Un lector atraviesa la Librería Joker hasta detenerse en las sección donde se sitúan los cómics manga. Llenan varias estanterías, de suelo a techo, y se expanden por dos mesas situadas frente a estas. Alcanza dos tomos de Dragoi Bola, la saga que catapultó a la fama a Akira Toriyama, paga, y sale escopeteado de la librería. “Es una cosa loca. Desde que falleció [el autor] se venden muchísimo”, admite Rakel Calle, una de las dependientas. Akira Toriyama, que murió el pasado 1 de marzo a los 68 años en Tokio, fue uno de los mangakas (dibujantes de manga) más reconocidos a nivel internacional. Su obra cumbre describe las aventuras de Goku, un joven perteneciente a una saga de guerreros (los saiyajin).

Según Rakel Calle, las peripecias del luchador y su troupe fueron la puerta por la que los millennials de Bizkaia entraron a la casa del manga: “Supuso un gran descubrimiento para todos los chiquis de la época”, precisa la dependienta. Sin embargo, cuenta que la saga no es precisamente para niños. Y es que, pese a la percepción popular, la animación no siempre está dirigida a un público infantil. Dragoi Bola contiene muchísimas “escenas picantes” y violencia en altas dosis. En ese sentido, señala que el leitmotiv de la historia de Toriyama es la fuerza: “Todo se basa en ser más fuerte que los bichos que asolan el planeta y proteger a los demás”, concreta.

Personajes redondos

Por otro lado, Rakel también apunta que la saga –compuesta por varias obras– ha experimentado una notable evolución desde sus inicios. Comienza con la búsqueda de las bolas de dragón, que otorgan un deseo a quien consiga reunirlas. “Creo que deseaban unas bragas”, recuerda, entre risas. A partir de ese momento, las motivaciones de los personajes comienzan a ser “más elevadas”, según la dependienta. “Empiezan a revivir a amigos caídos, el planeta que habitan queda destruido por un villano…”, resume. Así, la evolución de unos personajes redondos, que impulsan la historia y ofrecen giros de guión inesperados, cautivaron a toda una generación. “En la década de los 90 estábamos todos pegados a la pantalla esperando un nuevo capítulo”, asegura.

En el mismo orden de ideas, opina que la difusión de la saga en Bizkaia tuvo su origen en la emisión en Eitb de su adaptación audiovisual. “Fue un bombazo. Y, de hecho, a día de hoy, para mí, la versión en euskera es la mejor. El doblaje al castellano es bastante malo”, afirma la librera, que se confiesa seguidora de la saga y, sobre todo, del autor. “¡Ojo!, Akira Toriyama es mucho más que Dragoi Bola”, reivindica, “también está Dragon Quest y otros muchos mangas más”, dice señalando algunos de los volúmenes que descansan en la estantería negro azabache.

Nuevos nichos

La generación que ha tomado el relevo a los millennials, la Z, continúa consumiendo productos culturales japoneses, pero el foco de interés ha cruzado el Mar de Japón para situarse en Corea del Sur. El K Pop –género musical autóctono– triunfa entre los adolescentes de esta década. Los cómics que se crean en el país surcoreano (los manhwa) también son populares entre los más jóvenes: “Hay un boom de cómics coreanos y chinos”, subraya Rakel. También señala que la entrada a todo este mundo sigue produciéndose desde el ámbito audiovisual: “En Netflix tienen una puerta de entrada muy grande”, dice. La plataforma estadounidense incluye en su catálogo varios títulos de anime –animación japonesa– de gran éxito entre los adolescentes. Además, en ocasiones, esa inclinación hacia lo asiático ha suscitado una demanda de la enseñanza universitaria relacionada con la materia, según el IESE Business School de Nafarroa. Un mundo que, de acuerdo con Rakel, llegó a Bizkaia gracias a la pericia de Son Goku.