El ahora tan omnipresente afterpunk tiñó de negro y púrpura el mundo del rock en los 80 con la imaginería visual, los ritmos monolíticos y los ambientes asfixiantes de lo que se llamó en su día el rock siniestro o gótico. Bien lo sabe la periodista y escritora Cathi Unsworth, autora de Temporada de brujas. El libro del rock gótico (Contra), un tomo que repasa las andanzas de un movimiento heterogéneo que se movió entre las catacumbas y las listas de éxito con activos como The Cure, Joy Division, Siouxie & The Banshees, Magazine, Bauhaus y Killing Joke. Unsworth, que contextualiza social y políticamente la época, sostiene que “la cultura gótica defiende lo diferente, la amistad y la fuerza creativa”.
El libro, que cuenta con prólogo de Ana Curra, exmiembro de Alaska y Pegamoides y de Parálisis Permanente, la banda que mejor mimetizó la oscuridad tenebrosa del movimiento, es un volumen exhaustivo, de casi 600 páginas y traducción de Héctor Castells centrado en un movimiento artístico que “ofreció consuelo a los inadaptados”, según la autora. “Yo soy gótica”, reconoce Unsworth al final del libro, donde lamenta que “esta cultura ha sido ridiculizada y escarnecida durante décadas por ser triste, lúgubre y estúpida cuando, de hecho, es exactamente lo contrario”, escribe.
El volumen, que alaba “la fuerza creativa, la amistad y el sentido del humor” de los músicos góticos, es una defensa a ultranza de una generación surgida, principalmente en Gran Bretaña, tras el punk y que convirtió la escena en algo “más oscuro y libidinoso” a partir de 1978. Y no solo en Londres, también en Manchester, Northampton, Leed, Bradford, Liverpool… A pesar de su origen brithish, Unsworth somete a “análisis forense” a otros activistas de lo oscuro originarios de Estados Unidos, caso de The Cramps, los Gun Club de Jeffrey Lee Pierce, la ecléctica Lydia Lunch y los australianos The Birthday Party, con el todavía en activo y magnífica forma Nick Cave al frente.
El desencanto y un profundo individualismo marcó a esa generación que la autora, de forma hábil y exhaustiva, enmarca en un contexto social y político dominado por los asesinatos del Destripador de Yorkshire y, sobre todo, por las medidas conservadoras de Margareth Thatcher en Reino Unido, con ligera mención al vaquero estadounidense Ronald Reegan. El pelo cardado, el maquillaje, las provocadoras esvásticas y la laca a espuertas se contraponen con las huelgas mineras británicas, el paro galopante y las intentos infructuosos de reconvertir la situación de recortes de los derechos sociales y laborales por parte del Partido Laborista.
Unsworth relata con profusión el ascenso del póquer de ases que encumbró el movimiento gótico, que tuvo una reina clara, Siouxie, aquella bruja inadaptada amiga de Sex Pistols de mirada amenazante, medias de rejilla, botas de látex, caballera como alas de cuervo, ojos de gata y líder de unos Banshees que firmaron discos como JuJu, “la obra máxima de lo que trata este libro”. Con ella, los Joy Division de Ian Curtis, los Magazine de Howard Devoto y los teclados progresivos de Dave Formula, y The Cure, del maquillado Robert Smith, que pasó del escándalo inicial a vender 30 millones de discos.
Nacimiento, estilos, trayectoria, anécdotas, discografía analizada, interrelaciones entre ellos, letras airadas pero trufadas de poesía y oscuros referentes literarios… Todo queda expuesto y documentado en este volumen que incluye, como alumnos aventajados y “favoritos” de Unsworth a The Sisters of Mercy, por delante de Killing Joke y Bauhaus, pero no se queda ahí, ya que alterna su análisis de estrellas millonarias como Echo & Bunnymen y Soft Cell a proyectos menos conocidos como Gang of Four, los Theater of Hate de Kirk Brandon, Mekons, Virgin Prunes, los etéreos Cocteau Twins de Elizabeth Fraser, los rebeldes y políticos Crass y New Model Army o Diamanda Galas, a quien la autora tilda de “María Callas del inframundo”.
Travestis y drag queens
Movimiento que creció en torno al ocultismo, el espiritismo, el cine de terror, el sexo, la muerte y The Batcave, un antro ubicado en el Soho londinense que acogía a estrípers, travestis, tragafuegos y drag queens, Unsworth ofrece también otras claves para comprender el movimiento gótico ya que establece quiénes son los padrinos y madrinas de muchos de sus máximos representantes. Y ahí aparecen Jim Morrison, Julie Driscoll, la escritura de las hermanas Brontë, Dr John, Jacques Brel, Juliette Gréco, Mary Shelley, Suicide, Vampira, Nico, Link Wray…
Con un ritmo ágil y dinámico que no distrae del análisis riguroso, Unsworth firma la Biblia de un movimiento que dotó de oscuridad al malestar y desencanto generacional ochentero. “Ser gótica era una forma de resistencia a la ignorancia y estupidez de aquellos tiempos”, escribe Unsworth, también autora de novela negra, que liga aquella escena a la nutrida escena afterpunk actual. “Los verdaderos protagonistas del libro siguen en activo, saliendo de gira, haciendo discos, escriben libros, se pelean, se disuelven y reconcilian sin parar”, escribe. Y, al igual sus nietos musicales, siguen vistiendo de negro. Las cosas no están –tampoco en 2024– para colorines.