Han pasado 35 años desde que unos adolescentes Urtz se animaron con los primeros ensayos en Pasaia. Este fin de semana han publicado su noveno disco, Esnatzean (Maldito Records), un álbum espectacular en sonido y producción, y que aúna rock, pop, baladas, funk y nuevos arreglos ligados a la electrónica. “Siempre ha habido estilos distintos en nuestros discos. Este repertorio solo es una evolución, una actualización de nuestra esencia”, explica su vocalista y ya único miembro fundador, Xabi Camarero, a DEIA. La gira de presentación del álbum, disponible también en formato vinilo, arrancarán en Bilborock el 27 de enero.

Han tardado casi cuatro años en entregar canciones nuevas.

Hubo una recopilación que hizo Gor en 2021, pero sí, el último disco de estudio fue Zabaldu ateak, que salió en 2019. El nuevo disco se publica ahora, cuando tenía que surgir. Y lo curioso es que lo hemos grabado donde ensayamos, ya que Dani Vicente, nuestro guitarrista, tiene un estudio propio, así que la grabación, mezclas y producción las hemos hecho en él.

Como grabar en la ‘bajera’, en el lugar de ensayo.

Como en casa, sí. En los anteriores grabábamos con el reloj a la vista y el estrés que eso supone. Ahora se ha registrado de manera tranquila y con la posibilidad de experimentar y usar nuevas tecnologías. Ha sido un proceso enriquecedor y divertido, y tener a Dani como productor, a la vez miembro del grupo, ha resultado tranquilizador.

¿En qué sentido?

Al saber lidiar una mezcla entre ingredientes diferentes y entre generaciones. De un lado, la inercia de Urtz y su experiencia en tantos años; del otro, la frescura y la modernidad de los más jóvenes, especialmente de Dani. La formación es la misma que en la del último disco y la completan Jorge Sánchez (bajista) y Ander Hurtado de Saratxo (batería).

Disco corto, solo incluye siete canciones.

Había más, siempre hay, pero nos han parecido suficientes al encontrarnos muy cómodos con este número. Las teníamos en mente muy frescas y hemos preferido dedicar más tiempo a la producción y al sonido. Es el disco en el que más importancia le hemos dado a la producción. Y estoy encantado con el sonido.

¿Es el mejor sonido de su carrera?

No sabría decir, pero gente de nuestro entorno en la que confiamos asegura que sí, que es muy envolvente y con matices. El trabajo de Dani ha sido enorme, tanto que todavía me apetece escuchar el disco, algo no habitual cuando terminas uno. A día de hoy no me aburre (risas). Al final, una canción se puede reducir a lo más sencillo, a guitarra y voz, tal y como surgen la mayoría en mi caso, pero con este álbum hemos querido ir más allá de esa simplicidad al tener tiempo para experimentar, trabajar juntos y dejar espacio a la imaginación. Nos hemos sumergido en un mundo en el que le hemos dado vueltas a los temas, pasando de lo básico a complicarnos y arriesgarnos más. Es una pequeña evolución de la que estoy muy contento.

¿Se refiere a algunos arreglos electrónicos en temas como ‘Zonbi’?

Por ejemplo. Suelo escuchar a grupos actuales que incluyen detalles electrónicos que me parecen interesantes. Al final, son herramientas que están ahí. Es como estar en la cocina y recibir una especia nueva. Pues se experimenta con ella y descubres mundos nuevos. Lo mismo con las nuevas tecnologías, lo hemos intentado y descubierto sabores muy ricos.

En la canción ‘Esnatzean’, que da título al disco, me han recordado bastante a Muse.

(Risas). Estuvimos los cuatro viendo a Muse en Santander hace un par de meses. Disfrutamos mucho porque es un grupo que lo tiene todo y usa todo tipo de herramientas sin complejos para hacer canciones espectaculares. Al final, son grupos que puede que te inspiren aunque no lo busques.

Que no se asuste nadie, el disco ofrece a los Urtz de siempre, esa mezcla de rock, melodías pop y baladas. Hasta un tema disco–funk titulado ‘Beldurrik gabe’.

Sí, así es. En ese tema Jorge se luce con el bajo. El disco ofrece lo que ha ido surgiendo y lo que nos inspiraba, canciones totalmente diferentes unas de otras y con ambientes diversos aunque manteniendo la esencia del grupo de toda la vida aunque, quizás, actualizada. Lo cierto es que nunca nos hemos ceñido a un único estilo de música, en todos los álbumes hay muchos sonidos diferentes. Esta es una etapa más.

Hablemos de las letras. Desde el propio título se advierte un mensaje positivo ligado a despertar, a no rendirse y seguir adelante.

Sí, así es aunque la interpretación de las canciones nos gusta dejarla en manos de quienes nos escuchan. El mensaje buscado es no buscar respuestas entre quienes nos gobiernan sino dentro de uno mismo, interiorizar ese proceso y analizar lo que cada persona puede sentir en su entorno. Así, se llegan a conclusiones propias nacidas de lo que sentimos, no de la información globalizada que nos llega. En nuestro interior existe un universo maravilloso.

Han editado el disco con el sello independiente madrileño Maldito Records.

Volvimos a hablar con Patxi, de Gor, pero se han jubilado, así que sale con Maldito, que nos ha abierto las puertas. Y nosotros muy contentos. El anterior de estudio fue una producción propia, pero exige mucho trabajo autoeditarse. Tener una discográfica detrás ayuda mucho.

No me diga que ninguna discográfica vasca quiso editar el disco.

Bueno… (duda). Hay muchos grupos, crisis… Son experiencias diferentes y lo más importante son las canciones que se hagan y tener la sensación de que has hecho un buen trabajo, sobre todo a estas alturas, y que pueda llegar a la gente.

La gira, a partir de enero, con inicio en Bilbao.

Eso es, en Bilborock, el 27 de enero. Luego pasaremos por Donostia, Iruñea y Vitoria–Gasteiz, Baiona... Y también nos estrenaremos en Madrid, algo que no hemos hecho nunca. Hay gente que nos lo pedía y tenemos ilusión aunque sabemos que es complicado cantando en euskera. Bueno, será una experiencia más.

Con el disco anterior me dijo que seguía manteniendo el gusanillo por la música. ¿Cómo se consigue tras 35 años?

(Risas). El hecho de componer ya me genera una energía especial, resulta un momento mágico. Luego está el hecho de poder compartirlo con el grupo y, más tarde, exponerlo en público. Eso es algo que me alimenta de alguna manera y que no quiero perder porque me da mucha vida. Seguiré hasta que el cuerpo aguante si hay ideas y esté satisfecho con ellas.