Si José Casabán consigue localizar sus restos aparecerá un verdadero tesoro: el del conocimiento perdido de los métodos y materiales que se usaban en la construcción de los grandes galeones del siglo XVI. Un conocimiento que se aplicaba con maestría en los astilleros de Deusto y Zorrotza.

La ola de Mundaka

“Creo que a finales de este verano el perfilador de fondos nos aclarará mucho las cosas… si los surfistas nos dejan trabajar”, dice José Casabán en tono jocoso. Tendrán que pasar el instrumento justo por la zona donde rompe la ola en Mundaka, que es donde han localizado las 21 anomalias magnéticas, parte de las cuales no han podido ser descartadas en las campañas anteriores mediante las inmersiones con varillas o lanzas de agua. “En 2018 tuvimos buen tiempo, pero las dos campañas siguientes el trabajo ha sido muy duro. A veces era como bucear dentro de una lavadora”, evoca el arqueólogo. El último día de 2023, la ola de Mundaka puso su embarcación a 45 grados. “No fue agradable”, recuerda.

Casabán, natural de Valencia donde nació hace 51 años, es un hombre menudo. A primera vista parece más dotado a la tarea de bucear en archivos que en el mar. Pero el aspecto resulta engañoso. Este investigador asociado en el Instituto de Arqueología Naútica de Texas es licenciado en Arqueología por la Universidad de Valencia, máster en técnicas de Postexcavación por la Universidad de Leicester y doctorado en Arqueología Naútica por la Universidad de A&M de Texas, donde reside desde hace 14 años. Pero también es buceador profesional, buceadores técnicos para poder trabajar a gran profundidad, con formación en fotogrametría subacuática, topografía y geofísica.

Ha buceado en Chipre en un pecio lleno de ánforas datado en el siglo IV antes de Cristo, en los restos del barco fenició-indígena del siglo VI antes de Cristo localizado en Mazarrón (Murcia) además de en distintos puntos del Atlántico y el Pacífico. Y ha participado en proyectos en Francia, Chile, Japón o Turquía.

Al día siguiente de esta entrevista, Casabán volaba a Filipinas donde participa en la investigación de los restos submarinos de un posible ejemplar de los famosos galeones de Manila localizado hace 40 años. Los Galeones de Manila fueron los grandes protagonistas del comercio transpacífico entre los siglos XVI y XIX gracias a una ruta que descubrió el ordiziarra Andrés de Urdaneta.